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Fuera de compás

La elegante sordidez de Samuel Reina

LA ELEGANTE SORDIDEZ DE SAMUEL REINA Elena Martínez

Por criarme y vivir en la Ronda Sud me resulta familiar lo que cuenta Samuel Reina en su último disco, titulado así. Yo he visto derbis Variant arder más allá del puente de La Torre, señores abrirse la chola con un chungazo de whisky en las fiestas del barrio, a la chavalada intentar apuñalarse con navajas mariposa en la puerta de los recreativos por un quítame allá un Street Fighter y a yonquis de pómulos tan afilados como para tallar diamantes perseguir estudiantes camino del instituto para sirlarles unas monedas.

Reina no dignifica ni embellece, pero tampoco juzga. Trata esos detalles del suburbio, esa fauna del extrarradio, con crudeza, pero sin morbo. No los ensucia de más para hacerlos atractivos y reconocibles. Y, además, intercala entre ellos versos de belleza radiante, luminosa y multicolor. Solapa lo humano con lo divino, lo vulgar con lo elevado, con apenas una línea de distancia. «Me gusta oscilar entre esos conceptos, busco sorprenderme a mí mismo. Me pongo a prueba. Para la creación me viene muy bien partir de una situación incómoda, me obliga a reformular mis propias obsesiones, a reinventarme», explica Reina.

«‘Ronda Sud’ es un símbolo de lo que está a orillas de la vida, lo escondido de una mirada ortodoxa de las cosas. La belleza está para todo aquel que lo pueda interpretar, incluido el mundo lumpen visto desde una perspectiva poética», continúa. Hay mucha ironía en el disco, con un sentido del humor sofisticado e inteligente, pero también mucha nostalgia. «En los 90, los nanos hacíamos cosas inconcebibles para los ojos de la sociedad actual, de alarmas y miedos constantes. ‘Desfase y burrada bonita’, ‘Dios y su saco de comadrejas’ o ‘No te lo fumes todo’ nacen del concepto de girar la vista hacia lo extraño y lo peligroso», revela Reina.

El disco es arriesgado, culto, artístico, inquietante y sorprendente. Mezcla folk, bossa-nova, techno, canción de autor, y escuchamos ecos de Tindersticks, Nick Cave, Leonard Cohen o Radiohead. ‘Ronda Sud’ es una ensalada de referencias. «He buscado negar mi propia realidad cotidiana, erigir un almanaque de maldades intelectuales a través de la arquitectura sonora que me han producido cientos de noches de insomnio. Hay un ejercicio muy bestia de intentar que todo encaje. Puede ser críptico, pero he buscado que las canciones entren de manera natural, que no sea un disco complicado de escuchar. Por eso también hay piezas románticas como ‘Dopamine baby’ o ‘Un Ojalá’».

Reina pasó meses buscando sonidos y texturas, probando sintetizadores, guitarras y amplificadores hasta encontrar algo cercano a la satisfacción. «El proceso de grabación fue tortuoso, mi propia autocrítica y exigencia me abocan a trabajar en solitario, poca gente está dispuesta a soportar mi esquizofrenia creativa». Él lo tocó todo, y lo cantó que ni les cuento. Con ese rango vocal amplísimo que maneja de maravilla. «Me gusta estirar al máximo la expresividad de la voz. En algunas canciones canto muy grave como en ‘Un Ojalá’, mientras que en ‘San Juan’ me elevo a octavas insospechadas. Me seducen los intérpretes sin un punto fijo concreto en su voz». Déjense impresionar por ‘Ronda Sud’, un disco enorme, de esos que piden muchas escuchas, hasta que el 17 de noviembre Samuel Reina nos lo explique en directo en el Centro Excursionista.

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