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Crítica

El mejor de los signos

Hace un año, la Orquesta de Cámara de la SFV era un proyecto colmado de ideas e intenciones. A solo 12 meses de su presentación en el mismo recinto, el grupo ha dado fe de su trabajo y esfuerzo con resultados como los escuchados en el Almudín. Un sonido empastado, siempre celado por Julen Fernández-Pla, fundador y director del jovencísimo ensemble, cuya entrega ha sido primordial para llegar a un escalafón más, incluso con repertorio renovado, novedoso y hasta desconocido.

Tanto en las obras sacras o en las profanas, Henry Purcell fue el gran músico del barroco inglés. Otro grande, Benjamin Britten retocó en 1948 y 1963 detalles de su Chacony, obra que abrió la sesión la cual, desde el primer compas, se escuchó con un sonido empastado, tempo equilibrado y expresivos matices. La inclusión de dos obras de los ingleses Elgar y Delius las abordó el maestro valenciano con ingenio pre-meditado, definiendo la tímbrica de las cuerdas con un Larghetto, de Elgar, ejemplo de comprensión y fineza.

No tan difundido como debería, del boloñés Respighi siempre sorprende su magnifica reelaboración de las Antiche danze ed arie, originales para laúd. Cada fragmento se respiró con sosiego: desde el lirismo del Aria di corte, del francés Bernard hasta la vivacidad de la Passacaglia, del bergamasco Roncalli. Una emotiva versión de la OCSFV.

Pero sin duda, fue la inclusión de la Serenade op.11, del sueco Dan Wirrén, lo más rompedor del programa. Creador nórdico de un extenso catálogo. pero de escasa difusión (no como Nielsen, Grieg o Sibelius) en estas latitudes. Tuvo en Fernández Pla un traductor entregado y enérgico, que desmenuzó cada movimiento con aliento personal, y por supuesto, con la gran - e indispensable- disposición musical de sus jóvenes y excelentes cuerdas. Y en eso, creo, radica la feliz realidad de esta agrupación: el empeño de hacer música desde la seriedad y el rigor, progresando en cada ensayo y sorprendiendo en cada nueva actuación. Cuanto mas se les conozca, mejor para el público y por supuesto, mejor para los propios músicos. Son el futuro. Será el mejor de los signos.

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