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Entrevista

Fernando Schwartz: "Letizia ha encontrado por fin su papel sin mejorar en empatía"

Fernando Schwartz (Ginebra, 1937) ha encontrado en Mallorca el puerto de refugio y la atalaya privilegiada para sus singladuras | Fue tres veces embajador de España, íntimo de Juan Carlos I y casado con su prima, renovador televisivo en ‘Lo+Plus’ y ahora memorialista en ‘Una vida con suerte’

Fernando Schwartz.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Se le ha soltado la lengua en ‘Una vida con suerte’?"

Después de muchos años de morderme la lengua por dos razones, bondad y buena educación, he aparcado estas virtudes para escribir el libro.

Constantino de Grecia, el gorrón de Marivent, creía que volvería a reinar.

Estaba absolutamente convencido. Intenté explicarle que tales bobadas tenían pocos visos de materializarse, pero me replicaba que "no te imaginas la cantidad de gente que viene a verme". Debían ser navieros.

"Letizia no era muy simpática, pero sí lista como un rayo".

Se sigue ajustando a este retrato. Ha sido inteligente al modelarse como reina con sensatez. Se ha encontrado por fin con su papel, sin mejorar en empatía.

Usted no es proletario, es proletizia.

Jajaja, no tengo mucho de proletario. Lo intrigante del libro es mi doble vida. Socio del Club Puerta de Hierro, casado con una prima del Rey y corriendo delante de los grises.

Le reprocharon que aplaudiera a Mandela en la cena previa a la boda del entonces Príncipe.

Es una de esas cosas que me dejan completamente tieso. El tipo más importante del siglo XX se marcha con cuatrocientos comensales en palacio, y no pasa nada. Me levanto a aplaudirle y se suman todos los asistentes. Mi vecina de mesa, una aristócrata centroeuropea de tres al cuarto, me comenta que "ustedes no tienen sentido del ridículo". Y ella solo decía tonterías.

Le tocó ambos pechos a Sara Montiel.

"Toca, toca, ya verás que duros están", me decía Sara mientras agarraba mis manos y las presionaba sobre sus pechos. Honradamente eran muy blanditos, no fue un momento particularmente glorioso.

Logró que Urdangarin cambiara pañales en directo.

Si hubiera cobrado por cada vez que se ha emitido esa escena, me habría hecho de oro. Urdangarin no estaba molesto, sino encantado de exhibir su lado humano.

¿Triunfarían usted y ‘Lo+Plus’ en la televisión actual?

Hoy no sería posible. La televisión actual es una bazofia que alterna con algún momento estupendo, las series y el fútbol. Me derrotó el jabón de las lavadoras.

Gran conmoción porque el etarra que ha cumplido su pena vivirá en la misma calle que la viuda de su víctima. Usted me comenta flemático, "que no lo salude".

El drama del asesinato terrorista es tal que no se puede compartir ni el espacio vital de la autonomía vasca. Tiene que hacer como que no está, no saludarle.

Le gusta desdramatizar.

Porque dramatizar los acontecimientos duplica su peso y acaban por estropearse.

¿Es usted el único simpático que no finge?

No finjo nunca. Mi mujer me reprocha que "desde que dejaste de ser embajador, dices impertinencias". No me cuesta nada ser dialogante, está en mis genes. Siempre es preferible hablar y comprender el punto de vista del otro

¿Felipe González era más cruel que Juan Carlos i?

Ambos eran políticos implacables. La crueldad de Felipe nacía de lo que consideraba su necesidad como hombre de Estado, el Rey era más pasional.

¿Quién ha mandado más en la España reciente?

Me lo pones difícil entre Polanco, el Emérito y Felipe. El que más mandó fue el último. Hizo las cosas muy bien en un país que no reconoce ni la madre que lo parió.

Llegó usted a escribir un discurso de Navidad del Emérito.

Llegué a escribir un párrafo sobre el maltrato a los inmigrantes latinoamericanos, tras el asesinato de una dominicana. "Ponme unas líneas" me había dicho el Rey, pero el texto me salió durísimo y no fue incluido en el mensaje navideño.

¿Hemos de perdonar a Juan Carlos I, su primo político?

Básicamente tuvo una metedura de pata impulsado por un deseo, yo que sé, enamoradizo, que ha creado problemas brutales. Le perdono porque le quiero mucho, pero quizás esté bien el trato que recibe de su hijo, que lo tiene apartado y aburriéndose en el desierto. A Felipe VI no le mueve otro objetivo que salvar la Corona.

Olvídese de su familiaridad con los Reyes, le envidian el Premio Planeta.

Es así. Mi adorable suegra se enfadó mucho conmigo cuando dejé de ser embajador. Al enterarse de que había ganado el planeta, me dijo: "Te perdono".

Mallorca es como vivir en muchos sitios a la vez.

No, es solo como vivir en Mallorca, ese lugar en el que mal que me pese seré un forastero hasta el final de mis días, pero en el que quiero seguir viviendo como forastero.

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