Fue "una reinona increíble", una mujer inolvidable que inventó en España el oficio de agente literaria. Un personaje insólito e irrepetible, no solo como "traficante de palabras", sino también como la mamá grande de algunos de los mejores escritores de su tiempo, entre ellos los Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas LlosaCarmen Balcells murió en 2015 y dejó una herencia ingente de amistad y de genio. Su vida extraordinaria ha sido narrada ahora por una de sus grandes amigas, la académica Carme Riera, pupila de la agencia que ahora dirige Lluis Miquel Palomares, el hijo de Carmen. El libro Carmen Balcells, traficante de palabras (Debate) son quinientas siete páginas sobre una historia humana inigualable.

¿En qué momento decidió el tono del libro? Porque podía haber hecho un libro de confesiones de un amiga y ha optado por reafirmarse como una investigadora literaria.

Es que yo quería constatar muchas cosas que se decían, y la única manera de hacerlo era documentar. Un estudio documental necesita un tono distinto a una cosa más periodística o más confesional, como dices.

¿Y eso a qué le obligó?

A no beatificarla, porque ella no quería eso. Y yo estuve de acuerdo. 

¿Por qué habría que haberla beatificado?

Porque era la gran papisa de la literatura. Y los papas, como tú sabes, suelen ser beatificados. Era la gran papisa por todo lo que consiguió para nosotros, por esa famosa ‘clausula Balcells’ incluida, gracias a ella, en los contratos con las editoriales. Por eso merece la beatificación y la santificación por parte de los autores. Hay otros aspectos por los que, según los editores, ella no merece la beatificación. Pero como yo no soy editora, sino autora...

Carmen era una leona dispuesta a todo por sus autores y, como había algunos editores que eran medio abusivos, la odiaban

Por qué razones los editores la hubieran mandado al infierno?

Algunos, no todos. Pues porque consideraban que Carmen era una leona dispuesta a todo por sus autores y, como había algunos que eran medio abusivos, la odiaban. Ella puso coto a los malos manejos.

¿No cree que en algún momento se pasó?

No. Bueno, a ver, ella era exageradísima, pero… si no llega a pasarse un poquito, no habría conseguido todo lo que consiguió para los autores. 

¿Su carácter venía de fábrica o fue haciéndose debido a su profesión?

Yo creo que el carácter le venía de fábrica. Si te fijas en su correspondencia con Salinas, él reconoce que un día ella puso orden en su librería. Y eso me llamó la atención, porque quien se atreve a ordenar la librería de un editor, también se atreve a ordenarle la cabeza, ¿no? A medida que ella fue creciendo como agente, ese carácter fue consolidándose. 

La agente en su despacho en los años 90. DANNY CAMINAL

¿Ella creó el oficio de agente literaria?

Ella lo creó, sí. Porque antes de ella, no había mujeres agentes en el mundo hispano. Ella se refería a lo que hacía como "este oficio tan bestia". Y tal vez sin su carácter feroz no habría hecho tantas cosas. Pero dime tú si no es así, tú que la conociste.

Es así.

Pues ya está.

¿Qué cualidades compartían su personalidad y su trabajo?

Su generosidad absoluta. Te mandaba flores, te consolaba, hacía de mamá. Si hacía falta que te hiciera unos macarrones, te los hacía. Mira: si ella confiaba en un autor y no lo conseguía editar, ella misma costeaba la edición. Eso es el 'summum' del cariño hacia los escritores.

En ese sentido, dejó una especie de "herencia envenenada" a su hijo. Sin embargo, él le ha dado un giro bastante interesante: sin hacer ruido, hace lo que ella hizo.

Claro. Ella no confiaba mucho en Lluis Miquel y, mira, lo ha hecho muy bien: no ha vendido la agencia y seguimos los mismos, tanto su equipo como sus autores. También es verdad que echamos mucho de menos a Carmen. Yo, todo los días. 

Ella no sólo influyó en el oficio de agente literario, sino también en el de editor y en el de escritor. Este sector no sería hoy lo mismo sin su paso por este mundo.

Así es. Hay un antes y un después de Balcells. Para los escritores y para los editores. Por lo que ella consiguió. Sin duda.

Relata su relación con sus amigos y conocidos. ¿Quiénes eran sus verdaderos amigos?

Sus amigos eran los Polo. Los llamados ‘Alberticos’, un matrimonio de Zaragoza. Ella decía siempre que, si llegaba el momento en que necesitara dinero, ellos la ayudarían porque eran incondicionales. Y verdaderamente lo eran. También Nélida Piñón. Y Lluis Izquierdo y Ana Ramón. O los Feducci, desde el momento en que se los presentó García Márquez. Ella tenía mucha capacidad de seducción social. Con su médico también. José Luis Sampedro, entre sus escritores, también era para ella un referente. Olga Lucas, la viuda de Sampedro, también. Porque ella era capaz de entrar en el alma de los demás con sus palabras. 

Muchas veces viene a mi memoria como si estuviera viva.

A mí me pasa también. Porque cuando se murió, yo nunca me lo creí. ¡Me parece tan raro pasar frente a su casa y que ella no esté! Y no he borrado su número del móvil. 

¿Quiénes eran sus amigos editores y sus amigos escritores?

Escritores… pues mira: Vargas Llosa y García Márquez eran sus íntimos. Nélida Piñón, Sampedro, Mendoza, Vázquez Montalbán, Isabel Allende, Manuel de Lope… Sus autores representados eran, además, sus amigos. En cuanto a los editores, José Manuel Lara. Lara fue muy amigo. Y los hijos de Lara, también. Es decir, no era enemiga de los editores. En todo caso, era enemiga de los malos editores. Daniel Fernández, otro amigo. Y Ricardo Rodrigo, de RBA, al que tanto quería. Me dejo a muchos, seguro.

Esas relaciones tuvieron altibajos. ¿Cuál fue para usted su principal fracaso emocional? 

Cuando uno de sus representados se marchaba. Por ejemplo, Luis Goytisolo. Cuando él se fue de la agencia, Carmen se lo tomó como un fracaso sentimental, como si la hubiera abandonado su amante. Y así con otros. Algunos se iban y luego volvían, y ella lo vivía como el regreso del hijo pródigo. 

¿Cómo reaccionó ella ante rupturas tan increíbles como la que protagoniza 'El jardín de al lado', de José Donoso? 

Eso no le importó mucho. Porque ella no quería a los Donoso. No sé por qué razón. Y por tanto, lo de E'l jardín de al lado' no le molestó demasiado. De eso estoy segura, lo hablé con ella. No le afectó.

¿Cuáles fueron sus lágrimas más verdaderas? 

Cuando no podía estar junto a su hijo. Como tantas mujeres que trabajamos, una se aleja de ellos y lo pasa mal.  

Hay cosas que son difíciles de contar para alguien que fue tan amiga de la retratada. Por ejemplo, la arbitrariedad que tantas veces la adornó y su peculiar relación matrimonial. 

La relación con su marido… yo la califico de fraternal. Es decir, de hermanos que se pelean. De pronto estábamos cenando y ella empezaba a insultar a Lluis, lo mandaba callar y tal. O decía que un marido sirve para que te suba la maleta al altillo y nada más. Pero cuando él murió, ella me dijo: "nunca pensé que iba a llorar tanto". Bueno, pues era porque había cariño. 

Ella, en realidad, hubiera querido ser Dios. Para organizarlo todo"

Ella decía que, de no haber sido agente literaria, hubiera querido ser ministra de justicia.

Exacto. Ministra de justicia. Y también directora de Iberia. Pero yo creo que, en realidad, ella hubiera querido ser Dios. Para organizarlo todo. 

Sentada en su mesa, ordenándolo todo, ¿en qué momento la vió más humana?  

Cuando se ocupaba de las personas que la atendían. Un día fue, en silla de ruedas, a abogar por una persona que trabajaba con ella y querían timarla. Eso me pareció estupendo. Y con alguna de sus empleadas, prácticamente hacía de madre. 

Recoge muchos testimonios. El que más me emocionó es el de Nuria Rodríguez, secretaria de la agencia. 

Sí. Porque Nuria fue la hija que no tuvo. 

¿Cómo llevó ella la crisis entre Mario y Gabo?

Nunca hizo el más mínimo comentario. Los periodistas le preguntaban y ella siempre callaba. Lo debió de vivir con tristeza, porque ella quería mucho a los dos. Yo creo que ella tenía las dos versiones y lo sabía todo y… fue discretísima. 

Con Gabriel García Márquez, en su oficina de La Diagonal barcelonesa. PEPE ENCINAS

¿Y la ruptura de Cercas con Toni López cuando abandonó Tusquets, a la que recientemente ha vuelto? 

De ese episodio sí que hablaba. Y, además, yo le pregunté a Cercas y él me mandó la carta de despedida que le hizo a la editorial. Ella lo vivió mal, con tensión, porque tenía cariño a Toni López, pero le pareció que tenía que defender a su autor. 

¿Balcells se fue con algún secreto que usted hubiera querido desvelar?

Con muchos. Yo sé cosas de su vida sentimental que no he contado. Pero hay algo que me preocupa y que no he podido averiguar: nunca le pregunté por qué se llamaba Carmen, por qué le puso su madre ese nombre.

Rosa Montero le dijo que era una reinona increíble. ¿Qué otro adjetivo le parece mejor para Carmen Balcells?

Yo añadiría muchos de los piropos que le echaba García Márquez: 'superwoman', le decía. Porque ella era capaz de resolverlo todo. La de genio, le encaja. Y la de papisa, que tanto me gusta.