Cuando Henry James escribe Los embajadores es ya un escritor en plenitud de su grandeza literaria. Es un relato redondo del exigente autor, que la considera su novela más preciada. Con Las alas de la paloma, escrita un año antes y La copa dorada, que vio la luz un año después James completó un trío narrativo excepcional que, como principal logro establecía los nuevos cánones narrativos que todos siguieron a lo largo del siglo XX, unos cánones que solo unos pocos como James Joyce o William Faulkner lograron superar.

Como relato que mantiene toda la actualidad del género, Alba editorial, que ya venía publicando los mejores títulos de James: La copa dorada, El americano, Los periódicos, Las alas de la paloma... presenta ahora una nueva edición de Los embajadores, con la rigurosa traducción de Miguel Temprano.

Los embajadores tiene muy poca trama abierta: Lambert Strether, un hombre estadounidense de mediana edad y viudo, es enviado por su prometida, la también viuda y adinerada señora Newsome, para recuperar a su hijo, Chad, de París, donde cree que tiene una aventura con una mujer inapropiada. La misión de Strether, como embajador de confianza de la señora Newsome, es convencer a Chad de que regrese a Woollett, en Massachusett, donde el negocio familiar lo necesita. Strether cree con confianza que su misión es noble y necesaria. Si tiene éxito, conseguirá casarse con la señora Newsome.

Pero al llegar a París, Strether queda cautivado por la ciudad, su belleza, la libertad que ofrece, por la gente que conoce. Al conocer a Chad le impresiona su grado de sofisticación. El retrato de París por parte de James se convierte en un símbolo atractivo de la belleza y el dolor de la cultura europea.

Los embajadores es una de sus mejores novelas desde el punto de vista de la construcción narrativa. James puso gran énfasis en ello. Su maestría radica en su técnica narrativa que es diversa y se adapta a cada escenario. La novela es totalmente actual pues su modelo narrativo sigue apareciendo como la antítesis y el antídoto frente a las narrativas actuales muy influenciadas por la cultura visual y cinematográfica. Frente a ello James nos dice que la cultura auténtica es la artística.