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Toni Peix | Animador cultural.
Toni Peix Animador cultural

"València era una fiesta todas las noches"

«Hubo una directora, que pienso que estaba casi nombrada para el Centre Dramàtic, que me la cargué yo», afirma

El animador cultural Toni Peix. Levante-emv

Cambió de apellido sin pasar por los juzgados. Trabajaba en el puesto de pescado de sus padres en el Mercat Central, pero sus inquietudes le llevaban a frecuentar la librería Ausiàs March, entonces en Embajador Vich, que regentaba el recientemente desaparecido Frederic Martí, el marido del locutor Toni Mestre. Como se llevaba más de un libro en cada visita, generó una lista que el librero encabezó con Toni ‘Peix’ por el fuerte olor que dejaba a su paso.

Desde los 15 años hasta los 20 estuvo despachando pescado – «donde hice mi master de relaciones públicas»-, y luego se convirtió en un ‘botiguer’ de la cultura. Primero abrió el Café de La Seu, a los pies del Micalet, luego el Café Lisboa en la calle Cavallers, después justo al lado de San Nicolás, el Bolshoi y terminó en la Cava del Rialto. Mientras tanto, fue el productor del exitoso show de Joan Monleón de Canal 9.

Aquellos locales vanguardistas de finales de los setenta y principios de los ochenta, contaban con mucha clientela que buscaba el oxígeno de la libertad y que acabó mandando. Ahora que se celebran los 40 años de fer país, Toni Peix que nunca escribirá unas memorias, es la historia viva de un tiempo donde la autonomía se construyó entre las mesas de sus locales. Él insiste que solo «estoy satisfecho de mi vida, porque soy rico en amigos».

Toni Peix en la terraza de su casa en Nàquera. Levante-emv

Recuerdo una entrevista suya de hace por los menos 30 años donde decía que solo compraba prensa local.

Todos los días me compraba Levante-EMV y Las Provincias. El País lo compraba Bisquert [su pareja], pero para saber lo que pasa en casa, tienes que leer lo que pasa en casa. Ahora todo es por teléfono, pero me gustaba mucho el papel, tenía más incidencia, porque la gente se veía ahí, desde el presidente hasta la última mona.

Su último local fue la Cava del Rialto.

Aquello del Rialto fue una equivocación. El local era estupendo, pero mis locales eran los mejores, y aquel no era mío. La gente, con razón, pensaba que era un local oficialista, algunos decían que era como ir a un conselleria. Además, perdí mucho dinero allí, el único en que he perdido dinero. Aunque no me arrepiento, porque los negocios están para eso, para perder y ganar.

Entre el Café de La Seu, Café Lisboa, el Bolshoi y el Rialto protagonizó más de 30 años de la mejor noche valenciana.

En el Bolshoi me gasté una pasta. En Barcelona se llevaba el Gimlet, tan minimalista y fino, y pienso por qué no se puede hacer uno parecido en València. Y yo lo hice antes de tiempo. Me lo diseñó Carles Dolç, un buen arquitecto que me hizo un local muy bonito…

Peix con un ‘socarrat’ de Ausiàs March. Levante-emv

¿Había dos València, de noche y día?

Tuve la grandísima suerte de encontrarme una València como si despertara de una pesadilla. València era una fiesta todas las noches. Estamos hablando del 77, y a mí me fue de puta madre en el Café de La Seu. Se encontraban políticos, periodistas y artistas, todos mezclados. Teníamos una mesa ecléctica, que, aunque cambiaba todas las noches, era ‘la taula’, donde se escribían editoriales y se intrigaba. El ‘lobby’ que decía Albiol [Xavier, el primer director del DOGV]. He tenido buena relación hasta con María Consuelo Reyna… Ella venía al Lisboa y le decía ‘estás invitada al mejor champán… ¡catalán!’. Tuve buena relación con ella, sin bajar ni un escalón de como pensaba yo..

¿Cómo pensaba?

Soy nacionalista, pero un poquito blavero.

¿Me lo explica?

Un poquito blavero quiere decir que no soy ‘ballaor de sardanes’, ni de hablar barceloní. Soy defensor de la unidad de la lengua, pero al mismo tiempo defensor de lo nostre.

¿La clave del éxito de los bares de noche es la discreción?.

Allí venía gente a decirte: ‘eso no se lo cuentes a nadie’, que quería decir lo contrario, que lo lanzarás.

¿O sea qué no ha sido muy discreto?

Si me ha convenido, sí. Hay cosas que no te puedo contar..

¿Pero tenía ventaja porque ya sabía qué pasaría?

Hubo una directora, que pienso que estaba casi nombrada para el Centre Dramàtic, que me la cargue yo.

Eso era tener poder.

No, tenía información, y amigos periodistas, los que mandaban, además.

¿Ese es su gran servicio al país?

No, perdona, no he hecho ningún servicio al país, en contra tampoco. He discrepado muchas veces con amigos míos, porque a gente que yo estimaba en política les estaban arreando en toda la cresta [alude al exalcade Ricard Pérez Casado y al exdirector de Levante-EMV Ferran Belda]. Los cargos llevan esas cargas.

"Soy nacionalista, pero un poquito blavero"

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Ha sido más discreto con los ligues, ¿no?

He visto de todo, pero eso no me interesa. A Dios gracias, en este país con quien folla uno no ha importado.

¿Notó mucho el cambio en 1995, con la llegada del PP a la Generalitat?

Mucho. Las caras fueron otras… En la época del Rialto, la Alborch [Carmen, la exministra] que en gloria esté, se ponía negra porque entraba gente que no le gustaba. La quería mucho, pero he tenido muchas broncas con ella, porque pensaba que tenía que ser su espía. Tengo una visión muy positiva de aquellos años, pese a batallas de València, berrinches, cabreos. Ahora ya no me cabreo. Tengo una discusión con un amigo mío, un personaje, porque tiene una visión muy negativa respecto al futuro de este país.

¿La comparte?

Soy muy de València. He conocido esta ciudad y antes la normalidad era el castellano y ni te digo sobre el respeto a las libertades individuales. Mira, nunca he ido a una manifestación gay, fui al último Orgullo de Madrid antes de la pandemia, porque no había ido nunca. No soy pesimista. Hemos avanzado, aunque este país no da más de sí. ¡Qué más quisiera que mandarán los míos!

¿Quiénes son los suyos?

Los de Bloc, la UPV, todos aquellos… Una de las personas que tendrá siempre mi respeto porque se mantiene puro e inmaculado es Josep Guia, aunque sé que esté país no da para lo que él defiende.

"La plaza del Ayuntamiento es horrorosa, espantosa, y la de la Reina he visto un desacato…"

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¿Entiende que haya un movimiento vecinal en contra de los locales nocturnos?

Claro, como no los voy a entender si no los dejan dormir.

Las terrazas de París están abiertas toda la noche.

Primero todas tienen un plástico, pero ni el tono de voz y ni la conversación es igual.

¿Le ha gustado la remodelación de la plaza del Ayuntamiento?

Horrorosa, espantosa, y la de la Reina he visto un desacato….

¿Y la del Mercat Central?

Para las fotos queda de puta mare…, aunque igual los vendedores no están de acuerdo.

¿Siempre ha invitado a quien ha querido?

Sí, tener una buena clientela cuesta muchas copas. Soy un buen botiguer de la cultura.

¿Su restaurante favorito de hace 30 años?

El Gure Etxea.

"El sida cambió nuestra forma de vivir y se llevó unos cuantos amigos"

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¿El de ahora?

Salgo poco, un sitio de copas que me gusta mucho es Incógnito, el bar del Hotel Inglés.

¿Y esa leyenda de qué cuando cierran los locales nocturnos sigue la marcha en sitios más secretos?

Yo cerraba València, aunque más por mi pareja que por mí.

¿Cómo vivió la llegada de drogas?

Lo mío es el whisky, voto en el referéndum de Escocia porque la mitad de mi sangre es escocesa... En serio, aquello de las drogas fue una etapa horrorosa, porque lo viví entre el personal que trabajaba conmigo.

¿Y el sida?

Ese tiempo fue muy duro, cambió nuestra forma de vivir y se llevó unos cuantos amigos, gente muy joven [se emociona].

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