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Novedad editorial

Manu Chao, crónica de una desaparición

El británico Peter Culshaw sigue el rastro del esquivo músico parisino por todo el mundo en 'Clandestino. En busca de Manu Chao', una biografía que es, a la vez, libro de viajes y novela de aventuras

Manu Chao, durante un concierto, en una imagen de archivo. EFE

Cuando en 2001 Peter Culshaw recibió un encargo del diario conservador ‘Daily Telegraph’ para entrevistar a Manu Chao en Barcelona con ocasión del lanzamiento del elepé ‘Próxima estación… Esperanza’, este periodista, escritor y músico británico ya era un admirador bastante ferviente de la obra del escurridizo cantautor nacido en París en 1961 y, muy particularmente, de su disco ‘Clandestino’ (1998), que aún hoy considera “mejor que ‘Sgt. Pepper’s…’ o que cualquier otro”. Aun así, aquel día en el Bar Glaciar de la plaza Reial, decidió aplicar a la entrevista un enfoque poco complaciente, casi hostil, y, después de señalar que Manu Chao se dedicaba a reciclar una y otra vez los mismos sonidos, le soltó: “Todas tus letras suenan como si las hubieras escrito fumado, como si escribieras lo primero que te viene a la cabeza”. Lejos de incomodarse, el músico soltó una risotada y respondió: “Así es exactamente como escribo”. Desde aquel momento, Culshaw quedó atrapado por la personalidad de Chao y en su cabeza empezó a fraguarse la idea de dedicarle no solo un reportaje sino todo un libro.

El resultado, ‘Clandestino. En busca de Manu Chao’ (que Libros del Kultrum acaba de publicar en castellano, casi nueve años después de que viera la luz el original inglés), es una biografía tolerada (que no explícitamente autorizada), pero es también mucho más que eso: un fascinante libro de viajes, un manifiesto político y una novela de aventuras cuyos protagonistas recorren Colombia en tren en compañía de una troupe de payasos y un dragón lanzallamas, se ven envueltos en un enfrentamiento entre bandas de narcotraficantes mexicanos, se alojan en un hospital psiquiátrico de Buenos Aires y en un campamento de refugiados en Argelia, beben en un montón de bares, de París a Río de Janeiro y de Brixton a Nueva York, y, finalmente, desaparecen.

“Mi propósito era descifrar en la medida de lo posible el misterio que rodea a Manu Chao, saber qué es lo que le impulsa, pero diría que lo conseguí solo a medias, porque, pese a todo el tiempo que pasamos juntos, en muchos aspectos sigue siendo una persona indescifrable para mí”, explica Peter Culshaw desde Salvador de Bahía, donde está estos días grabando un disco. Según relata, hasta el ‘modus operandi’ para la confección del libro parecía guardar más relación con una trama de espías que con una biografía al uso: “De repente, el teléfono sonaba y se me daban instrucciones con unas coordenadas de lo más imprecisas: ‘¿Puedes quedar en un café de una plaza de Madrid el próximo sábado?’. Todo era un tanto misterioso”.

De Sèvres a Malí

‘Clandestino. En busca de Manu Chao’ se estructura en dos partes. La primera, más lineal, repasa la trayectoria de José Manuel Tomás Arturo Chao desde sus inicios a principios de los años 80 en un trío de rock’n’roll de barrio llamado Joint du Culasse hasta su trabajo como productor para el dúo maliense Amadou & Mariam en 2005, pasando por su flamígera etapa como ‘frontman’ y principal fuerza motriz del grupo Mano Negra, por los años de oscuridad y confusión que precedieron al lanzamiento de ‘Clandestino’ y por las explosivas y muy anómalas giras con las que el músico trató de surfear la ola del enorme éxito que obtuvieron tanto ese disco como su continuación, ‘Próxima estación… Esperanza’. La segunda parte, casi un dietario de los viajes que el autor hizo por todo el mundo persiguiendo al esquivo Manu, se corresponde con el periodo en el que la actividad musical del autor de ‘Desaparecido’ empieza a difuminarse en una larga serie de proyectos laterales a los que resulta difícil seguirles el rastro.

De hecho, el último elepé de estudio de Manu Chao en solitario, ‘La Radiolina’, se remonta a 2007. Desde entonces, el hombre ha publicado alguna referencia en directo, ha colaborado en discos de otros artistas, ha grabado canciones dispersas que ha distribuido de forma gratuita en internet y se ha mantenido alejado de los circuitos convencionales de conciertos y giras. Este empeño irrenunciable en operar al margen de las normas del negocio musical entronca con los años de Mano Negra, un grupo que, en palabras de su mánager Bernard Batzen, “podía haber sido tan grande como U2” si solo hubiera promocionado sus álbumes debidamente en lugar de embarcarse en “aventuras quijotescas” como hacer una gira de cuatro meses por América Latina… ¡en barco!

"Una promesa incumplida"

Culshaw comparte el juicio de Batzen y entiende que, tras la cima de ‘Clandestino’, haya quien considere la carrera de Manu Chao como “una promesa incumplida”. “Yo solía decirle que lo que debería hacer es meterse en un estudio con alguien como [el productor brasileño] Jacques Morelebaum y grabar un disco en tres semanas, a la vieja usanza. Pero, por supuesto, él ha ignorado siempre ese tipo de consejos porque no quiere traicionar su independencia. Al fin y al cabo, esa costumbre de torpedear sus propias expectativas es parte de su atractivo. Y si lo que le apetece ahora es publicar canciones a medio hacer en internet, pues bien por él. Al menos, Manu Chao ha publicado un álbum que tiene la consideración de clásico, y eso es más de lo que pueden decir casi todos los músicos del planeta”.

Le pregunto a Culshaw si esa voluntad de mantener un perfil bajo, casi (ejem) clandestino, no es en parte producto de la frustración que Chao siente al constatar el limitado impacto social que tiene la música en el mundo contemporáneo. “Es una reflexión interesante -responde-. Él aspira a cambiar la vida de la gente con su música, y creo sinceramente que en muchos casos lo ha logrado. Pero sabe que no puede cambiar el mundo. No en la medida en que pudieron cambiar el mundo los Beatles o Bob Marley, porque hoy la música ha dejado de ser relevante para los jóvenes, que prefieren centrarse en cosas como la tecnología o el dinero. Por eso insiste una y otra vez en que lo único que verdaderamente tiene sentido es intentar cambiar tu barrio. Y eso es lo que hace”.

Miedo a la depresión

El barrio de Manu Chao, en el momento de escribir estas líneas, es el Poblenou de Barcelona (antes vivió un tiempo al lado de la plaza Reial). Pero en muchas ciudades de todo el mundo hay barrios que el músico puede reclamar como ‘suyos’, puesto que el nomadismo ha sido uno de los rasgos más permanentes de su esquiva personalidad. Peter Culshaw es también un viajero compulsivo y apela a su propia experiencia para apuntar que ese deseo continuado de estar en otro sitio tal vez esconde cierta incapacidad para lidiar con las imposiciones y los compromisos de la vida adulta. “Creo que en su actitud, como en la mía, hay un miedo grande a la rutina y a la depresión que puede ser combatido con la aventura que brindan los lugares nuevos. Me dijeron que [Manu Chao] había estado haciendo terapia, pero él nunca habla de ello. En cualquier caso, es innegable que viajar le ha abierto los ojos a otras culturas y músicas y a un gran número de injusticias. Y que él, a diferencia de otros artistas, siempre ha estado dispuesto a aprender y a implicarse”.

Culshaw publicó su libro en 2013. Desde entonces, apenas ha vuelto a tener contacto alguno con Manu Chao. De vez en cuando le llegan mensajes procedentes del entorno del músico, pero nunca directamente de él. “Su novia dijo que le leyó el libro y que le gustó”, relata. La presencia del pronombre ‘le’ sugiere que el biografiado ni siquiera se molestó en leer el libro por sí mismo. O que, simplemente, no quiso admitir que lo había hecho para no tener que dar una opinión. El autor asegura que no se lo tiene en cuenta, aunque sí admite que siente que su relación de amistad se quedó, de alguna manera, “a medio camino”. Tal vez Culshaw debió escuchar con más atención la advertencia que Manu Chao le hizo en uno de sus encuentros: “Nunca conozcas a tus héroes”.

El Indiana Jones de la 'world music'

Lo menos que se puede decir del autor de ‘Clandestino. En busca de Manu Chao’ es que, como personaje, está a la altura de su biografiado. Considerado uno de los mayores especialistas británicos en esa heterogénea amalgama de estilos que se dio en llamar ‘world music’ (Malcolm McLaren lo describió como "el Indiana Jones de las músicas del mundo"), Peter Culshaw ha viajado por los rincones más recónditos del planeta, del África Central a Siberia y de India al Amazonas, en busca de sonidos y experiencias. En su asombroso currículum figura el dudoso logro de haber propiciado la bancarrota de la publicación ‘The Observer Music Magazine’ con un carísimo reportaje sobre los pigmeos congoleses. “Costó unas 20.000 libras [24.000 euros] -explica-. Cada varias semanas me llamaba alguien de la redacción pidiéndome los recibos, y yo le explicaba que cada vez que pagaba un soborno a un funcionario o un militar, y en el Congo tuve que hacerlo muchas veces, no podía pedirles un recibo”.

Culshaw ha estado también involucrado, como compositor, productor o simple consejero, en un buen número de proyectos musicales. Es una faceta que se remonta a sus años escolares, cuando formó una banda de glam-punk con algunos compañeros. Uno de los chicos que aspiraba a entrar en el grupo y fue rechazado se llamaba Bruce Dickinson y acabó ganándose la vida como cantante de Iron Maiden. “En aquel tiempo éramos unos esnobs terribles y no nos pareció que Bruce fuera suficientemente ‘cool’ para el grupo. Supongo que puede decirse que él fue el último en reír”.


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