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Julio Bustamante | Músico.

Julio Bustamante: "Entre unos y otros, no me dejan envejecer"

"La València de los 70 era más cultural que la de ahora. La gente tenía más personalidad y defendía su libertad a capa y espada"

Julio Bustamante acabade publicar «Sueñosemisarios». F.Calabuig

‘Sueños emisarios’ es, dentro de la carrera de Julio Bustamante, «el disco que hace ya 18 o 20». El propio músico ha perdido la cuenta. «T

engo que contar también lo que hice con Maderita, con Remigi, con In Fraganti, los que hice como compositor para otros como Miquel Gil, Ariel Rot…», explica en la terraza de un bar del barrio de Marxalenes en el que vive desde hace 20 años. «Yo desde el principio he sido compositor y lo mío es ir haciendo canciones cada día, como una hormiguita. Hago canciones y relatos como quien escribe un diario».

Parte del disco está compuesto antes de la pandemia y otra, después. ¿Se nota?

No tanto, porque a mi edad ya llevo de por sí una vida muy confinada. Disfruté mucho del confinamiento porque vino mi hijo a vivir conmigo y como está en el grupo, estuvimos trabajando. Para mí, después de los últimos años con mucha marcha, fue una buena oportunidad para parar . Entre unos y otros, no me dejan envejecer.

«No me extrañaría que algún día pasaran grandes cosas en mi vida», canta. ¿Como qué?

Grandes cosas cotidianas: hacer música, continuar rodando por ahí, desayunar dos veces al día y estar todos juntos y en buena salud.

«La vida empuja fuerte y pone a prueba nuestra capacidad», canta también.

La vida siempre está haciéndonos crecer y dándonos la oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos. Otra cosa es que dejemos pasar esas oportunidades.

Viendo su trayectoria, diría que usted ha dejado pasar pocas oportunidades.

Sí, sí. Y también he tenido la suerte de que no me han dejado parar. Siempre he tenido gente en València, en Madrid, en Barcelona que me han estado empujando para colaborar con unos y otros. A mí me gusta mucho compartir mis ideas y me enriquecen mucho las que me dan. Y no me esperaba que todo eso me sucediera cuando ya había cumplido 60 años.

¿Le sorprende seguir a estas alturas haciendo música?

Sí. Pensaba que con 60 o 70 años no es que estaría ya retirado pero sí que llevaría una vida más tranquila. Llevo la misma marcha que hace 30 años, pero no pienso demasiado sobre eso. La vida viene así y la vida manda, por algo será.

Pues a lo largo del disco reivindica hacer lo que dé la real gana, no hacer nada, parar...

Exactamente, porque igual que es importante trabajar y estar despierto, también es necesario dormir y olvidarse de todo. No es que haya descubierto América, pero siempre he pensado que hay que ver la vida como un niño y estar atento y receptivo a las cosas que te llegan.

¿Y a enamorarse, como canta en «Corporal»?

El amor se lo dejo a los chiquillos del instituto. Pero la posibilidad de buscar cierto calor corporal, sí lo reivindico. Al menos, sentir esa sensación. Tengo ya una edad por la que no volvería a pasar por los enamoramientos ni nada de eso. No porque no pueda, sino porque uno se toma como un verdadero tesoro que trae la edad la posibilidad de que no pase nada. No tener que quedar, no salir, no complicarse la vida...

Hay quien dice que es usted el patriarca del pop mediterráneo. ¿Cómo se lo toma?

Cualquier etiqueta, por edad, no tengo más remedio que aceptarla.

¿Pero ha descubierto ya qué es el pop mediterráneo?

Voy descubriéndolo y esa es mi tarea de cada día. Descubrir qué es la música y estar atento a tantas influencias como lleguen.

El disco es de Bustamante y Lavanda. ¿Siente nostalgia por aquellos trabajos colectivos con Laguarda, Palmero y compañía?

Estoy muy orgulloso de lo que hice en esa época, pero no soy una persona nostálgica. En cambio, al estar ahora en contacto con tanta gente en dos ciudades diferentes como son Barcelona y València, a veces sí echo en falta la época de Sinfonía de las Horas o Entusiastas en la que iba yo solo con el teclado bajo el brazo recorriendo el mapa. Pero bueno, no cambiaría nada de eso por cómo están ahora las cosas.

«Cambrers», su disco de 1981, ha cogido con los años vuelo de disco histórico.

Sí, ya se han hecho tres ediciones y espero que se haga alguna más. No depende de mí, pero creo que la gente lo tiene como un disco muy diferente, otra manera de hacer música en valenciano más desinhibida y sigue así 40 años después.

¿Era diferente porque era en valenciano pero no hablaba de política?

De alguna forma, la manera de abordar estos discos que teníamos Remigi Palmero y yo también era política porque queríamos normalizar el valenciano mediante la música pop. Había política, sobre todo desde el punto de vista social. Afortunadamente no fuimos los únicos y teníamos de precursores a Pep Laguarda, Pau Riba y Jaume Sisa. Quizá nosotros lo hicimos un poco más cotidiano, pero ellos fueron esenciales.

¿Y ahora qué? ¿Qué hará con «Sueños emisarios»?

Haremos la presentación el día 11 en el Micalet, después iremos a Barcelona a un homenaje a Sisa y a hacer promo, después a Madrid y dejaremos pasar el verano para retomar los conciertos en octubre y noviembre. Espero no tener que hacer nada en agosto, que hace mucho calor y se está mejor en casa o en la playa a partir de la tarde. O a lo mejor voy a Altea a ver a los amigos de mi edad.

Allí en Altea es donde conoció a Remigi Palmero.

Era como una Ibiza a la valenciana. Salíamos de València y hacíamos expediciones de 12 o 15 personas. Era todo muy diferente. Habíamos acabado la dictadura y todos los artistas, los músicos, los pintores, los diseñadores, hacíamos mucha vida en común y salían muchas ideas.

¿Era una València más potente culturalmente?

Aunque no lo parezca, era más cultural que ahora. La gente tenía su personalidad, su libertad que defendía a capa y espada, mientras que hoy en día la Cultura va claramente para abajo. No era una época perfecta pero sí era una época más libre.

A principios de los 70 usted y unos cuantos más representaron el «Tommy» de los Who en directo.

La idea fue de los hermanos Belda después de que hubiéramos ido todos a Inglaterra a ver el festival de Wight en 1970. Fue algo sin precedentes. La idea era hacerla en castellano pero la censura nos obligó a hacerla en inglés. Nos reunimos los pocos grupos que había en València entonces y como éramos todos amigos llenamos el Princesa dos días seguidos. Pero enseguida se olvidó porque no quisimos girar ni nada de eso. Entre músicos y cantantes seríamos unos 15 o 20, así que era muy improbable que saliera bien.

Tras ver a los Who, los Doors o Hendrix en Wight, volver a València debió de ser un bajón.

Sí, aunque aquí a finales de los 60 el turismo y la tecnocracia había ya abierto algo la cosa. Ya tiraban a dejar hacer. Era otra cosa.

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