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José Saborit

José Saborit: "A veces la belleza de un muro desnudo supera lo que se pinta encima"

Sostiene que «hay cosas muy valiosas en el arte contemporáneo, pero también mucha ocurrencia ingeniosa y culto a la novedad»

José Saborit en su estadio de Russafa. Fernando Bustamante

El pintor, escritor, profesor y académico de San Carlos, José Saborit, publica un diario escrito en 2018 durante 72 días de vacaciones en su casa de Náquera, la misma donde le hace paellas a Luis Landero cuando viene por València. Un texto que dejó reposar y luego retocó, donde reflexiona sobre lo que mira, piensa y hace.

¿La perspectiva cambia con los años?

Claro, es uno de los aprendizajes que te da la edad, si no pierdes el tiempo. El haber habitado diferentes épocas y cuerpos da esa posibilidad de comparar.

¿A mejor?

En mi caso sí. Porque cuando más conoces tienes más libertad para comparar unas cosas y otras.

¿Estas reflexiones de 72 días estivales las hubiera podido escribir con 40 años?

Seguramente no, hay un tempo más lento que te da la edad.

¿Escribir es vivir y pintar es amar?

Es una buena forma de verlo porque la escritura procura una distancia y la pintura te acerca tanto a lo que pintas que lo tienes que tocar.

Sostiene que escribir sobre el pintar es igual que escribir sobre la vida.

Lo digo a propósito de la dificultad de no poder recoger nunca con la escritura todo lo que una pintura te da, como tampoco todos los sabores que puedes apreciar en la vida.

Por las páginas pasan pintores, escritores, y Antonio Cabrera.

Este libro tiene algo de homenaje a Antonio, al amigo y al poeta. Aparece en ocho ocasiones y la cita del principio: «Hay que recorrerte. Gracias, distancia». Toda una declaración de principios. Estamos en tiempos donde quieren abolirse las distancias, pero la distancia es buena porque nos obliga a recorrerla. Esa es la gran enseñanza de Antonio que viene a enhebrar los días de este diario.

La distancia es buena porque nos obliga a recorrerla, esa es la gran enseñanza de Antonio Cabrera

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La Calderona es el paisaje omnipresente en el libro.

Algo de clandestinidad hay en separarse de la rutina de la ciudad. Es un contrapunto necesario, y se aprecia cuando tras unos días en el monte regresas a la ciudad y escucha el fragor insidioso, las prisas. Pero no sé si sería capaz de pasarme toda la vida en el monte.

Escribe: «Cuesta cada vez más no estallar en carcajadas de risas, o de cabreo ante la inmensa mayoría de las ocurrencias del llamado Arte contemporáneo».

Me he despachado a gusto, cosa que no puedes hacer en las aulas.

¿Por qué?

Hay cosas muy valiosas en el arte contemporáneo, pero también mucha ocurrencia ingeniosa y culto a la novedad. Algo nuevo puede ser bueno o malo.

¿Se desprecia la experiencia?

Los criterios de calidad de esa experiencia es algo muy resbaladizo. Distinguir lo bueno de lo mediocre o de lo malo exige una finura perceptiva y un criterio que no todo el mundo tiene.

¿Qué piensa del arte digital?

Estoy un poco al margen.

¿Y del arte callejero?.

Hay aportaciones notables, aunque en muchos casos la belleza de un muro desnudo supera a lo que se pintan encima.

¿Quién es artista?

Quién logra tener una lectura singular del mundo.

¿La creación necesita un certificado?

Del arte se puede transmitir la técnica, el oficio se puede enseñar y transmitir. La creatividad ya debe venirle a cada cual de lo destilado de lo vivido.

¿Y en su caso?

Me ha costado mucho aprender a tomar la perspectiva adecuada para ver bien algunas cosas, y cuando lo he logrado me ha gustado compartirlo por medio de la escritura o la pintura. La experiencia te naturaliza el oficio.

José Saborit en su estudio de Russafa. Fernando Bustamante

En el libro pasa sus 30 años de docencia a horas de vuelo, como su tío, el aviador.

La universidad es un lugar insustituible para el aprendizaje. Desee ser profesor de Bellas Artes desde jovencito, ahora hay un proceso más burocratizado y un pragmatismo malentendido. Una de las misiones de la universidad debería ser la crítica a la cultura imperante, la actualidad y la tecnología.

¿Le molesta que alguno de sus antiguos alumnos le digan ‘viejo profesor’?

Al contrario. El apelativo maestro, que es más carcamal todavía, es el que utiliza George Steiner en sus Lecciones de los maestros, y la edad y la experiencia es un grado. Respetar a la experiencia de quienes han pasado por donde tú quieres pasar es algo muy importante.

¿Cómo hace para compaginar pintura y escritura?

Suelo escribir más por las mañanas cuando la cabeza está más fresca, dependiendo del proyecto que lleve entre manos. Suelo pintar más por las tardes. Eso es un día ideal, hay otros que ni pinto ni escribo.

Hay ciertas dosis de apocalipsis en «Perspectiva aérea».

Disfruto mucho de la vida. Soy más hedonista y vitalista que apocalíptico, pero considero que el rumbo que lleva este mundo es sumamente peligroso. Se está desdimensionando todo y el libro es una llamada a detenerse, subirse a una montaña, mirar y valorar las coas pequeñas de nuestras vidas sin atropellarnos.

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