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‘Las Meninas’ en València son el pretexto de Alandes para ficcionar la guerra

«Los guardianes del Prado» nace del traslado a València de 600 obras del museo para preservarlas de las bombas

Javier Alandes, ayer en las Torres de Serrano, uno de los escenario de la novela. ©JEOSM

València 1936. Unas seiscientas obras de arte del Museo del Prado se trasladan a València para evitar que, durante la Guerra Civil, sean destrozadas. La Iglesia del Patriarca y las Torres de Serrano se convierten en improvisados almacenes de cuadros entre los que se encuentran ‘Las Meninas’ de Velázquez o el ‘Autorretrato’ de Durero. A partir de este hecho, real y objetivo, Javier Alandes crea ‘Los guardianes del Prado’, un apasionante thriller en el que la ficción se entremezcla con la realidad con València y su centro histórico como escenario.

Javier Alandes, ayer en las Torres de Serrano. ®Jeosm

Así, en el imaginario del autor, Franco encarga al general Gallardo, hombre de su confianza, que negocie el apoyo de la Alemania nazi a favor del ejército sublevado. El general Jürgen von Schimmer, interlocutor del gobierno alemán, pide por mandar la aviación para bombardeos, la colección numismática del Museo Arqueológico Nacional y por enviar a las tropas terrestres del ejército del Reich, el ‘Autorretrato’ de Durero y ‘Las Meninas’. Gallardo acepta el trato y, junto a un grupo de hombres sin escrúpulos, orquesta un plan para hacerse con todo ese patrimonio y entregarlo a los nazis. Pero no todo saldrá como diseñan.

Así el autor, en su primera novela para Espasa, diseña una historia en la que un puñado de hombres y mujeres luchan para que los nazis no se queden con los tesoros del Prado. Pero si el relato atrapa, más sorprende la recreación, por su capacidad descriptiva, de los escenarios de la que fue capital de la República: la Iglesia del Patriarca, las Torres de Serrano, la Plaza de la Reina, la de la Virgen, la del Ayuntamiento, la calle La Paz y Caballeros, Santa Catalina, la Lonja, el Mercado Central, la Estación del Norte.... Un paseo por la ciudad que también se realiza con posterioridad, ya que en puertas del 23F y con muchos nexos en común, discurre otra historia con Fernando Poveda como protagonista. Al periodista, en horas bajas, le encargan glosar la figura de Félix Santurce, convertido durante la Transición en un héroe de la República, y en la investigación descubre episodios ocultos, deformados y silenciados ocurridos durante esa época.

"De nada sirve trabajar la documentación, la estructura y las tramas si no dotas a la historia de unos personajes con alma"

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«Es la novela que más me ha costado escribir de todas las que llevo escritas hasta ahora», reconocía ayer Alandes mientras recorría y desmenuzaba los escenarios valencianos por los que transcurre la novela. «Ha sido complicado por el proceso de documentación, la estructura y a las tramas», concretaba. «Ficcionar la historia es un difícil ejercicio de hilar hechos reales con hechos ficticios, para que todo pueda cuadrar y las conclusiones sean verosímiles. Pero es un precioso telar, con el que he disfrutado muchísimo a lo largo de todo el proceso de creación. Aunque de nada sirve trabajar la documentación, la estructura y las tramas si no dotas a la historia de unos personajes con alma. Todos los personajes ficticios han sido creados desde cero, con el máximo cariño, y con la intención de que el lector sienta que necesita saber qué iba a ser de cada uno de ellos. Una historia son sus personajes, que llegan a convertirse en parte de nuestra familia imaginaria y queremos recorrer con ellos la senda de su destino», desgrana el economista que, además de como escritor, se gana la vida como formador y conferenciante de emprendimiento.

Javier Alandes en la Plaza del Patriarca, uno de los escenarios de la novela ®Jeosm

La relación de Alandes con este género y, con el arte, no es nuevo, ya que en ‘Las tres vidas del pintor de la luz’, ficcionaba sobre un cuadro atribuido a Joaquín Sorolla

‘Los guardianes del Prado’, la novela que hoy se publica coincide con el 60 aniversario de la declaración del Museo del Prado como Bien de Interés Cultural.

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