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Entrevista

"Sin el impulso de la felicidad no puedo cantar"

«Es la primera vez que trabajo con James Gaffigan y estoy entusiasmada en como mima a los cantantes»

Eva-Maria Westbroek. Fazil Berisha

Eva-Maria Westbroek parece cualquier cosa menos una diva de la ópera. Llega casi en chandal y habla un delicioso español con inconfundible deje chileno. Fue una de las coprotagonistas del legendario Anillo del Nibelungo de Wagner que presentó el Palau de les Arts en 2009, con Zubin Mehta. Ahora está de nuevo en València, para dar vida al complejo personaje de Marie, en la ópera Wozzeck de Alban Berg, quizá el acontecimiento operístico más relevante vivido en València desde entonces.

Las nueve veces que la he escuchado en vivo, ha cantado Sieglinde, en «La valquiria»…

¿Nueve veces y siempre Sieglinde? ¡Canto otras cosas! ¿No lo sabe? [Risas] Es un papel que debuté en 2006 con Simon Rattle en el Festival de Aix-en-Provence. Es verdad que es un rol que he cantando por todos lados.

Con el papel de Sieglinde debutó en el Palau de les Arts, se pasaba media representación andando a cuatro patas.

Un recuerdo maravilloso. ¡También del enorme dolor en el culo por pasarme medio función andando a cuatro patas! [Risas sin reservas]. A pesar del dolor de culo, me encantaba que Sieglinde fuese tratada inicialmente como un perro… Hunding, su marido, «hund» es perro en alemán…, y que cuando encuentra a Siegmund, comience a caminar normal, de pie, y a humanizarse… ¡Y la gran experiencia de trabajar con Zubin Mehta!, que para mí fue algo inolvidable. ¡La Sieglinde de València, aquel Anillo del Nibelungo, fue algo verdaderamente increíble!

Trece años después, retorna para abordar un papel tan desgarrado como la Marie de «Wozzeck».

Sí, es un gran cambio. Adoro a las dos, a Sieglinde y a Marie. Son muy diferentes, aunque las dos quieren escapar de sus vidas oprimidas. Creo que es este el vínculo entre Sieglinde y Marie, aunque es verdad que Sieglinde sale airosa mientras que Marie acaba trágicamente apuñalada.

Hasta qué punto afecta al estado de ánimo del artista la interpretación de papeles tan intensos como Marie.

Muchas veces acabas rota después de una función. Recuerdo cuando canté Katerina Ismailova, de Lady Macbeth, de Shostakóvich, dirigida por Mariss Jansons. Después de cada función casi no tenía fuerzas para retomar la realidad. Pero, por otra parte, cuando no tengo felicidad no puedo cantar. No es fácil conciliar este estado necesario de felicidad cuando estás cantando mujeres con muchos problemas. Pero, si no estoy feliz no puedo cantar.

Holandesa nacida en Irlanda del Norte, en Belfast, su carrera comenzó en Alemania, en Stuttgart. ¿Fue ahí donde se convirtió en estrella wagneriana y straussiana?

Nací en Belfast por casualidad. Mi padre era geólogo y trabajaba en muchos sitios. También en España….

¿De ahí su estupendo español?....

No, no, eso vino después, de un novio chileno que tuve, hace muchos años, antes, ¡claro!, de casarme con mi marido holandés [el tenor Frank van Aken]. Pero sí, fue en Stuttgart donde se formó mi personalidad como cantante y artista. A diferencia de otros teatros alemanes, en la ópera de Stuttgart todos los papeles los hacíamos los cantantes del propio teatro. Fue un rodaje excepcional y más que una estrella wagneriana o straussiana, me convertí en una cantante profesional conocedora de todas las aristas de su intenso y precioso oficio. En cuanto a que si soy soprano «straussiana» y «wagneriana», le tengo que decir que no, que adoró muchas músicas, como, por ejemplo, La fanciulla del West o Manon Lescaut, de Puccini. Adoro la ópera italiana, pero también la rusa, la checa, ¡Janáček!, la francesa, Britten….

Siempre los cantantes centroeuropeos, anhelan triunfar en la ópera italiana.

Para mí sería muy difícil cantar solo repertorio en alemán. Mi voz y mi temperamento necesitan el «legato» del canto italiano. El belcanto es siempre imprescindible, incluso para una vocalidad tan alejada como la mía, que es de soprano lírico-spinto (no dramática, como muchos se empeñan). Le aseguro que todos los días, para calentar la voz, para vocalizar, recurro al repertorio italiano, belcantista incluso.

En 2008 debutó en Bayreuth y se consagró como Sieglinde de referencia, dirigida por Christian Thielemann. En 2015 tenía previsto debutar el papel de Isolde, pero fue seleccionada Evelyn Herlitzius.

Mi relación con Isolde es algo complicada. La hice en Dresde, y no quedé muy contenta, porque no tuve suficiente tiempo para aprender bien el personaje. Después la canté con Simon Rattle en Baden-Baden…, pero no sé, es un papel muy duro, me encanta la música, sobre todo la de Tristan, la del tercer acto.

Su versatilidad parece no tener límites, desde la ópera italiana, a la rusa, y hasta la francesa.

¡Me interesa todo o casi todo! También la música española, claro. ¿Sabe? Me encantaría cantar la Salud de La vida breve, que quizá haga pronto en Holanda, con un pequeña compañía de ópera. He cantado también mucho repertorio iberoamericano. ¡Ya en el primer recital que hice en mi vida! Que quise que fuera todo en español, pero mi pidieron meter algo de Wagner. Guridi, Guastavino…, no sé, incluso algún día llega la zarzuela… Otro papel que me interesa muchísimo es Fedora, de Giordano, pero no me lo han ofrecido jamás.

¿Alguno que nunca vaya a hacer? ¿No le amilana nada?

No, es cuestión de proximidad con el personaje y, por supuesto, claro, que tu voz sea apta para él. Antes de esta entrevista me habló de Turandot, pues aparte de que está siempre enfadada, como Isolde, es una vocalidad que en absoluto tiene que ver con la mía, menos dramática. También ocurre con la Leonore de Fidelio, un papel fantástico, con música maravillosa, pero que es demasiado complicada de cantar, como todo Beethoven. ¡Qué lástima!

Lo siento, pero todas sus heroínas acaban mal, muertas, apuñaladas, guillotinadas, maltratadas, abandonadas…

¡Ja! ¡Claro! Pero no tengo la voz para ellas. He hecho, sí, La viuda alegre, que fue una experiencia muy linda. ¡Claro que me encantaría hacer cosas ligeras!, pero es mi voz, que es un poco así… [risas con cara de pena]

Volvamos a Marie, el papel que cantará bajo la dirección de James Gaffigan, y con el que triunfó en marzo en la Ópera de París y antes en Amsterdam.

Es la primera vez que trabajo con James Gaffigan y estoy entusiasmada en como cuida y mima las voces, a los cantantes y estas cualidades son esenciales, particularmente en una obra de la extrema complejidad de Wozzeck, con tantos niveles expresivos y dramáticos. Quiero subrayar que la producción de València es muy intensa, frente a la de París, más visual. Aquí, el movimiento dramático, es más importante, cobra un relieve muy especial. Es una producción más conceptual, más «alemana».

El reparto de València, con usted y Peter Mattei en el rol titular, además de Christopher Ventris, Franz Hawlata y Andreas Conrad, es espectacular. ¿Qué tal se ha entendido con ellos y con el propio Kriegenburg? Y, ya puestos a confidenciar, ¿mejor Mälkki que Gaffigan?

¡No me pregunte lo que sabe que no le voy a responder! No, en serio estamos haciendo un trabajo muy serio. Al principio, cuando comienzas a preparar Wozzeck, uno siente un: «Dios mío, ¿qué es esto? ¡qué voy a hacer yo con esta música!», pero luego, cuando te metes en ella, cuando empiezas a profundizar, cada día la adoras más y más.

¿Qué es más complicado en Marie, su vocalidad extrema o su extremo dramatismo?

La música, sin duda. Es un papel muy bien escrito. La entonación, la meticulosidad con la que todo está escrito…, es un papel que requiere máxima preparación musical y total concentración y entrega.

¿El dodecafonismo evidente de «Wozzeck» supone un serio problema para la afinación y el ensamble con el resto de cantantes y orquesta?

Hay que trabajar mucho todo. Pero, por otra parte, cuando lo haces bien, todo encaja perfectamente, con absoluta claridad. En Wozzeck hay armonía, una armonía nueva, sí, pero armonía a la postre.

«Berg, Wagner, Strauss… destruyen las voces». ¿Es cierto o leyenda urbana?

Sí y no. Es muy importante hacer junto a los papeles, digamos, alemanes, siempre música latina. Yo cada día canto Verdi y Puccini, es muy importante para mantener la ligereza y fluidez de la voz.

En 2011, mientras cantaba Sieglinde en el MET, tuvo el valor de convertirse en la «playmate» Anna Nicole Smith, fallecida en 2011 con apenas 40 años, que inspiró la ópera Anna Nicole, de Mark-Anthony Turnage, estrenada en el Covent Garden basada en la vida de la célebre modelo y actriz estadounidense. Otro personaje desgraciado en su carrera…

Sí es un papel que hace un largo recorrido desde que nace hasta que muere por una sobredosis de barbitúricos. Cuando me ofrecieron el papel, pensé que en absoluto podría hacerlo. Le consulté a Simon Rattle, y me dijo que sí, que lo podría hacer perfectamente, «es más, tienes que hacerlo». Lo hice con gente que adoro, con Tony Pappano en el foso, en un estupendo ambiente.

¿Qué es lo próximo que le ha ofrecido Jesús Iglesias para cantar en Les Arts?

Aún no me ha ofrecido nada, pero seguro que hablaremos. Mantengo una estupenda relación [con Jesús Iglesias] desde sus tiempos en Amsterdam. Fue precisamente él quien me propuso hacer allí la Marie de Wozzeck. Pregúntele a Jesús, pero volveré siempre encantada al Palau de les Arts.

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