A las 22.30 horas de este martes, Luis García Montero acababa de firmar los últimos libros en La Sala Russafa de València sin perder esa mirada melancólica, sobre la sonrisa frágil como la cerámica, que surge a punto de cumplirse un año sin su esposa, la también escritora Almudena Grandes: "La poesía no es un desahogo porque es una meditación de la conducción humana. El lector que habita la poesía hace el poema suyo y esa lectura es lo que da sentido literario a la escritura", explicó durante una charla con el también poeta y colaborador de Levante-EMVCarlos Marzal, quien definió el nuevo poemario como "una elegía que nos lleva a amar la vida a pesar de que nunca nos hubiese gustado leerla por la pérdida de nuestra amiga".

Desde las 18.30 horas, una hora antes del acto, hubo gente formando una cola que llegó hasta la calle Sueca, a 200 metros de la puerta del local. Alrededor de doscientas personas tuvieron el privilegio de escuchar el mano a mano entre García Montero y Marzal y emocionarse al final con la lectura de varios poemas como Lectores, La Resistencia, No me salen las palabras, La muerte es sueño y Un año y tres meses, los versos que dan nombre al libro. Y otras doscientas se quedaron fuera, pero algunas de ellas aguantaron a que se acabara el recital para que les firmase algunos títulos suyos e incluso el nuevo de Almudena Grandes, "Todo esto pasará".

Porque su manera de hablar era descarnada, pura, porque nos hablaba de la vida que hay detrás de la muerte, bajo el eco despiadado de su inolvidable Almudena. Su nuevo poemario Un año y tres meses llega al fondo esencial del sentido de la vida a través de la portentosa recreación de la realidad. Una herida incurable como la muerte confiere a la escritura de García Montero una seducción y una eficacia ciertamente admirables. "La poesía me permite buscar respuestas. He acudido a ella en un momento de absoluta pérdida de la existencia del sentido de la vida", manifestó de entrada.

En ese sentido, también declaró que escribir no le aumenta el dolor por la muerte porque la ausencia de Almudena Grandes es diaria: "La muerte es un animal doméstico, un animal de compañía como 'Negrín', el gato que tenía con mi mujer y nuestras hijas, y la noto en el sofá, en la nevera y hasta en el espejo del baño".

García Montero aseguró que Un año y tres meses es el poemario que cierra el círculo abierto por Completamente viernes, el ejemplar que él mismo depositó en el nicho donde fue enterrada la escritora en el Cementerio Civil de Madrid y que, dentro de unos años, editará de forma conjunta: "La escritura es una alegría; no entiendo a los autores que dicen que sufren escribiendo. Este libro, a pesar de la muerte de Almudena, me ha dado más consuelo que sufrimiento".

Su lectura atribuye al poeta granadino, Premio Nacional de Poesía (1994), Premio de la Crítica (2003), director del Instituto Cervantes y catedrático de literatura española en la Universidad de Granada una melancolía que trasvasa de su vida a la obra editada por Tusquets. Se filtra una especie de desencanto, de añoranza por otros tiempos, de otros espacios perdidos como "ese Madrid de Almudena", el asunto literario de sus novelas. Porque García Montero ha encontrado en la poesía la senda más directa hacia la plenitud del duelo para recuperar una identidad en vías de extinción.