La Mostra de València acogió ayer la presentación de En temporada baja, el séptimo largometraje del cineasta valenciano David Marqués. Se trata, según explicó su director, de «un drama con mucho humor» sobre cuatro perdedores, amargados y bregados de la vida que por diversas circunstancias terminan viviendo en un camping y deben sobrevivir unidos. «Son cuatro impresentables», resumió Paloma Mora, productora de la película.

Los protagonistas principales de este film rodado íntegramente en la Comunitat Valenciana -incluyendo las instalaciones de Levante-EMV y Superdeporte- son Antonio Resines, Edu Soto, Coque Malla y Fele Martínez. Estos dos últimos participaron en la presentación de la película en el Espai la Mostra junto a otros miembros del reparto como los valencianos Rosana Pastor y Jaime Pujol o el propio David Marqués.

«Aunque nos centramos en la vida de los cuatro protagonistas, es una una película coral ya que teníamos que mostrar el mundo que rodeaba a estos personajes y por qué habían terminado allí -explicó el realizdor-. Había muchos satélites al lado de ellos que era importante mostrar».

Ha sido un rodaje frenético, pero «bastante relajado», aseguró Marqués. «Yo llevaba mucho tiempo sin hacer cine y con el rock and roll tienes una recompensa inmediata, te subes al escenario y estás dos horas dueño absoluto de tu historia, pero al actuar estás al servicio del proyecto de otra persona», reconoció Coque Malla.

Mucho más relajada incluso ha sido la vivencia de Fele Martínez: «Para mí ha sido una experiencia muy divertida y agradable. Como mi personaje apenas tiene texto y se pasa el día tirado en el camping sin hacer completamente nada, venir a Valencia a rodar era para disfrutar y olvidarme del mundo. ¡Ha sido como un trabajo spa!».

La actriz Rosana Pastor, que interpreta en la película a la mujer de Antonio Resines, aseguró que fue «una experiencia comprimida en el tiempo que disfruté mucho y en la que interpreto a un personaje que no se explica a sí mismo, sino que ayuda a explicarse al personaje de Antonio».

Violencia soterrada

Ya dentro de la Sección Oficial de la Mostra, ayer tuvo lugar el estreno de la argelina The Life After. La película dirigida por el cineasta y periodista Anis Djaad pone su foco en la discriminación y la violencia que se ejerce contra las mujeres solteras en una sociedad moldeada por y para hombres. Y lo hace con el retrato íntimo de Hadjer, que acaba de perder a su marido en un ataque terrorista y que se ve obligada a abandonar con su hijo su pueblo ante los extendidos rumores de que mantiene relaciones ilegales con hombres.

Tal como explicó el productor Jean François Catton ayer en la Mostra, «en la dureza reflejada en la película no hay ninguna exageración voluntaria, sino que se acerca mucho a la realidad de Argelia. Durante el rodaje hablé con un vecino que contaba que uno de sus hijos vivía en España y que el otro había sido repatriado, pero pensaba volver a intentarlo. El 70% de la población argelina tiene menos de 30 años, apenas hay trabajo, los salarios son bajísimos y la vivienda muy cara, porque lo que a menudo viven 5-7 personas en un apartamento. Hay gente muy rica, pero la mayoría de la población vive así».

Anis Djaad compagina su faceta de director con la de periodista, una profesión que le aporta «realismo» a su cine: «Solo este año he recorrido casi toda Argelia y he realizado más de 30 reportajes de campo que, en cada viaje, me dan ideas de escenarios. Eso no significa que vaya a escribir historias reales para el cine, pero sí historias imaginarias que parten de un hecho anodino, una anécdota, un encuentro…».

El pasado no es una línea recta

Mario Martone también se incorporó ayer a la competición por la Palmera de Oro de la Mostra con Nostalgia, cinta con la que ya participó a concurso en el pasado Festival de Cannes. En la trama, Felice Lasco (Favino) vuelve a Nápoles, ciudad que había abandonado a los 15 años para emigrar a Oriente Medio, para cuidar a su madre anciana. La nostalgia le invade, y no siempre en un sentido positivo.

«Nuestro pasado, o el pasado de cualquiera, no es una línea recta. Es un laberinto donde has tenido tus encuentros, tanto buenos como malos, donde has dicho algunas cosas que no deberías haber dicho... Si miras hacia adentro y piensas en cómo todo está tan entrelazado, tal vez signifique que has logrado salir del pasado, ir más allá. Pero existen vocecitas que te llaman de vez en cuando para volver a entrar en ese laberinto. Este intento de entender quién eres y dónde empezó todo puede ser peligroso», asegura el director.

Lo que sí constata la cinta es que el estado físico de los barrios napolitanos durante esos 40 años es prácticamente el mismo. También sigue muy presente el poder de la mafia y la Iglesia, como reconoce Martone: «Por supuesto que existen ambas, como también existe la situación social del pueblo de Nápoles, pero quería hacer una película que apuntara más lejos. Quise conservar esa crítica política que también está en el libro. No vemos al Estado involucrado, no hay presencia de la policía, existe la sensación real de una población abandonada».