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FLAMENCO Guitarra de Camarón de la Isla

Tomatito: "Cuando murió Camarón, quise retirarme"

El guitarra almeriense, que inaugura el ciclo ‘Les Arts és Flamenco’ el próximo sábado con su concierto "Viviré", asegura que la primera vez que le tocó a Camarón fue en una sala de fiestas de València

José Fernández, "Tomatito", durante una actuación. Levante-EMV

A José Fernández Torres, más conocido como ‘Tomatito’, lo sacó Camarón de la escuela cuando era un completo desconocido. De ahí pasó a hacer historia con «La leyenda del tiempo» (1979). Habla ágil y elegante, como marcado por el ritmo de su melena. Sus palabras trasladan un recogimiento íntimo y una emoción sincera y tierna, pero también una inenarrable amargura allá en lo más íntimo de su ser: la falta del propio Camarón, al que todavía le profesa un profundo cariño.

Cuando se refiere a él se siente un escalofrío ligero que nos sobrecoge un momento durante la conversación y nos hace pensar. Porque Camarón es una ráfaga que con su cante todavía lleva nuestro espíritu a una lontananza ideal.

Tomatito’ es un hombre de faz aguileña y de ojos luminosos que vive rodeado de nietos en una sacristía de guitarras, cada una con su pergeño particular. Y es que él tiene algo de apóstol espontáneo. Eso sí: nunca confiesa el número de guitarras que tiene su casa del paseo de los Castaños de Aguadulce (Almería), donde fulge un pedazo de intenso cielo azul que le inspira a no dejar de tocar.

Los flamencos dicen que cada concierto suyo es único.

El concierto de València no va a ser el mismo que el de Madrid. Cuando me subo a un escenario, el tema surge diferente porque existe otro estado de ánimo, otra inspiración, otro sentimiento. En cada concierto intento adaptarme a mi instinto musical.

¿Y cómo se domina ese instinto musical?

No se puede dominar, solo hay que dejarse llevar dentro del sentido rítmico que tienen los palos clásicos del flamenco.

Entonces, ¿cómo afronta el concierto de València?

Es una ciudad que me encanta porque siempre ha respondido con la música. He tocado muchísimas veces con José Mercé, Michel Camilo y con Camarón. De hecho, después de aquel concierto improvisado en el Polideportivo Carranque de Málaga, la primera vez que le toqué a Camarón fue en València.

¿Dónde fue?

No lo recuerdo exactamente porque hace 47 o 48 años, pero creo que fue en una sala de fiestas del centro, situada en la calle Ribera, llamada «Internacional». Allí también estaban los hermanos Parrita, Manolo de Vega y demás flamencos que iban a tomarse sus whiskies.

La mano del guitarrista flamenco Tomatito durante un toque GERMAN CABALLERO

¿Qué recuerda de aquella época?

Era un niño, tenía menos de 15 años, pero sobre todo aprendí a saber estar y, por supuesto, a tocar en público. Camarón era un gran músico, un curioso absoluto de la música, porque escuchaba todo tipo de estilos y ahí, claro, aprendí mucho.

De niño escuchaba a Camarón y, años más tarde, tocó con él, ¿cómo lo digirió?

No me di cuenta de la magnitud del hecho hasta años más tarde, cuando me veía en vídeos o en fotos con él. Por edad, parecía como un cuento. Yo era un niño que tenía facilidad con la guitarra, como otros niños podían tener facultades con la bicicleta, y acabé ‘jugando’ con Camarón encima de un escenario.

Se ponía a llorar cuando escuchaba su «Canastera».

Mi tío Juan me la ponía cuando era pequeño y la voz era preciosa. No había escuchado nunca una cosa más bonita, con tanto corazón, con tanta melodía y con la voz tan afinada.

¿Qué le aportó Camarón?

Creo que si ahora estamos hablando es gracias a él. A mí no me gustaba ser solista, me encantaba que me dijeran: ‘Tomatito, el guitarra de Camarón’. Qué bonita suena la frase, ¿verdad?

Totalmente, maestro.

Vendrán otros porque el flamenco, como la música en general, evoluciona, cambia, pero Camarón solo hay uno. He tocado con el genio de mi época.

¿Cómo era tocar para él?

Había que mirarle siempre para estar pendiente de él. En el flamenco, la guitarra está en un segundo plano porque el instrumento natural de la vida es la voz, en este caso la de Camarón. Lo que quería era ayudarle en todo lo que pudiera. Acompañar, mimar, acariciar su cante.

Tomatito acompaña a Camarón durante un concierto. Levante-EMV

¿Era difícil acompañarlo?

Sí, porque improvisaba mucho. La mayoría alaba su afinación, que era exquisita, pero lo que de verdad tenía Camarón era una inteligencia musical única. No he visto un músico más inteligente que él.

¿Y esa inteligencia de dónde surgía?

Era innata, pero se potenció a partir de escuchar el cante antiguo, por supuesto. El flamenco no hay que dejar nunca de estudiarlo porque está siempre vivo.

¿Cómo superó su muerte?

Cuando murió Camarón, quise retirarme porque no sabía si quería tocar más la guitarra. Pero encontré la fuerza para seguir en el mismo flamenco, tocando la guitarra en solitario, con mis primeros discos y conciertos.

Hablemos de Paco de Lucía.

Junto a Camarón, es mi otro gran referente. Es el que nos ha abierto las puertas del mundo para hacer conciertos de guitarra solista. También he escuchado mucho a don Ramón Montoya, al Niño Ricardo y, por supuesto, a Sabicas. Pero de niño, cuando mis maestros Pedro Blanco y Enrique Naranjo me ponían los discos de Paco, quería parecerme a él y reproducía sus movimientos.

Y lo consiguió.

Gracias, pero eso son palabras mayores. 

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