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Riqueni: "Paco de Lucía decía que mis arpegios no los llegaba a hacer"

El genio de Triana ha recuperado su esplendor artístico tras superar un trastorno bipolar y pasar 14 meses en la prisión de Sevilla después de que Enrique Morente lo rescatara del sofá de la academia flamenca Amor de Dios de Madrid: "Él fue mi voz. Me salvó la vida, me abrió su casa y me pagó los médicos"

El guitarrista Rafael Riqueni (Sevilla, 1962).

Intentar hablar con el maestro Rafael Riqueni (Sevilla, 1962) no es fácil. Es un guitarrista que solo está gobernado por el instinto de su música, por la propulsión de su sentimiento. Conversa despacio, sin encorsetamientos, masticando cada idea mientras se pide un vino en la cafetería del AVE camino de Sevilla. Ahora llega al Teatre Talia para presentar su nuevo disco, «Herencia». Porque él es el legado de sus preceptores: Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar.

Mañana presenta «Herencia» en el Teatre Talia.

Es un concierto de guitarra solista de más o menos dos horas. Tocaré una parte del disco «Herencia», otra parte del disco «Parque de María Luisa» y unos pasajes de «Nerja», el proyecto que presenté en el Théâtre national de la Danse de París.

¿Cuál es su objetivo en València?

Aquello que más me preocupa, que también es lo que me aporta más inseguridad antes de un concierto, es que pueda expresar y que el público disfrute con mi música.

¿Qué significa expresar?

Expresar es sentir a través de la guitarra, un instrumento muy cálido que ofrece diferentes posibilidades de expresión. Quiero decir, conforme se coloque la mano derecha, conforme ataque la cuerda, nace milagrosamente un sonido u otro. Cuando ocurre eso es una maravilla.

¿Qué tiene que ocurrir en el artista para que exprese?

Hay que estar inspirado, con un estado de ánimo especial. Para mí, es muy importante la prueba de sonido porque según la resonancia del auditorio, te llega más la música o no. Además, también influye que las manos estén bien, el tacto con la guitarra sea adecuado y la predisposición al concierto sea buena. Ahí es cuando surge la magia en el escenario.

La magia del flamenco.

Sí, para que surja tiene que haber duende. El duende es algo que viene en un momento determinado y que aparece, pero no sabría decirte cómo. Además del duende, por supuesto, es muy importante la técnica en el toque.

¿Cómo entrena la técnica?

Por la mañana, estudio las escalas cromática, diatónica y tono. Por la tarde me dedico a tocar libremente, a componer mis inquietudes, mis discos. Mi técnica es tener la mano bien alineada a la guitarra para tener precisión a la hora de pulsar la cuerda.

La mirada del maestro impacta. Levante-EMV

¿Se nace flamenco o se hace?

Soy flamenco desde que me parió mi madre. De niño, en la escuela, tenía una banqueta de madera en la que hacía el compás de los palos flamencos con la mano durante las clases. Era inevitable.

Su tía María Jiménez, cantaora de copla, es el único antecedente flamenco en su familia.

Sí, fui guitarrista de ella hace muchos años y gracias a esa etapa aprendí el ritmo, el saber estar en un escenario. La copla en general me ha enseñado los tonos de la guitarra.

También tocó junto a Isabel Pantoja y Rocío Jurado.

Era muy joven y me distraía con la barra de los bares y las mujeres y siempre me decían: «Niño, tienes que estudiar más». Con una mirada me entendía con Isabel porque teníamos mucha complicidad, un feeling especial. Me transmitía mucho porque llegó a gustarme, pero no fui capaz de decírselo.

Su padre le llevaba a todos los conciertos de Paco de Lucía.

Y luego nos metíamos en el camerino para estar con él. A mí me quería mucho porque me había visto crecer y teníamos una relación bonita, de amistad pura. En un festival homenaje a Manolo de Huelva, en el campo de fútbol del Recreativo, me cogió de la mano y me llevó hasta una portería. Y allí, solos, me enseñó a tocar el trémulo de la Taranta.

El maestro fue el primero que apostó por usted.

Él pensaba que yo tenía facultades de guitarra solista. De joven, me salió una gira por Alemania, no fui y se molestó conmigo. Él siempre me decía que había que ir al extranjero a tocar porque es donde estaba el dinero.

¿Qué aprendió de Paco de Lucía?

La disciplina por encima de todo. Me decía que mis arpegios y ligados él no los podía tocar. También me decía que me faltaba rapidez en las escalas, pero que era cuestión de trabajo porque tenía mucha música dentro que expresar. Fue un hombre fuera de lo normal, un auténtico genio.

Luego estudió con Manolo Sanlúcar.

Él fue realmente la persona que me enseñó a estudiar la guitarra. Pasé temporadas muy bonitas en su casa de Sanlúcar de Barrameda.

¿Qué significa Enrique Morente para usted?

Fue mi mejor amigo y me salvó la vida cuando estaba durmiendo en el sofá de la Academia flamenca Amor de Dios de Madrid y me abrió su casa. Él también me pagó los médicos cuando tuve problemas psicológicos. Él fue mi voz, el cantaor que más me expresaba para acompañar. Tenía un eco en su cante que me cautivaba.

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