El estreno de la franquicia liderada por Tom Holland se ha erigido en el plan navideño por excelencia en todo el mundo. En España, según datos de Comscore, tenemos que retroceder hasta 2019 para encontrar una semana con más de dos millones y trescientos mil espectadores, y a nivel mundial ha cosechado el tercer mejor fin de semana de estreno de la historia.

Javier Bardem en «El buen patrón», la más nominada en los Goya. | LEVANTE-EMV

Hasta el propio Pedro Almodóvar, en su visita al programa «Late Motiv», denominaba a Spider-Man como el «salvador de la industria» y anticipaba su visita a alguna sesión en señal de agradecimiento. Sin embargo, el rayo de esperanza –y alivio económico– que supone la película del universo Marvel no disimula el crítico estado de la industria cinematográfica de 2021. Incapaz de recuperar a la mayor parte de los espectadores perdidos con el inicio de la pandemia y enfrentándose a un cambio en los hábitos de consumo que pone en peligro su mera existencia, ¿conseguirán sobrevivir las salas de cine a la coyuntura actual?

«El Covid ha sido un terremoto para los cimientos de la industria y también para nosotros», admite Fernando Lobo, responsable de comunicación de los Cines Embajadores. El impulsor de una de las salas más jóvenes de la capital, situada en el barrio de Lavapiés y que abrió sus puertas en el verano de 2020 tras retrasar la inauguración por la primera ola, califica de «cuestión de supervivencia» el estado actual del sector. «El balance desde la apertura es positivo, pero uno siempre tiene una parte de resquemor, de amargura, porque la industria no se recupera y la gente no acaba de volver a la sala. Mucha gente sigue teniendo miedo de ir al cine, sobre todo, los de más edad», añade.

Los datos confirman sus sensaciones. La caída de ingresos del mercado cinematográfico con respecto a 2019 se cifra en un 60%, con los mayores de 35 años –especialmente, las mujeres– como los más reticentes a recobrar el hábito, un estrato demográfico clave para los cines de barrio y/o independientes. Ann Sarnoff, CEO de Warner Bros, sostenía recientemente que para que el sector vuelva por sus fueros necesitan el regreso «de todo el gran espectro de edades y gustos» y que actualmente solo «las películas de acción, de superhéroes y de terror», hechas para un público menos temeroso al contagio, eran capaces de vender entradas.

La polarización no es una característica exclusiva del panorama sociopolítico actual: en la taquilla global, franquicias adrenalínicas como Fast & Furious, James Bond y toda la gama superheroica de Marvel se alzan como los únicos éxitos del curso. ¿Acabará siendo la experiencia cinematográfica un terreno vedado a todo lo que no sea una gran superproducción palomitera, las llamadas ‘película-evento’? A falta de respuesta, lo cierto es que productos pensados para un público más adulto como West Side Story, El último duelo, La casa Gucci o Última noche en el Soho no han cumplido con las expectativas recaudatorias puestas en ellos.

La industria nacional tampoco ha escapado del desastre. El cine español cierra el curso con una taquilla cercana a los 40 millones de euros, por debajo incluso de los datos del año pasado, para marcar así la peor cifra de recaudación de lo que llevamos de siglo. Pese a que estrellas del calibre de Penélope Cruz o Javier Bardem lideran algunos de los estrenos nacionales de la temporada, solo Santiago Segura ha sido capaz de lograr una asistencia masiva a las salas con su comedia familiar A todo tren: Destino Asturias. Y la sexta ola de la Covid-19 ha vuelto a trastocar ahora los planes de recuperación tras los brotes verdes que se dejaban entrever en el tercer trimestre del año. «Las perspectivas que teníamos de la campaña navideña eran muy distintas. El ambiente de preocupación, o la reducción del aforo, no son factores propicios para las salas», asegura el director de la productora productora española A contracorriente, Eduardo Escudero.

A esta tormenta perfecta se le une el auge y consolidación de las plataformas de streaming, que tomaron el testigo de los cines cuando estos se vieron obligados a cerrar por la crisis sanitaria y estrenaron buena parte de las películas destinadas a la pantalla grande. Sobre todo, esos lanzamientos de clase media con los que captar al público que sigue rehuyendo las salas. La comedia apocalíptica de Netflix No mires arriba, con un reparto estelar liderado por Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep. «El streaming va a ser el mayor enemigo de los cines», advierte en un artículo de la NBC el analista especializado Jeff Bock, «se están llevando a los mayores talentos de la gran pantalla a un ritmo jamás visto antes en la industria y con contratos enormes».

Según apuntan los expertos, habrá que esperar a 2023 para que las salas recuperen los niveles de asistencia previos a la pandemia, aunque la consultora británica Gower Street anticipa un crecimiento de hasta el 58% para el próximo año con respecto a 2021. En la vanguardia para salvar el modelo de exhibición convencional de la extinción se encontrarán dos de las figuras más vocales en su defensa: el megalómano James Cameron con la secuela de Avatar y un Tom Cruise que tratará de reivindicar la experiencia cinematográfica con actualizaciones de sus franquicias más icónicas: Misión Imposible 7 y Top Gun 2.