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De cara a la reapertura

Alexander Liebreich, titular de la Orquestra de València. L-EMV

Más allá de la mayor o menor calidad e interés de la temporada 2022-2023 del Palau de la Música, lo más remarcable de ella es que será -debiera ser, al menos- la de la reapertura, el punto final del dramático «Palau tancat» que ha sufrido la melomanía valenciana en los últimos tres años. Las actuales obras está previsto que concluyan en mayo, casi coincidiendo con las elecciones municipales, lo que podría conllevar un añadido retraso, al establecer la normativa electoral un periodo sin inauguraciones antes de las elecciones. No obstante, al no tratarse de una inauguración, la reapertura podría no verse sujeta a esta disposición. De acuerdo con esta interpretación, el Palau podría abrir sus puertas en abril, como broche de oro de la temporada ayer presentada. De ser así, deberá de hacerlo con una espectacular semana de conciertos y recitales de máximo rango, que suponga el reencuentro de los abonados y melómanos en general con la que ha sido su casa desde 1987.

Pero mientras esto ocurra o se confirme, la vida -errante y de prestado- y sus conciertos siguen. La nueva temporada, basada en la programación de la Orquestra de València, es la primera propiamente diseñada por el nuevo titular, Alexander Liebreich, quien, además de director musical, desempeña la dirección artística. Su mano culta, hábil y cosmopolita se nota y supone un giro significativo a lo hecho hasta ahora. La presencia de nuevas músicas, repertorios, directores y artistas invitados es relevante, sin que ello suponga una ruptura o descuido con el repertorio de siempre. Grave e imperdonable resulta la insignificante, casi anecdótica presencia de la música española y valenciana. Error aún más de bulto si se considera las excelentes programaciones de las dos últimas temporadas, en las que la OV se convirtió en adalid de la mejor música española y valenciana.

En el ámbito de la descuidada música española, apenas caben reseñar dos apuntes valencianos: el estreno en Europa de Elysian, de Francisco Coll, dirigido por Liebreich el 21 de abril, y el absoluto de Alma grial, del castellonense David Moliner, obra compuesta por encargo del Palau de la Música (también con Liebreich en el podio), el 2 de febrero.

Aplauso merece, no obstante, la presencia de compositores tan actuales pero extraños en València como Andrzej Panufnik, Hans Abrahamsen Isabel Mundry, Galina Ustvólskaya (de quien se escuchará el Concierto para piano, cuerdas y timbales, protagonizado por la pianista Varvara), o Pascal Dusapin, uno de los grandes nombres de la creación contemporánea, que será compositor residente de la temporada, y que ya conoció de primera mano a la Orquestra en el concierto que ésta ofreció en la parisiense Salle Gaveau el 8 de abril, donde se le vio aplaudir vivamente al conjunto de su amigo Liebreich.

Los pianistas Josu de Solaun (Concierto de Dvorák, 25 enero, con Álvaro Albiach); Carles Marín, que tocará el Concierto Egipcio, de Saint-Saëns dirigido por Liebreich, 21 de abril, en un interminable programa modelo gazpacho que, además del concierto de Saint-Saëns, suma el estreno de Coll y la Primera sinfonía de Mahler; los violonchelistas Asier Polo (Concierto de Elgar, 9 febrero, con Pinchas Steinberg), e Iván Balaguer (solista de la propia orquesta) con el Concierto de Schumann (18 mayo) son algunos de los solistas españoles.

Punto y aparte merece la doble presencia del pianista Carlos Apellániz, quien además de abordar el comprometido Cuarto concierto para piano, para la mano izquierda de Prokófiev (3 noviembre, dirigido por Manuel Hernández Silva), será solista el 30 de marzo en uno de los acontecimientos de la temporada: la interpretación de la monumental Sinfonía Turangalîla, de Messiaen, junto con la OV y el francés Sylvain Cambreling, uno de los más reputados intérpretes en este repertorio.

Fiel a sus propias tradiciones, abundan los grandes nombres. Tanto de instrumentistas como batutas. Además de los conciertos asignados al titular, que se distinguen por su variedad y exigencias, con obras como el Zaratustra de Strauss (27 octubre); El mar de Debussy (24 noviembre); Ramificaciones de Ligeti y Séptima de Bruckner (12 noviembre); Primera sinfonía de Mahler (21 abril); Misterio del instante de Dutilleux (18 mayo), o Concierto para orquesta, de Lutosławski, que cerrará la temporada el 15 de junio, con un programa en el que también se escucharán Reverso, de Dusapin, y el Concierto para piano número 24 de Mozart, con el islandés Víkingur Olafsson como solista.

El piano ocupa lugar de cabecera. Además de los pianistas ya citados, figuran estrellas como Maria Joao Pires, que inaugurará la temporada el 19 de octubre en el Teatro Principal con el Concierto para piano número 23 de Mozart, junto con la OV y Liebreich; Xavier Torres (Totentanz de Liszt, 3 noviembre); Lars Vogt (24 noviembre), y Rudolf Buchbinder, que llega con la sorpresa del Concierto de Gershwin (23 de marzo). Imprescindibles son los tres recitales pianísticos programadas: Maria Joao Pires (sonatas de Schubert y Suite Bergamasque de Debussy, el 28 de octubre, en la inauguración del Festival Iturbi); Arcadi Volodos (6 de marzo, Schumann y Scriabin), y el dios Grígori Sokolov, 25 febrero, en Les Arts, con un programa como siempre «a determinar».

Otros instrumentistas de campanillas son los violinistas Serguéi Jachatrián (artista en residencia, que el 27 octubre tocará el Concierto de Sibelius, y el 2 de febrero el de su paisano Jachaturián); Leila Josefowicz (22 diciembre, con la Sinfonía Dramática, para violín y orquesta, de John Adams); Pinchas Zukerman (que el14 de abril tocará y dirigirá el Concierto de Beethoven), y Anne Sophie Mutter (23 de mayo). Obligada es la cita de la mezzosoprano Anna Lucia Richter (Shéhérezade de Ravel; 7 noviembre); la soprano Chen Reiss (Cuatro últimos Lieder de Strauss; 16 febrero), y el violonchelista Steven Isserlis, quien el 25 mayo tocará el Concierto en Re mayor de Haydn.

Entre las batutas invitadas hay que destacar el regreso de Miguel Ángel Gómez Martínez, que el 10 de noviembre dirigirá la obertura de El rapto en el serrallo, El teléfono de Menotti y Shéhérezade de Rimski-Kórsakov. Relevantes son también las presencias de Pinchas Steinberg (9 febrero; Tercera sinfonía de Prokófiev); del finlandés Pietari Inkinen (Finlandia y Quinta de Sibelius) y su paisano Tarmo Peltokoski, que con 21 años cuenta ya con una prometedora carrera (23 febrero; Quinta sinfonía de Vaughan Williams), o Dennis Russell Davies. También regresan Pinchas Zukerman y Ramón Tebar, nada menos que por saturada partida triple. Bastante más interés depara la presencia de Álvaro Albiach, que el 25 de enero se pondrá al frente de la OV para dirigir los cuatro interludios sinfónicos de Intermezzo, de Strauss, y el Concierto rumano de Ligeti.

Sea o no sea finalmente ésta la temporada de la reapertura, lo que sí es la más variada, completa, actual y, desde luego, menos española de los últimos años. Albéniz, Esplà, Falla, Granados, los Halffter (Cristóbal, Ernesto y Rodolfo), Llácer Pla, Martín i Soler, Rodrigo o Turina -por decir solo algunos nombres grandes- ni están ni se les espera. Lamentable.

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