Un explorador llamado Vicente Martínez
La exposición "Pulsiones saldadas" puede visitarse en la Fundación Chirivella Soriano hasta el próximo 25 de septiembre

Pusions Saldades de Vicente Martinez /
Carlos Granell
El director del Consorci de Museus, José Luis Pérez Pont, junto con el presidente de la fundación Chirivella Soriano, Manuel Chirivella Bonet, y el comisario de la exposición, Álvaro Terrones, han presentado esta mañana, con el justificado absentismo del autor Vicente Martínez, la exposición "Pulsiones saldadas", que puede visitarse en la Fundación Chirivella Soriano hasta el próximo 25 de Septiembre.

Inauguración Pulsiones saldadas / Miguel Angel Montesinos
La exposición "Vicente Martínez. Pulsiones saldadas", coproducida por el Consorci de Museus y la Fundación Chirivella Soriano, reúne una retrospectiva del autor valenciano, no solamente con sus eclécticas y experimentales esculturas móviles -de las cuales se reúnen aproximadamente 70- si no también con su faceta menos reconocida como pintor, dibujante, portadista o cartelista, donde destaca su Estudio al natural del movimiento de los años 80, varios dibujos de grafito sobre papel en los que resuelve su obsesión por el movimiento con líneas -con 6 trazos en el caso de El corredor-.
Vicente Martínez muestra su "experiencia vital, el viaje de un explorador", como afirma el comisario Álvaro Terrones, exponiendo todas sus pulsiones ya saldadas desde la perspectiva adulta, siendo su último estímulo redimido esta exhibición, que incluye las obras creadas desde su última exposición el año 1998 en la galería Cànem de Castelló, décadas en las que el interdisciplinar artista vivió de un modo casi eremita, pero con una fascinante ebullición creativa.

La focha fa banca / Miguel Angel Montesinos
De estas piezas, que como ilustra José Luis Pérez Pont, "desde hace décadas crea en su taller de la localidad castellonense de Soneja", derivan tres factores que las caracterizan, la extrema complejidad de las composiciones, reflejada en La focha fa banca, una escultura que, con piezas de mecano, hierro, y madera, vence la gravedad siendo compuesta en el aire; el elemento lúdico, mostrado por ejemplo en Lluvia azul (Divertimento paraguas) o Mirada blava, que se lleva a cabo en 1976 con un paraguas, textil coloreado, resortes y varillas de metal, y el ya mencionado factor cinético o móvil, presente en toda la exposición, desde su inicio con L'arbre de la vida (2000), que homenajea a uno de sus referentes, Dersú Uzalá, y a su cinematográfica representación homónima en la obra de Kurosawa, hasta su cierre con Máquina de aplaudir, una escultura en la que varias manos golpean un caucho simulando el sonido de los aplausos, ingeniosamente situada frente a su autorretrato.

Máquina de aplaudir / Miguel Angel Montesinos
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