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El centenario de Saramago y Fuster hermana a la cultura valenciana con la portuguesa

Los escritores Martí Domínguez y Ana Margadida de Carvalho exploran los lazos comunes y los retos compartidos entre dos territorios que han convivido de espaldas

El president Ximo Puig, junto a Martí Domínguez y Ana Margadida de Carvalho, en la Fundación Saramago. EFE

Ambos fueron alumbrados en noviembre de 1922, con apenas una semana de diferencia. Ambos sufrieron en sus carnes el odio y la intolerancia de un sector de la sociedad que empujó a uno a exiliarse simbólicamente a una isla y que puso al otro en la diana del terrorismo de la ultraderecha. Uno animaba a salir de “la Caverna”, advertía sobre la ceguera de la sociedad y pedía lucidez para que la democracia no sucumbiera a la desesperanza. El otro reivindicaba el derecho a la duda; cuestionaba los absolutismos ideológicos y proyectaba una mirada crítica sobre la realidad para superar el velo de las apariencias y agitar el pensamiento. El primero se llamaba José Saramago y el segundo, Joan Fuster.

En el centenario del nacimiento de dos de los más grandes autores a un lado y al otro de la Península Ibérica, los puntos de unión entre ambas figuras fueron este martes el sustento de un diálogo atlántico-mediterráneo "de mar a mar" que propició el acercamiento de dos culturas (la valenciana y la portuguesa) que tradicionalmente han caminado demasiado alejadas entre sí pese a sus muchos puntos en común.

El debate, moderado por Paco Cerdà, juntó a los premiados escritores Ana Margadida de Carvalho y Martí Domínguez en la Fundación Saramago de Lisboa. Fue -en palabras del president de la Generalitat, Ximo Puig- una “ocasión perfecta” para “acercar lenguas y culturas” con la mirada puesta en “un federalismo emocional y cultural” que “une y respeta en la diversidad” y que favorece el enriquecimiento mutuo entre territorios. “Estamos cerca, pero a veces nos sentimos lejos. Ya pasó el tiempo de vivir ‘de costas’, de espaldas unos de otros”, reivindicó Puig. Un lema que se ha convertido en el leitmotiv de la misión comercial e institucional que encabeza como jefe del Consell junto a un nutrido grupo de empresarios valencianos.

A lo largo de la cita no solo se habló de Fuster y Saramago. Martí Domínguez abordó las dificultades para que los autores portugueses sean traducidos al valenciano (o al castellano) y viceversa. Pidió ayudas públicas para estimular esa vía de trabajo y poner solución al actual “vacío” de obras procedentes de Portugal y a la falta de conexión literaria entre los dos extremos de la Península Ibérica. Domínguez puso a Fuster, pero también a Estellés, como ejemplo de una posible “buena traducción” al idioma luso. “Estamos convencidos de que son descubrimientos que nos agradeceréis porque a través de estos autores conocemos un mundo silenciado por un status quo que dificulta que lleguen las voces de grandes creadores” incidió el escritor valenciano, que también se adentró en su última obra, “El espíritu del tiempo”, y en cómo la novela escarba en la memoria para aportar una mirada propia sobre la naturaleza humana.

Domínguez se acordó también de “La Sega”, su novela sobre los masoveros que durante la posguerra tenían que lidiar con la Guardia Civil por un lado y con los maquis por otro en un fuego cruzado. “Lo que me conmocionó es cómo se silencia la violencia, cómo nadie quiere hablar de ello: 90 años después sigue habiendo temor”, incidió el escritor, que recalcó que “no solo se trata de evocar esos sentimientos”, sino de abordar las inquietudes sobre la naturaleza humana y las dificultades que pueden surgir. “Cuando llega la ola de la historia a las individualidades les cuesta mucho resistirse y no dejarse arrastrar, unas veces por temor y otras porque te subes al dramatismo”, señaló, recordando la guerra de Ucrania. Domínguez reflexionó sobre la responsabildiad colectiva y sobre el papel de las instituciones a la hora de “incidir sobre la sociedad, dirigirla y evitar que vuelvan a surgir los radicalismos, el abismo o la ultraderecha”. El también biólogo, profesor y director de la revista Mètode sintonizó con Saramago en la idea de que el escritor ha de ser “activo” en la búsqueda permanente de un cambio social a mejor.

El diálogo "De mar a mar" en la Fundación Saramago terminó con una actuación musical a cargo de dos intérpretes portugueses en la que resonaron los versos del poeta Miguel Hernández, otro autor valenciano unido a Portugal en su fatal desenlace. Fue en la estación de Moura, a 200 kilómetros de Lisboa, donde la policía del dictador Salazar le detuvo cuando pretendía huir de la represión franquista en 1939. Hernández acabó siendo extraditado y falleció unos años después en la prisión.

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