Encontrarse con Juan Vicente Martínez Luciano (Juanvi para los amigos) —en la universidad, en el teatro, en una cena—era siempre una experiencia muy enriquecedora. Su optimismo, su energía y sus conocimientos del mundo de las artes escénicas, de la dramaturgia y de la cultura anglosajona, su bonhomía y su sentido del humor lo convertían en una compañía difícilmente reemplazable.   

Con Juanvi había coincidido alguna vez en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la que él era profesor titular en el Departamento Filología Inglesa y Alemana y en la que yo imparto docencia de astronomía y cosmología en el grado de periodismo. Un día, a finales de 2017, le propuse que nos acompañara como vicerrector de cultura en una candidatura al rectorado de la Universitat que finalmente no ganó las elecciones. Dijo que sí sin titubear. En la campaña fui consciente de cómo los trabajadores de La Nau le apreciaban.

Durante estos últimos años, cada verano ha sido ineludible la visita a “Sagunt a Escena”. Martínez Luciano, como director de este festival, lo ha convertido en un referente cultural de primer orden. Los valencianos hemos podido disfrutar de espectáculos que antes se quedaban solo en Mérida o Almagro. Su tesón y dedicación infatigable a este proyecto es un legado que perdurará, ya que marcó una senda por la que los nuevos gestores siguen caminando.

Una vez le pregunté por el significado de una cita de Shakespeare en Hamlet: “Assume a virtue, if you have it not”. Me contestó que el sutil significado que el dramaturgo de Startford pretendía dar a estas palabras estaría más cerca de “simula una virtud, aunque no la tengas” que de una traducción más literal y añadía: “a veces los traductores podemos pasarnos horas (con decenas de diccionarios y glosarios) para matizar en la traducción lo que en el original es evidente”.

Aunque se jubiló como profesor universitario el pasado 31 de agosto, solo un mes más tarde me anunciaba que le habían propuesto para ser miembro, en calidad de personalidad de reconocido prestigio, del Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas presidido por la Ministra de Educación y Formación Profesional (su nombramiento apareció en el BOE el pasado mes de diciembre).   

Semanas antes de que estallara la pandemia recibí un mensaje de Juanvi: “Vicent, bon dia. L’estrena de Copenhague és dimecres 19 a las 20:00. Anem?”. Se trataba de la conocida obra teatral de Michael Frayn, una obra que el propio Martínez Luciano había traducido y versionado. La representación en el teatro Talia de aquel 19 de febrero fue impresionante. Juanvi sabía que para mí, que en 1986 llegué al Instituto Niels Bohr de Copenhague como estudiante predoctoral, esa obra tenía un significado especial. Quisiera acabar estas líneas de recuerdo con las últimas palabras de “Copenhague” que hacen referencia a instantes y lugares especiales de la vida, esos momentos y esos espacios que tuve la suerte de compartir con Juanvi y con Ana, su mujer: teatro, cena y tertulia: “Los árboles del parque. Los lugares amados. Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Preservados, posiblemente, por aquel momento tan breve en Copenhague. Por algún acontecimiento que nunca va a ser localizado o definido del todo. Por ese último núcleo de incertidumbre que subyace en el corazón de todo lo que existe”.