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Máximo Huerta

Máximo Huerta: "La vida es una constante despedida"

A pesar de definir en la novela su paso por el ministerio como su «gran fracaso», dice que ese es «un capítulo que pertenece ya a otra novela»

Máximo Huerta en Buñol, su pueblo y donde está viviendo en la actualidad. | GREG A.SEBASTIÁN

Con ‘Adiós, pequeño’ Máximo Huerta (Utiel, 1971) ha ganado el premio Fernando Lara 2022. En la novela relata espinosos episodios personales y la historia de una familia, la suya, que «guarda demasiados secretos para intentar ser feliz». En el libro, Huerta ahonda en detalles, aunque en la conversación quiere pasar por todo ellos de puntillas.

Màximo Huerta, radiografía a su familia y a su pueblo Greg A. Sebastián

Hay que tener mucho valor, o ser un temerario, para desnudarse tanto y hacer un relato tan sincero y descarnado de su vida. ¿Por qué ahora?

A veces uno responde con su vida entera a las preguntas más importantes.

Usted comparte con el lector la enfermedad de su madre por lo que, antes de nada, permítame: ¿Cómo está?

Está en una nueva normalidad. Envejecer es solo para valientes.

¿Ha sido Máximo Huerta feliz?

Ha querido serlo siempre. Es un objetivo. Adiós, pequeño es la historia de una familia, como muchas otras en España, que han tenido que guardar secretos y silencios para ser felices. El objetivo es ser feliz y eso busco.

¿Ha llorado mucho escribiendo este libro?

En las pausas de la escritura se llora mucho. Mientras escribes tienes que estar escribiendo; y si quieres llorar, es como cuando tienes sed, sales y bebes agua.

No me gusta buscar sobre qué debo escribir, me gusta ser invadido y esta historia, mi historia, me ha invadido

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¿Esperaba que una novela tan intimista le reportara un premio tan importante como es el Fernando de Lara?

Ha sido un libro que ha ido haciéndose solo. No me di cuenta de que lo estaba escribiendo ni que era un libro. No me lo esperaba. Me lo he encontrado. Yo no he ido a buscarlo, él ha venido a buscarme a mí. Creo que este libro ya estaba escrito dentro de mí. No me gusta buscar sobre qué debo escribir, me gusta ser invadido y esta historia, mi historia, me ha invadido.

¿Ya ha invertido los 120.000 euros?

Yo celebro la vida.

El lector, a partir de ahora, conocerá una parte de su vida. ¿Necesitaba compartirla para sentirse liberado?

Es un libro verídico y profundamente sincero. Para luchar contra el olvido se envuelven en frascos las grandes historias y esta es la historia de todas esas personas que han sido invisibles y que se casaron con la persona equivocada y que vivieron en un mundo rural ajeno a las noticias que pasaban en España. Y yo he querido escribirlo porque en el fondo es celebrar la vida. Yo he regresado a esos caminos para encontrar la vida de entonces.

Como novelista me interesan más las familias con aristas, secretos y silencios que las familias absolutamente felices

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Hay dos frases en el libro que define su vida: «Mi madre hubiera sido más feliz si yo no hubiera nacido» y «He crecido a la sombra de la infelicidad de mi madre». ¡Qué duro!

Todas las familias felices se parecen y las infelices lo son cada una a su manera. Como novelista me interesan más las familias con aristas, secretos y silencios que las familias absolutamente felices. Hasta Mary Poppins empieza con aristas, con una familia en la que faltan eslabones. Disney entero está hecho de familias infelices. Una familia feliz es absolutamente aburrida.

Ya, pero usted dice de su madre que es una «mujer arrastrada por su propia tristeza».

Todos nos merecemos la felicidad, sobre todo, en un mundo en el que la maldad existe y la bondad está muy polarizada. Todos nos merecemos celebrar la vida más y para eso hay que ir con lentitud celebrando cada día. Yo intento, desde la literatura o desde la vida, que todos los que me rodeen sean un poco más felices, incluidos los lectores disfrutando de la novela.

¿Su mayor orgullo es haber perdonado a su padre?

No lo sé. No sé hacer ese análisis.

Por el presente y el futuro, ¿escribir ‘Adiós, pequeño’ ha sido para usted catártico y terapéutico?

La catarsis yo la disfruto leyendo libros porque aprendo, me sorprendo, disfruto, descubro ideas y nuevos lugares... Los libros son máquinas del tiempo y todos los buenos libros son una catarsis.

La vida no es una lavadora que se estropea y el manual dice el porqué o puedes llamar a un técnico.

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Escribe que, hasta los 50, ha tenido «una viva vivida torpemente».

La vida no tiene un manual de uso, viene sin manual. La vida no es una lavadora que se estropea y el manual dice el porqué o puedes llamar a un técnico. La vida se vive con todas sus torpezas y eso es lo que la hace atractiva.

En el libro, califica su paso por el ministerio como: «Mi gran fracaso», y escribe que ser ministro fue «un calvario desde el primer minuto». ¿Se sintió despreciado?

Ese es un capítulo que pertenece ya a otra novela.

Pero usted habla de eso en el libro y le he citado frases textuales.

Esa es una novela que no voy a abrir.

Perdone, yo he leído su libro y habla de eso. Es más, llega a decir que «Nunca llegaré a pagar esa pena de mi pecado». No entiendo que ahora lo silencie.

Para eso hay que leer el libro.

Le insisto, lo he leído.

No lo digo por usted, esta es una invitación a los lectores.

¿No me quiere responder?

Es un libro verídico y profundamente sincero. La memoria es muy novelera, lo vas todo mitificando y eso es lo que he intentado hacer en Adiós, pequeño.

Máximo Huerta y Leo, su perra Greg. A. Sebastián

Me equivoco si pienso que para usted, Leo, su perra, lo es todo. Casi una compañera de vida.

El secreto está en seguir siendo niño, y la intuición y el asombro es algo que mantienen los perros. Mi perra es mi Platero y me gusta recuperar la sorpresa que siente mi perra hacia los caminos, los olores... la capacidad de sorpresa hay que entrenarla y los perros y los niños la siguen teniendo

¿Cuándo su madre no esté, Máximo Huerta huirá de Buñol?

La vida es una constante despedida. Nos pasamos la vida despidiéndonos, de hoteles, trabajos, compañeros, parejas, de días. Vamos diciendo adiós a un montón de cosas. Yo le he vuelto a decir hola a Buñol, pero Buñol siempre ha sido mi lugar, mi casa, mi eje y eso pertenece ahí porque los pueblos, como gente y lugares, tienen memoria.

¿Se arrepiente de haber escrito un libro tan intimista que le obliga, en la promoción, a dar explicaciones de su vida?

El premio Fernando Lara me ha permitido reconectar con mi faceta de escritor que es la que más me satisface. Recupero las sensaciones de creador, de contador de historias... recupero al Máximo Huerta que más me gusta y reconectar con todo eso siempre es una satisfacción.

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