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Crítica de danza

Ideas en movimiento

Las jornadas centrales del festival han llevado a público y profesionales por una ajetreado itinerario con paradas en teatros y espacios singulares. En la plaza del Patriarca bailaron las compañías valencianas elegidas por convocatoria abierta para presentar piezas de calle. Los jovencísimos Mayte Tortosa y Víctor Fernández unieron técnica contemporánea con movimientos de danzas urbanas en una primera pieza de líneas claras y transcurso sereno. Curtido en compañías grandes, el alicantino Carlos Peñalver lidera ahora su propio proyecto creativo. Acompañados por el violín en directo de Rubén Martínez, los cinco bailarines de la pieza (entre ellos el coreógrafo) fueron dibujando con eficacia secuencias ligeras con un contacto corporal constante. La potencia del viento de la jornada agitaba los vaporosos vestidos, amplificando la sensación de movimiento en los diferentes juegos grupales. La de Carlos González y Seth Buckely fue la pieza que puso el final energético a la sesión. Un dúo chispeante y de ritmo contagioso que funcionó como metáfora de la libertad y bienestar que otorga el movimiento.

La de Sandra Gómez es una creación que amplifica sus investigaciones previas en torno a la relación del movimiento con el sonido, sumando la luz al foco de interés. Con un elaborado sistema de amplificación del sonido a cargo de Javi Vela y de activación lumínica, de la mano de Carlos Molina (ambos presentes en el escenario), van creando una coreografía total que incluye el movimiento de la bailarina, la respuesta de los efectos sonoros ante su movimiento y los juegos de luz que se activan in situ. Un directo que recoge lo que allí sucede y filtra al instante para el espectador, una improvisación pautada que genera una creación única. Desde una parte inicial de gestos mínimos hasta la explosión de ritmo y baile en el entrenado cuerpo de Gómez, la sorpresa mantiene el tono de una pieza conceptual y muy física a la vez, en la que pensamiento, coreografía y tecnología confluyen de forma clara y eficaz.

La amalgama de influencias y formación de Antes Collado marca una carrera creativa intensa en la que avanza en su interés en pensar y ejecutar la danza desde parámetros no convencionales. Después del éxito de Crisálida se embarcó en Zoo, solo estrenado en el festival Grec el pasado julio, una pieza que sigue en proceso de mutación conforme toma cuerpo y músculo. Una propuesta de sugerencias, un juego, en ocasiones con mucha ironía. Collado presenta una primera parte alusiva a los bailes de salón que él mismo practicó. Muestra la disciplina en su exageración en una escena que lo lleva hasta casi desaparecer. En la segunda parte se adentra en el hueso de su idea, mostrando sin enseñar, estirando al límite la interacción con los elementos escénicos. Llevando el cuerpo animal de paseo por lo onírico.

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