Pues sí tete, resulta que al final Rigoberta sí enseñó las tetas encima del escenario de Viveros. Pero vamos, que eso no fue lo más relevante que pasó la noche del martes, y quizá la del miércoles, no lo sé, porque asistir a las dos actuaciones consecutivas con el cartel de sold out ya me parece vicio. Lo que me flipó verdaderamente del asunto fue lo bien que me lo pasé por el carácter de verbena sideral que imprimió al show. De entretenido cabaret itinerante, de revista veraniega que va parando en los pueblos durante la canícula. Una barbaridad de diversión, cachondeo, baile y cante embadurnado con una pátina amateur de improvisación que le da un puntazo fresco, urgente, fugaz e irrepetible. Como un festival de fin de curso adolescente que monta el tablao en el patio del recreo del instituto y que irradia unos mensajes picantes, crudos e incomprensibles para los padres y los abuelos de los chavales, que se revuelven en los asientos.

Porque al final no es que Paula y su prima enseñen las peras. A tu suegro le molan las peras. Como tonto. Y a tu madre también, teta, hasta que le revelaste que ibas a darle el pecho a tus hijos de manera exclusiva y a demanda, con todo el sacrificio y la convicción que supone, y a ella le dio un siroco. Ordinaria, te llamó. El problema es que las enseñan con una intención política, con un mensaje de feminismo y de libertad personal y sexual. Reivindicando, a su manera y con la profundidad que quieren o pueden, la fuerza, los derechos y el empoderamiento de todas las mujeres, hagan lo que hagan con sus tetas y las tengan como las tengan. Y eso sí que no, colega. Que la mamella, calladita está más guapa.

Una fiesta como el copón, nano. Brillantita, doradita, cargadita de alegría y con su puntito solemne. Dos sintes, dos voces y un cuerpo de baile con coreografías libres y expresivas que a veces se movían guay y otras como la muchacha de The Ring, pero molaban siempre. Rigoberta Bandini tiene canciones para una hora de show, que alarga como puede, como con esa equivocada versión que hace de “Qualsevol nit pot sortir del sol” de Jaume Sisa, que no le va nada bien al directo porque es demasiado delicada y no se entienden los nombres de los protagonistas. Acierta, sin embargo, con “Corazón contento” de Marisol y “Lalalala” de Massiel, como diciendo, ésta sí que ganó Eurovisión, quizá yo también lo hubiera logrado. Con “Cuando tú nazcas” patean a Mocedades y a Beethoven, mientras una embarazada perrea salvajemente enseñando las bragas. Ya te digo, el terror de tu suegro, nen, que también iba a ponerse al borde del pantaix cuando Paula menta a Jesucristo o a Julio Iglesias, dos pilares fundamentales de la sociedad conservadora valenciana.

Se montó un movidón monumental con “Perra”, acogida con tremendismo y agitación festera por los 5.000 asistentes, que coreaban el tema como un himno. Y entonces Paula se quitó la falda monjil y la peña abrió mucho los ojos y rugió locamente cuando inició, grave y henchida de poder el homenaje a las tetas y a las madres que es “Ay mamá”. Y claro, ella y su prima las enseñaron con gusto, orgullo e intención, y aquello se vino abajo. Y si a eso le sumas que luego le cambiaron la letra a una canción tradicional infantil por ser machista, algo muy del género por cierto, o que se dirigía al público en catalán, mejor no se lo cuentes a tus suegros, que ellos pensaban que la Feria de Julio era otra cosa, más de toros y batalla de flores. Cosas que no tienen carga ideológica y no hacen daño a nadie. Que una cosa es reírse de ellos un ratito y otra, darles un disgusto. A los pobres.