A la banda de rock Seguridad Social le espera un 2023 lleno de actividad y de alegrías en el marco de la celebración de su 40 aniversario, cuyos fastos llegarán a su punto culminante con el concierto que ofrecerán en los Jardines de Viveros el 9 de marzo. Allí, el grupo de Benetússer actuará como banda de versiones para los amigos que subirán al escenario a interpretar sus propias canciones. Presumiblemente podremos ver encima del tablado a Sole Giménez, Carlos Goñi, Miguel Costas de Siniestro Total y a Javier Ojeda de Danza Invisible entre otros, en un acto muy emotivo que contará con la presencia holográfica del legendario Nino Bravo cuando se cumplen cincuenta años de su trágico fallecimiento.

Este evento, junto a la gira de celebración y a la publicación a final del año que viene de un disco con la colaboración de amigos latinoamericanos de la banda, merecía un brindis por todo lo alto. Bodegas Vegalfaro se ha encargado de proporcionar el material con el que entrechocar las copas: un cava rosado brut, procedente de la agricultura ecológica y con 18 meses de crianza. “Elaborarlo fue un reto, porque en la bodega no hacemos este tipo de vinos. José Manuel Casañ tenía muy claro que quería un cava rosado, así que empezamos a elaborarlo desde cero a partir de unas cepas de garnacha, con mucho mimo y cariño. En él hemos puesto todo lo que nos une, la amistad, la música y el amor por el vino”, explicaba su enólogo Rodolfo Valiente en el acto de presentación que se celebró en la sala Jerusalem en la tarde del jueves.

Casañ , durante el concierto Francisco Calabuig

El cava se llama Chiquilla, es potente, fresco, limpio y equilibrado, con fruta varietal y sincera, sin rastro de las molestas notas gominolescas que predominan en otros del mismo color. Entre horas, con el estómago ligero, la boca limpia y en el estéreo sonando, por ejemplo, ‘Introglicerina’ a todo trapo, queda estupendo. También es de los que puede acompañar cualquier comida de principio a fin por su elegancia burbujeante y su robustez vínica. Y si por dentro es magnífico, por fuera, ni les cuento. Viene envuelto en un fragmento del cartel que Paco Roca dibujó para el ansiado concierto de Viveros: Casañ en triunfal actitud rockero-taurina, soltando “Chiquilla” en un bocadillo, brazos abiertos abarcando el coso, puño americano en el pie del micro, tatuajes, camiseta con aspa y serpiente infinita, hebilla de calavera en el cinto. El icono del rock valenciano, español y latino en otro dibujo eterno.

El propio Paco Roca subió al escenario de la sala para acompañar al vocalista de Seguridad Social, en una desenfadada intervención repleta de humor, provocando las risas del personal que no quiso perderse el sarao. “Si hemos llegado a los 40 ha sido por algo más que por nuestro talento o nuestro trabajo. Lo hemos logrado gracias a la ayuda de nuestros amigos, porque solos no hubiéramos llegado a ningún sitio”, subrayó un agradecido Casañ.

El acto, que despedía un triunfal aroma a juernes, con la peña ultra animada, a la espera de que sacaran la merienda cena, hiperventilando ante la visión de una pata negra y otros manjares, se tornó en concierto acústico cuando el cantante se arrancó con “Mi rumba tarumba” acompañado por un cajón flamenco, un bajo y una guitarra. Sentado en una silla de tijera, vestido de negro, tocado con un sombrero pork pie y adornado por cadenas, anillos y cordones, Casañ ejerció de patriarca de ese rock mestizo que combina sonoridades mediterráneas y atlánticas, y en cuyo triunfo noventero tuvo mucho que ver a través de discos como ‘¡Que no se extinga la llama!’ o ‘Furia Latina’. Por ese mar de influencias que rodean a las Antillas Mayores navegaron “El viajero”, una joya, o “Quiero tener tu presencia”, con olor a fiesta improvisada en el malecón y los músicos exprimiendo a fondo sus instrumentos.

Seguridad Social ofrecerá un concierto en Viveros el 9 de marzo Francisco Calabuig

Como final del showcase, subió al tablado para tocar “Chiquilla” Rodolfo Valiente, que como fundador y bajista de Girasoules compartió carretera con Seguridad Social en más de una ocasión antes de dedicarse a la bodega familiar. Les quedó lujosamente calorra porque le pusieron pasión, respeto, experiencia y conocimiento, valores imprescindibles para hacer buena música y buen vino. Y en acabando, la cuchipanda.