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Félix de Azúa

"No tenemos ni idea del mundo virtual que viene"

«La gente que dice que una lengua está en peligro seguramente cobra de algún sitio»

Féliz de Azúa, ayer en València. m.á.montesinos

Féliz de Azúa, uno de los mejores intelectuales españoles, está en forma. Mantiene esa ironía de los inteligentes que ayuda a diseccionar la actualidad, igual que cuando reescribe sobre Baudelaire, porque los modernos siempre están vivos.

¿Reivindica a los clásicos?

Depende. Si consideramos a Baudelaire un clásico, pues sí. Lo de los clásicos no está muy claro en la actualidad.

¿Por qué?

Los que han sido clásicos durante miles de años ya no lo son. De pronto hay unos nuevos desconocidos para mí.

¿Quién pone la etiqueta de clásicos?

Prefiero la expresión volver a los muertos. La gente más joven, ahora de los 50 años para abajo, no tienen mucha experiencia en hablar con muertos. Me parece que irse de esta vida sin hablar con Sófocles, Homero, Shakespeare o Cervantes es de ser un perfecto imbécil

Me temo un aumento de la imbecilidad.

Debe ser, no estoy seguro. Antaño como te obligaban a leerlos en el colegio, aunque no se enteraran de nada, por lo menos lo habían leído.

¿Volver a Baudelaire es un acto de resistencia?

No que va, Baudeilere está vivísimo, pero como no sale en la tele es muy difícil que la gente se entere.

Es una reedición del libro de 1992...

La mitad del libro es nuevo.

El prologuista dice que es una forma de volver a su obra.

He estado toda la vida con este hombre. La primera vez que publique algo suyo fue en 1978, pero como estos muertos cambian a una velocidad de vértigo, entonces tengo que ponerlo al día con unas cincuenta páginas.

¿Los muertos modernos viven?

Completamente vivos. Modernidad siempre ha habido, pero en español no está claro. Baudelaire lo utiliza para inventar una nueva época, que comenzaba con él, Cézanne, Manet y Wagner. Eso los anglosajones le llaman ‘modernity’, pero nuestra traducción sería más ‘vanguardia’.

¿El primer vanguardista?

Vio con claridad que terminaba una época. Fue el último romántico. Él era un pobre tipo, el escritor era Victor Hugo. Utilizó para la modernidad al ilustrador mediocre Constantin Guyes sin ver la modernidad que iniciaban Manet, Cézanne y todos estos.

¿Félix de Azúa piensa que estamos terminando una época y empezando otra?

Exactamente, por eso digo que sigue vivo. Hemos terminado la época de la modernidad, la de las vanguardias y postvanguardias, pero no sabemos que viene ahora.

¿Pesimista?

Nunca. Todo va a ir muy bien, pero del mundo que viene, virtual y digital, no tenemos ni idea por donde va a ir, ni siquiera los que creen que saben y hablan mucho del mundo inmaterial.

Hasta dicen que el futuro de los museos está en Netflix.

Los museos funcionarán como lo que son ahora, con espectáculos para las escuelas. En el Prado ves que la gente se queda delante de la figura de Carlos V montado a caballo en la batalla de Mühlberg y dicen este me suena de alguna película. Es un entretenimiento como salir al campo.

¿Y el boom de la poesía?

Lo llaman poesía pero son más bien versitos. Una cosa es la poesía y otra hacer versos, que los puede hacer cualquiera porque es fácil.

¿Está más cómodo con el ensayo que con la poesía?

Hice versitos hasta una edad bastante avanzada y luego se fue. Si hablamos de poesía en serio, no puedes hacerla tu, te tiene que hacer ella.

¿Quiénes son los poetas vivos buenos?

No conozco a ninguno. En el altarcito de la poesía tengo a Homero, Ovidio, Virgilio, Dante... hasta Rilke incluso.

¿Se escribe mejor a la contra?

Si hablamos de periodismo sí. Para que el periodismo tenga algo de interés debe plantear muchas objeciones al poder.

¿El español está en peligro?

¡Qué va! La gente que dice que una lengua está en peligro seguramente cobra de algún sitio. El español tiene una vida increíble, ahora con 600 millones de hablantes. Luego hay gente que cree que su lengua se muere como los independentistas, pero porque tienen miedo de dejar de cobrar.

¿Qué conclusión saca del hundimiento de Ciudadanos del que fue fundador?

Los partidos en este país son como las orquídeas necesitan una tierra muy rica. Nuestros partidos son mezquinos, empresas de contratación, plantas que se alimentan de su propia savia.

Eso no es muy bueno.

Es bueno para el bolsillo de los políticos.

¿Eso no lleva la desafección?

Ojalá la gente fuera más desafecta. Hay demasiados creyentes de los partidos.

¿Qué le ocupa o preocupa?

Primero mi hija de 9 años. Nos queremos mucho, pero es difícil entenderse. Esas son las mejores horas del día. Luego, el estudio. Soy muy mayor y puedo irme con los muertos en cualquier momento, así que tengo que leer a los colegas que ya no están en este mundo. Y en tercer lugar me preocupo por mis amigos compatriotas y escribo cosas en los periódicos, seguramente impertinentes.

¿Somos más idiotas?

¿Qué cuando?

¿Qué hace unos años?

Para uno que ya ha vivido cinco vidas, la densidad de la idiotez es la misma, pero no eran tan protagonistas como ahora.

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