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El rescate de "Manuel", el cómic maldito que normalizó la homosexualidad

Publicado por etapas, se publicó en 1983, y sirvió para normalizar las relaciones entre dos hombres

Dos viñetas de «Manuel», el cómic que sirvió para normalizar las relaciones homosexuales.

En noviembre de 1983, nace La Luna de Madrid, la revista que va a captar como nadie La Movida. Está en el lugar y el momento oportuno. Entre sus ejemplares destaca un cómic obra de Rodrigo Muñoz Ballester. Se titula ‘Manuel’ y se convierte rápidamente en un fenómeno entre los lectores. Abordar el amor entre dos hombres a través de la lírica, la pulcritud y el dibujo academicista. Fue un bofetón a lo establecido.

Casi 40 años después, la editorial Cielo Eléctrico acaba de reeditar el cómic que revolucionó el género a principios de los años 80, tanto por su virtuosismo en el dibujo, como por su naturalidad al abordar la relación sentimental entre dos hombres. «Para mí es una de las obras más importantes de cómic español. Podríamos hablar de Paracuellos, de Carlos Giménez; de Raya, de Micharmunt; de Estrella Lejana, de Daniel Torres; y de Manuel, de Rodrigo. A pesar de ello, tengo la sensación de que el propio Rodrigo no es consciente de la importancia de su trabajo. Creo que para él es algo más personal que artístico», comenta el experto en cómics Álvaro Pons.

Rodrigo Muñoz Ballester recuerda cómo surgió: «Dibujar Manuel no fue algo premeditado. Por ello, en todo este tiempo no me he dado cuenta de lo importante que ha sido. Empecé a valorarlo el otro día en la cama, cuando me puse a leer esta nueva edición. Vi la página en la que aparece la habitación de la casa, en la que incluso hay un dibujito de un cuadro de Antonio López de la Gran Vía. Ahí pensé: ‘¿Pero cómo pudiste hacer esto?’. Todo dibujado con un Rotring, que es súper duro y que rasga el papel... En el fondo, solo quería contar mi historia», reconoce el autor.

La historia de ‘Manuel’ comenzó un día de verano de 1976 en la piscina de Lago de la Casa de Campo de Madrid. Allí, Rodrigo vio por primera vez a Manuel y se quedó prendado. Después de varios chapuzones e intercambiar algunas palabras, el artista le propuso que se fueran a tomar algo juntos. «Habíamos quedado en las gradas de la piscina. Me fui a las gradas, no le vi, y esperé un ratito. Pensé: ‘Bueno, lo normal es que un chicazo así pase por completo de un tío rarete que le habla de no sé qué…’. Y cogí, como siempre, con este carácter melancólico depresivo que tengo, y me fui al metro», recuerda Rodrigo en una entrevista mantenida con el artista Pepe Murciego que, junto a otros materiales como bocetos y cuadernos de notas, se incluye en la nueva edición de ‘Manuel’.

Justo en el momento en el que iba a entrar en el vagón, Rodrigo dejó a un lado el derrotismo y pensó que tal vez ese chicazo sí habría acudido al encuentro. Esperanzado, dejó marchar el convoy y, con el corazón en un puño, regresó a la piscina donde, efectivamente, le esperaba Manuel. A partir de entonces, los dos hombres comenzaron a hacer planes juntos. Quedaban en un bar, iban al cine, a discotecas de la popular cadena Consulado, hasta establecer una relación desigual, en la que Rodrigo se sentía claramente atraído por un Manuel que no le correspondía.

Para canalizar esa pasón, Rodrigo decidió volcar en un cómic aquellas cosas que vivían juntos, al tiempo que aprovechaba el dibujo para fantasear con las que le gustaría que sucedieran. «Así, entre nosotros, no sabía que estaba haciendo un cómic. Yo no estaba en ese gremio. Ni siquiera sabía de cómics. A mí siempre me gustó Vázquez, no Ibáñez, sino Vázquez, porque hacía las Hermanas Gilda, pero poco más», recuerda Rodrigo que, cuando ya llevaba varias páginas dibujadas, decidió presentárselas a la revista El Víbora, que rechazó su publicación. Poco tiempo después de esa negativa, Borja Casani le propuso publicar ‘Manuel’ en una revista que estaba a punto de lanzar: La Luna de Madrid.

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