Dice Mario Vargas Llosa que los libros de Juan Cruz son «una alianza de géneros», en los que «el lirismo, el relato, la introspección y la nostalgia juntan poesía y prosa». Así es ‘Mil doscientos pasos’, la última novela del autor canario, adjunto a la presidencia de Prensa Ibérica, que anoche se presentó en la librería Ramón Llull de València. La escritora Bárbara Blasco fue la encargada de glosar una novela que gira sobre la infancia y el descubrimiento de la maldad en una época oscura de la historia de España. Entre el público se encontraba el también escritor Fernando Delgado.

Mil doscientos pasos’ (Alfaguara) rescata del torbellino de la memoria luces y sombras de un tiempo que Cruz vio y vivió durante los años de la posguerra. «Narra una época que, obviamente, yo viví. Pero no es mi historia», apunta el autor.

Cruz Ruiz (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) evoca el regreso de un hombre tras muchos años de ausencia al paisaje de su origen y allí cruza la frontera vital que separa la infancia de la adolescencia. Los mil doscientos pasos del título son el rastro (y el rostro) de la distancia que separa a ese hombre de la casa familiar, marcado por las huellas del dolor, la violencia, el miedo y el odio. Maldades, secretos, amistad y descubrimientos enhebran una aventura de iniciación y reconocimientos. Y es que, cuenta Cruz, en ‘Mil doscientos pasos’ «quería escribir lo que le pasaba a la gente cuando el periodismo no lo quería contar».

Juan Cruz, adjunto a la presidencia de Prensa Ibérica, grupo al que pertenece Levante-EMV, publicó su primera novela en 1973, ‘Crónica de la nada hecha pedazos’. Fue uno de los fundadores de El País y dirigió la editorial Alfaguara. Ha sido galardonado con el premio Benito Pérez Armas, el Azorín de novela y el Nacional de Periodismo Cultural. Más allá de todo esto, dice Juan Cruz que él es en realidad «un poeta». «Un poeta que genera alegría para que no todo sea recuerdo ni tristeza.