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Un jeroglífico une València entre el Siglo de Oro y los 90

Alberto Gil hila en «Donde las letras se esconden» un misterio con epicentro en el Monasterio de la Trinidad

Interior del Monasterio de la Trinidad, uno de los lugares clave de "Donde las letras se esconden". FERNANDO BUSTAMANTE

Entre la muerte de Sor Isabel de Villena y el momento en el que Sito y Sabeletta empiezan a descubrir el misterio de un nombre oculto en un jeroglífico hallado en el monasterio de la Trinidad, pasan 500 años y dos ciudades de València completamente diferentes. Donde las letras se esconden, la primera novela del periodista valenciano Alberto Gil es, según el autor, un relato «de ficción basado en hechos reales» en la que la Historia, el costumbrismo y el misterio se dan la mano.

Fue el propio Alberto Gil el encargado de presentar ayer en el Ateneo Mercantil su ópera prima literaria. Aseguró durante la presentación que, aunque su vida profesional está volcada en el periodismo -es el director de comunicación del Levante UD- llevaba más de 30 años dándole vueltas a contar su València en una novela. «Me lo preguntó durante una cena (el cantante) Luis Aguilé, que por qué no escribía una novela costumbrista sobre València. Parece raro, pero desde que me dijo eso no había parado de darle vueltas».

Alberto Gil, autor de "Donde las letras se esconden". L-EMV

Luis Aguilé puso la semilla de la ambición literaria de Alberto Gil y su trayecto diario a pie desde su casa hasta el Ciutat de València puso la inspiración. «Todos los días paso por el Monasterio de la Trinidad y empecé a interesarme por su historia. Fue entonces cuando descubrí la figura de Isabel de Villena, que fue una de las figuras más importantes de la València del Siglo de Oro como dinamizadora del arte y la literatura», explica Gil.

Primer libro impreso

Con la autora de la Vita Christi como personaje central (al menos, de la parte de la novela que transcurre hace más de 500 años), Donde las letras se esconden recrea la València del siglo XV, el que muchos consideran el «siglo de oro» de la ciudad y su reino. Es la València de Joan Roís de Corella, Bernat Fenollar, Pere Martínez, Miguel Peres o Jaime Peres y la València de la que se considera la primera obra literaria impresa en la península ibérica: Obres o trobes en lahors de la Verge Maria.

Fue el eclesiástico Bernat Fenollar quien organizó un certamen poético en 1474 por mandato del virrey Lluís Despuig cuyas obras debían versar sobre la admiración y alabanza hacia la Virgen María y debían estar escritas en cinco estrofas, una dedicatoria y un estribillo. El propio Fenollar recopiló en un libro todas las obras presentadas en el certamen y lo mandó imprimir en el taller que el maestro Lambert Palmar había instalado en el Portal de la Valldigna, la primera imprenta del Reino de Valencia. El libro se publicó en 1474 y de él solo se conserva en la Biblioteca de la Universitat de València.

Este contexto histórico, y esta historia sobre el primer libro impreso en España -en disputa con el «Sinodal de Aguilafuente», impreso en Segovia- le han servido a Alberto Gil para armar la trama intrigante de su primera novela. 

«Hay un nombre oculto durante más de quinientos años. El monasterio de la Trinidad guarda su secreto -explica la editorial Vinatea sobre Donde las letras se esconden-. De repente, ese acertijo se convierte en una cautivadora investigación periodística para Sito y la periodista italiana Sabeletta. Deben descubrir las letras escondidas por los mayores representantes del Siglo de Oro valenciano. El reto de ser el vencedor del más prestigioso certamen literario, el arte de imprimir algo eterno y el desafío de dar vida a un libro histórico que lucha por ser el primero impreso en España guían sus pasos». 

Bares, lugares y trece canciones

Sito y Sabeletta, los protagonistas de la parte «moderna» de la novela, van siguiendo las pistas de las letras olvidadas por distintos rincones de la València de hace tres décadas. Sin abandonar el misterio, Gil aprovecha este argumento para escribir la novela «costumbrista» sobre València que le sugirió Luis Aguilé, describiendo aquella ciudad de la década de los 90 que él conoció -y disfrutó- en primer persona.

«Me lo he pasado fenomenal recreando aquella València de hace treinta años -asegura-. He disfrutado mucho evocando los sitios que yo solía frecuentar en aquella época, los bares, las calles, he recreado hasta una mascletà... He disfrutado porque ha sido como poder volver al pasado».

Y además de bares y lugares de la València noventera -y de su música, que aparece en forma de 13 canciones que los protagonistas escuchan en sus walkman mientras investigan- el autor también ha querido reflejar el ambiente periodístico de la época, el contacto con las fuentes, las reuniones de «primera», echando mano para ello de sus propias experiencias en el oficio.

Donde las letras se esconden es, así, una novela que, a través del misterio que encierra un jeroglífico, recupera la época más esplendorosa de la cultura valenciana y recuerda la no tan lejana València de los 90. Pero sobre todo, según su autor, es una novela escrita «para que el lector pase, al menos, un rato divertido». Pero no solo eso: todos los ingresos que reciba la editorial Vinatea por Donde las letras se esconden se destinarán a Casa Caridad y a la Asociación Amigos de la Calle.

DONDE LAS LETRAS SE ESCONDEN

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