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James Ellroy | Escritor

James Ellroy : "Escribo para mostrar y juzgar los pecados de los demás"

James Ellroy: "Me encanta divertirme con JFK y contar que tenía micropene. Pero a quién no aguanto es al ‘pinche puto’ de James Dean"

James Ellroy en la presentacion de Valencia Negra. Fernando Bustamante

John Wayne se travestía, Burt Lancaster torturaba a prostitutas ante la cámara de Fritz Lang y a James Dean le gustaba que otros hombres le apagaran colillas sobre el cuerpo. Alan Ladd era bajito y la tenía pequeña, pero no tan pequeña como el promiscuo John Fitzgerald Kennedy, al que además le gustaban las pastillas de todos los colores. Algunas de estas cosas son verdad y otras no, se las ha inventado James Ellroy (Los Ángeles, 1948) y se las ha contado a Freddy Otash, el protagonista de ‘Pánico’ (Random House, 2022), su última novela. Otash -el Cacique del Cotilleo, el malévolo monarca de la clandestinidad en el Los Ángeles de los años cincuenta- sí fue real, fue un expolicía metido a matón jefe de «Confidential», la revista sensacionalista que destapaba trapos sucios de los políticos izquierdistas y de las estrellas del Hollywood dorado.

¿Usted llegó a conocer a Freddy Otash, no? ¿Qué tal era?

Un saco de mierda. Conocí a Freddy en los tres últimos años de su vida, entre 1999 y 2002, y en la novela lo he puesto mucho mejor de lo que realmente era, infinitamente más guapo, elegante y encantador y con más conflictos morales. Porque la ficción es la ficción y yo hago lo que me da la gana con los personajes porque ya están muertos.

¿Disfruta ensañándose con sus personajes?

Sí, me encanta divertirme con JFK y contar que su miembro viril no tenía nada que ver con el de Freddy Otash, que era «el burrooooo» (lo pronuncia en español). Jack tenía un micropene. Que le jodan. Pero a quién no aguanto es al pinche puto actor James Dean, a la pinche puto película ‘Rebelde sin causa’ y al pinche puto director comunista Nicholas Ray. Este libro va contra ellos.

¿Hay alguno de los personajes reales que aparecen en «Pánico» que le caiga bien?

Lois Nettleton. Nadie en España me pregunta por Lois Nettleton. El libro está dedicado a dos personas: al policía retirado Glynn Martin, mi mejor amigo, y Lois Nettleton, ojalá que descanse en paz. Yo me enamoré de ella en el programa «Naked City» en 1961, cuando yo tenía 13 años. Era una de las mejores actrices de su generación y los chicos como yo que tenemos este tipo de fijaciones no podemos olvidar a la primera mujer que nos provocó este tipo de ardor viendo la televisión. Y la mía fue Lois Nettleton. Por eso he hecho que Freddy O se enamorara de ella.

Sus protagonistas suelen ser hombres duros que sufren por amor.

Es que me encanta un buen amorío y una buena historia de amor, me doy cuenta de la belleza que tienen. Freddy se enamora de Lois Nettleton, así que Lois volverá en el siguiente libro.

Es usted un romántico.

Sí.

Dijo el otro día que tuvo usted una novia que vive ahora en València.

Sí, pero es un poco una broma. En 1980 o 1981 tenía una novia, pero no salió bien y me dejó por un español que se llamaba Juan. Se vinieron a València y ahora tienen un par de hijos. Que Dios les bendiga.

Usted es ahora un hombre metódico, creyente y conservador. ¿Se aburriría mucho Freddy O. si, como hacía con los famosos de la época, instalase micrófonos secretos en su casa?

Llevo una vida sobria y tranquila, vivo en mi imaginación. No me gusta la investigación y siempre encargo a alguien que investigue por mí y tome esas notas. Intento que lo que escribo sea semejante a la verdad, pero no me interesa que sea verídico. Y sí, si me hubiera pinchado el teléfono Freddy Otas seguro que se hubiera aburrido bastante.

¿Por eso es escritor, porque ahora lleva una vida aburrida que cuando era joven y delincuente?

No, escribo porque tengo una imaginación salvaje, y un salvaje conocimiento sobre el crimen y sobre la delincuencia y la condición humana. Y porque mis padres me concibieron en 1948 en un gran lugar.

Que es Los Ángeles. ¿Pero le gusta más el Los Ángeles real o el que tiene usted en la cabeza?

El de mi cabeza, porque es el único que conozco. Ya no vivo en LA y llevo sin vivir allí 41 años. Realmente solo viví allí durante 19 años. Allí es donde se han divorciado las mujeres de mí. Pero tengo tanto la mente como el alma en ese Los Ángeles de 1941 a 1972. Y luego, la línea de fondo básicamente me la invento y os hago creer que es real.

¿Su empeño es desmitificar aquel Hollywood dorado que muchos mitificamos?

Sí, sigo mi instinto.

Eran más duros los actores de antes, o los de ahora, que se dan de puñetazos en plena ceremonia de los Oscar.

Sí, conozco la historia, pero no hablo del presente, no me interesa.

Freddy era un «perro perverso» y usted es el «perro diabólico». ¿En qué más se parecen, además de la condición perruna?

Me encanta los perros (gruñe). Freddy era un voyeur, como yo. Yo también daba vueltas por las calles y merodeaba por los institutos para ver a las chicas con sus uniformes y me gustaba ver cómo iban al pub y me inventaba historias sobre ellas. Yo no tuve buenas notas en el colegio, me costaba involucrarme en las cuestiones sociales o políticas, pero me encantaba leer. Me encantaban las novelas populares, y las novelas más populares en América son las de crímenes. Y para mí es un honor que Dios me haya dado el don para lograr la carrera profesional que tengo.

¿Por eso destapa los pecados de los demás en sus novelas, para darle las gracias a Dios?

Hay que venerar a Dios. Por un lado muestro el pecado y por otro lo juzgo. Pero yo también soy un pecador y muestro el orgullo del pecador. Soy una esperanza perdida porque tengo mal temperamento.

¿La ira también?

No, ira quizá es ir demasiado lejos.

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