Una novela negra escrita a cuatro manos -e incluso a seis, como el caso de Carmen Mola- no es algo inusual, pero es poco corriente que sean una madre y un hijo los autores, algo que han hecho Beatriz Roger y Luiso Soldevilla con 'Marismas', una historia ambientada en una costa Brava invernal.

"La gente se sorprende, pero ha sido más sencillo de lo que parece desde fuera", ha indicado a Efe Luiso Soldevila sobre la colaboración literaria con su madre, una experiencia muy buena que esperan repetir, asegura.

Rigor en el trabajo de escritura, distribución de capítulos y correcciones conjuntas han estado en la base de esta novela de madre e hijo, que comparten su interés por la lectura, sobre todo de novela negra, han señalado los autores sobre esta obra, publicada por Planeta.

Beatriz Roger (Barcelona, 1965), que se dedica a la rehabilitación de personas con adicción, se graduó en Criminología y de ahí proceden sus conocimientos para dar las necesarias "pinceladas" a los delitos de los que escribe, mientras que Luiso Soldevilla (Barcelona, 1990), que trabaja en distribuidoras y productoras de cine, ha aportado su visión audiovisual a la trama, en un trabajo que, dicen ambos, ha sido muy compartido.

Estaban de acuerdo en no escribir una novela negra "excepcionalmente macabra" aunque 'Marismas' habla de "lo peor, que es no saber, la angustia ante lo que puede haber sucedido", dice Beatriz Roger. Y de víctimas infantiles y de una mente perturbada.

La acción transcurre en las marismas del río Ter, en Llafranch (Girona), una zona donde pasan muchas temporadas los autores y que, más allá de su faceta veraniega, ofrece en invierno "otra cara mucho más oscura" cuando se convierte en un sitio solitario, especialmente cuando arrecian los temporales.

"No dudamos en ningún momento en situar allí la novela", dice Soldevilla, que explica cómo con esa otra cara de la zona "se puede llegar a construir un territorio" perfecto para la trama.

La historia comienza pocos días antes de Navidad, cuando una niña desaparece sin dejar rastro en el jardín de un hostal, donde ha llegado a pasar sus vacaciones en familia el detective Nico Ros, que será contratado por un conocido narcotraficante de la zona y amigo de la infancia del policía para reforzar la investigación oficial.

Se trata de un investigador "que se sale de la norma", dicen sus creadores, que se confiesan cansados de los detectives "amargados" que proliferan en la novela negra.

Y explican cómo han querido que la presencia "alguien o algo" que observa a los protagonistas planee durante toda la novela para que el lector se sienta también vigilado y para que al final de la historia se pueda responder a la pregunta: "¿Qué es una mente perturbada y por qué?.