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Novela Purificació Mascarell Escritora

“Hoy se mira a la mujer libre con la misma suspicacia que en el siglo XIX”

Purificació Mascarell publica la próxima semana "Mireia", una de las dos novelas ganadoras del premio Lletraferit 2022

Purificació Mascarel, ganadora del premio Drassana 2022 por la publicación de "Mireia", en la librería anticuaria Rafa Solaz. Miguel Angel Montesinos

Mireia, la primera novela de Purificació Mascarell, ganadora del Premio Lletraferit 2022 de la editorial Drassana junto a “Els inútils” de Andreu Sevilla, nació en el cementerio de Xàtiva, un lugar, según la autora y profesora de Literatura en la Universitat de València, muy bonito, muy desconocido y “con tumbas muy interesantes”. “Un día, paseando por la zona antigua, me encuentro con unas lápidas que me llaman mucho la atención: las de Ramón Simarro y Cecilia Lacabra. Son estéticamente preciosas y rezuman una historia trágica porque ves que entre una muerte y otra solo pasó un día”, explica Mascarell. Ramón y Cecilia fueron los padres de Lluís Simarro, pionero en España de la psiquiatría experimental y uno de los dos protagonistas (la otra es Mireia) de esta novela en la que colisionan el romanticismo y el positivismo, el placer y la atracción fatal, la realidad y la apariencia, el siglo XIX obsesionado con la "femme fatale" y la histeria femeninana y el XXI en el que, a pesar del tiempo transcurrido, las cosas no han cambiado demasiado.

La voz de la novela la pone Neus, una joven pintora fascinada por la inteligencia, el misterio y la belleza de su amiga Mireia. ¿Pero quién es Mireia en realidad, aparte de una prometedora doctoranda en psicología experimental? Su hallazgo de un testimonio inédito de Simarro y sus encuentros con Jean-Martin Charcot y las "locas" del Hospital de la Salpêtrière, activa el engranaje de un mecanismo perverso.

El padre de Simarro muere de tuberculosis y la madre se suicida “por amor”. Más romántico no puede ser el niño.

Exacto. Y, además, es un inicio de historia muy potente.

¿Y por qué decide ligar esa historia tan potente del siglo XIX con la de dos chicas del XXI?

Porque no me interesa la novela histórica más que como trampolín para otra cosa. No me gusta constreñirme a ese género. Sé que no descubro nada cuando uso el recurso de hablar de un personaje que investiga lo mismo que yo, pero me sirve para situarme en la perspectiva de quien desconoce esa historia y va indagando. Y, además, con el triple giro de que la persona que investiga no es quién cuenta la historia, que lo hace su amiga. Es un narrador secundario y eso me pareció también superinteresante: qué pasa cuando quien narra no es la investigadora pero admira o sigue a la investigadora.

Conecta a Mireia con una saga de mujeres históricas y literarias consideradas “fatales”. Pero, a diferencia de aquellas, a esta mujer fatal la narra otra mujer.

Me parecía singular que la fascinación hacia una mujer como es Mireia proviniera de otra mujer. Las mujeres estamos acostumbradas a que la sociedad patriarcal nos enseñe que las otras mujeres son nuestras enemigas porque a los hombres les interesa que las mujeres nos veamos como oponentes. En este caso, me parecía rompedor que una mujer admirara y se enamorara de otra.

¿Y qué le aporta la mirada femenina a la mujer fatal?

Le aporta humanidad. A medida que uno se adentra en la novela descubre que detrás de esa máscara de mujer fatal hay un ser humano que puede sentirse herido y que reacciona a la herida.

¿Concibió desde el principio “Mireia” como una novela con ese mensaje?

No, lo primero que me llamó la atención para hacer la novela fue la época romántica, el personaje de Simarro y la cuestión de la psiquiatría del siglo XIX, cuando se usaba la etiqueta de loca para excluir de la sociedad a las mujeres que no eran normativas, las que rompían con el canon. También me interesó la cuestión de la psicología experimental, de la que Simarro fue el primer especialista en España, y cómo a través de experimentos uno puede conocer como funciona el mundo interior de los seres humanos. En la novela está ese punto de experimentación.

Experimenta con los personajes y también con las formas.

Sí, he querido crear un rompecabezas que tiene que montar el lector igual que la narradora. Cuando empecé a escribir me di cuenta de que esta novela me pedía fragmentariedad porque eso me permitía jugar con las épocas y los puntos de vista, contar dos historias que van en paralelo -la de Lluís Simarro y la de Neus admiradora de Mireia- y que el lector se diera cuenta de esos paralelismos sin que yo los tuviera que mostrar de manera demasiado evidente.

Valencia. Purificació Mascarell escritora ganadora del premio Drassana 2022 por la publicación de Mireia. Miguel Angel Montesinos

En “Mireia” se producen muchas colisiones: entre el romanticismo y positivismo, entre el arte y ciencia, entre la realidad y apariencia...

Sí, totalmente. Desde “Cartilla de redención” ya me interesa la fricción y que haya una ruptura del equilibrio. Y una de las colisiones más importantes es esa de las apariencias y la realidad. Me interesa cómo confiamos en las apariencias y cómo descubrimos que muchas veces la realidad es un simulacro o un espejismo. Vivimos hoy más que nunca en un mundo de apariencias que deliberadamente nos envuelven porque es lo que conviene y lo que nos manipula.

Pero es, ante todo, una especie de novela “neorromántica”. Hay tumbas, casonas antiguas, personajes misteriosos, amores insanos...

Sí, hay elementos de la novela romántica y, además, ese subjetivismo de la narradora también es muy romántico, todo lo que sabemos es a través de la mirada de Neus y eso hace que haya una ambigüedad y unos huecos que el lector tiene que llenar. El romanticismo fue la época en la que el individuo se puso en el centro y su mirada era lo importante.

También le ha salido bastante romántico el paisaje de Xàtiva...

Es algo que me gusta especialmente de la novela. Creo que he conseguido crear del espacio de Xàtiva un lugar gótico, casi mítico, a partir de lugares que para mí tienen un punto de misterio, como la Cova Negra, las “arcadetes d’Alboi”, y el “Jardí del Palasiet” que está muy vinculada a una figura femenina que dicen que estaba castigada allí por ser infiel a su marido. También la cuesta del castillo, la ermita de Sant Feliu…

¿Le hemos dado la espalda a aquel país valenciano gótico de las “rondalles”?

Es cierto. Creo que en los últimos tiempos las novelas se han ubicado en espacios realistas y costumbristas y de denuncia de cómo está la sociedad valenciana, y quizá hemos perdido esa dimensión más “rondallística”, más mítica y misteriosa de la literatura popular y oral. Es una de las cosas que más me apetecía recuperar.

¿Al final, no son víctimas Neus y Mireia de ese romanticismo?

Quería establecer un paralelismo entre ellas y esa feminidad del finales del XIX que está luchando contra la tradición que apresa a las mujeres. En aquella época aparecen las primeras mujeres viajeras, periodistas, artistas… Y al mismo tiempo es un siglo de mucha represión, de mucho miedo a la mujer libre. Ahora ese miedo se proyecta hacia la mujer libre, se le acusa de mentirosa y manipuladora cuando denuncia a un hombre por violación o maltrato o por marcar la agenda política… Se sigue mirando a las mujeres con suspicacia, igual que se hacía en el XIX.

¿La venganza final de la novela está entonces justificada?

Cada lector, dentro de su imaginación, debe pensar si hay o no venganza, si hay una justicia poética o una justicia real… Dejo eso en la mano del lector.

En la época de Simarro, la mujer que no era dócil o era fatal o era histérica.

Sí, y tan peligrosa resultaba la una como la otra, porque eran mujeres que rompían con la normalidad, con la vida tranquila y familiar, con la sumisión. Ambas demuestran el desbordamiento de la sexualidad femenina y representan que la mujer tiene una sexualidad propia y que eso le da miedo al hombre.

¿También alabamos nosotros demasiado la ciencia como se hacía entonces?

El gran problema de cientificismo del siglo XIX fue precisamente poner la ciencia por encima del ser humano. Y eso es algo que también me da miedo ahora, la ciencia sin humanismo. La ciencia ha de ir cogida de la mano de la ética y el humanismo.

Al final, le han cabido muchas cosas en una novela de solo 116 páginas.

Ha costado porque lo primero que no quería es no aburrir, no cansar. Me gusta que las cosas vayan a un ritmo trepidante, que el lector lo pase bien, que tenga morbo por saber qué pasa en el siguiente capítulo. Me gusta como lectora y me gusta provocarlo. Por eso esas ideas tenían que trabajarse para que se presentaran en la novela de forma que no fuera aburrida ni densa y que al mismo tiempo tuvieran que ver con la trama.

Es la primera mujer que gana el Drassana, un premio que algunos tenían como cosa de hombres.

Precisamente, la idea de enviar esta novela al premio nace de ese movimiento crítico. Un día veo en Twitter a una chica que se queja de otro hombre que gana y otra vez una novela València ciudad y una mirada de flaneur masculina… Y tenía mucha razón. Yo me siento muy cómoda en el modelo lingüístico de Drassana porque me gusta que mi valenciano suene muy valenciano. Y ahora he descubierto que clavándome en un ambiente tan masculino que ellos también tenían ganas de apostar por literatura escrita por mujeres y con temáticas femeninas que, al final, incluyen toda la dimensión humana.

Rafa Lahuerta, uno de esos “flaneurs” ganadores del Drassana, ha sido el primero en alabar “Mireia”.

El premio y el éxito de Rafa con “Noruega” han sido un paso importantísimo. Ha conseguido que las personas que nunca leían nada en valenciano hayan leído una novela en valenciano y que encima, les encante… Solo por eso ya habría que bendecir a Rafa. Salir con este galardón después de él nos facilita las cosas a los que venimos detrás. Pero es que, además, Rafa es un tío superfeminista y a mí me molestaba mucho que algunos dijeran que “Noruega” era una novela machista. Cuando yo hablo con un hombre machista me doy cuenta de que lo es porque no me escucha, que es como si estuviera pasando un carro. Rafa habla conmigo y me está escuchando en todos los sentidos y le interesa lo que le digo. Para mí es algo empírico así que estoy contenta de que le haya gustado “Mireia”.

Valencia. Purificació Mascarell escritora ganadora del premio Drassana 2022 por la publicación de Mireia. Miguel Angel Montesinos

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