Carraixet, 50 años de música, país, feminismo y una oferta millonaria que sí pudieron rechazar
La banda de las hermanas Giner celebra medio siglo de trayectoria con nuevo disco y un concierto especial en el Teatre Principal
“Somos el grupo valenciano en activo más antiguo que hay”, proclama orgullosa la familia Giner desde la primera respuesta a esta entrevista con motivo del 50 aniversario de Carraixet. “En activo”, una afirmación timbrada un disco nuevo y un concierto-celebración que tendrá lugar el próximo 18 de diciembre en el Teatre Principal. “Valenciano”, otra palabra importante porque su “amor” a la lengua y al país define, según sus miembros, la identidad de Carraixet desde los orígenes hasta ahora. Y “familia”, el tercer término imprescindible para dibujar a Carraixet, una banda que desde su fundación en 1972 a cargo de Lleonard Giner hasta la incorporación este año de su nieta Carme junto a las “tías” Mari Carme, Eva, Miryam y Vanessa, ha sido siempre un asunto familiar.
La rondalla de Tavernes
Fue Lleonard quien impulsó junto al escritor y editor Rafa Arnal Carraixet 72 a partir de la "rondalla" que había creado en su pueblo, Tavernes Blanques. En la primera actuación del grupo en un homenaje a Pompeu Fabra celebrado en Castelló, ya contó en el escenario con su hija Mari Carme, que por entonces tenía 10 años. No tardaron en incorporarse también las otras hijas de Lleonard, quienes aportaron a Carraixet un carácter singular y un sonido característico -el de los instrumentos de viento que saben tocar desde bien pequeñas- que se hizo imprescindible en festivales, fiestas, “aplecs” y “trobades” de los años de la Transición.
Además de actuar en público, Carraixet grabó discos hoy referenciales de la Nova Cançò como “Beure, cantar i ballar”, “Entre col i col… lletuga”, “Fet a posta” o “Estimem per estimar”. También colaboraron con otros artistas como Els Pavesos, Paco Muñoz, Al Tall, Ovidi Montllor o Lluís Miquel; grabaron bandas sonoras como la de “Que nos quiten lo bailao“ de Carles Mira; y colaboraron en programas de radio como el histórico “De dalt a baix” que presentaba Toni Mestre.
La bomba o la vida
Esa popularidad y, sobre todo, la militancia política de Carraixet no caía demasiado bien en algunos sectores y un 9 de octubre de 1979 un desconocido -el asunto se investigó más bien nada- colocó nueve botellas de gasolina y un detonador bajo la furgoneta que empleaba la banda en sus desplazamientos.
Ese día tocaban junto a las Torres de Serranos y allí estaba aparcada la furgoneta con Carme -la mujer de Lleonard- y Vanessa, que entonces tenía cuatro años, en su interior mientras el resto de la familia se preparaba para subir al escenario. Por fortuna, un hombre avistó los explosivos, avisó a la Policía y el atentado se frustró.
“Fue algo totalmente silenciado en los medios de comunicación y se quedó como una anécdota familiar durante años”, recuerda Mari. “Aquel hecho demuestra la intolerancia que había en esa época y justifica los 50 años que llevamos cantando en valenciano”, añade Vanessa.
La bomba no explotó pero sí estuvo a punto de llevar al traste la carrera de Carraixet. Carme y Lleonard se plantearon si convenía seguir subiendo a sus hijas a los escenarios en un tiempo y un lugar tan convulsos como los de la València preautonómica. “Nos han sacado pistolas, navajas, de todo -recuerda Mari-. Pero cuando nos pusieron las bombas nuestros padres dijeron ‘basta, nos estamos jugando el tipo’. Cuando nos dijeron que esto se había acabado, empezamos a llorar, a suplicarles que no, que esto era lo único que teníamos y que por culpa de esta gente no nos íbamos a esconder”.
De "Les parrandes" a la independencia
Y lo cierto es que Carraixet nunca se ha escondido políticamente. Si en sus “Parrandes” de 1979 cantaban aquello de “Des de Vinaròs a Orihuela, de Morella a Guardamar Som un Poble que camina i que ningú podrà parar: País Valencià!”, en su disco de 2022 han sacado un tema “Cant a València” en el que no solo reivindican un país sino también su independencia. “Ya hace años que toda la familia es independentista, pero no siempre hemos sido así -explica Mari-. Primero decíamos “¿por qué no nos queremos todos los territorios de la península y somos como hermanos o primos hermanos?”. Pero Rajoy hizo una fábrica de independentistas y a partir de ahí nuestra cabeza hizo clic”.
“Cuando éramos pequeñas hacíamos gracia pero siempre había quien nos llamaba maleducadas o pueblerinas por cantar en valenciano -recuerda Eva-. Conforme te hacías mayor los insultos también crecían y pasamos de ser maleducadas y pueblerinas a ser catalanistas hijas de puta. Hemos tenido varios frentes: por ser mujeres, por cantar en valenciano y por exponernos”.
El machismo de la escena
Efectivamente, el posicionamiento político no ha sido el único que ha tenido que defender Carraixet con uñas, dientes e instrumentos musicales. También su condición de grupo eminentemente femenino les ha obligado a falcar los pies en el suelo y enfrentarse a un mundillo -el musical- muy machista cuando ellas empezaron y demasiado machista todavía hoy.
“Ha sido terrible, siempre hemos tenido que ir demostrando que sabemos tocar, que tenemos nivel para estar aquí -explica Mari-. Recuerdo una actuación en un pueblo que cuando tocaba mi instrumento, el fiscornio, había un grupito que se acercaba al escenario y me decía que yo no tocaba, que hacía play-back, que era un fraude. Acabó la canción, me bajé del escenario, me acerqué a uno de ellos y empecé a tocarle el fiscornio al lado de la oreja”.
“Ahora no te dicen que nos vayamos a casa a limpiar como le decían a mi madre -reflexiona Vanessa-, pero hay otras formas más sofisticadas como que no te programen en los festivales de música o te dejen en los escenarios más pequeños y a las peores horas. Sigue habiendo ninguneos, compañeros que te siguen hablando como si fueras una niña. El machismo se va refinando, pero las feministas también nos hemos hecho más listas”.
Lo que más duele a las Giner de estos ataques machistas no es cuando han venido de sectores ideológicamente contrarios -«a los de derecha te los ves venir», dice Vanessa-, sino de sus propios «compañeros de lucha», de «los que te dicen que hay que dejar el feminismo a un lado porque hay cuestiones más importantes». «Eso lo hemos hablando con muchas mujeres de la escena del punk, del rock, de lo que sea, y todas llegamos a un punto en común: sigue habiendo un patriarcado reconocible en la escena progre y de izquierdas», remata.
La muerte de Lleonard
Pero pese a todas estas dificultades, Carraixet ha seguido actuando, sacando discos y renovándose, saltando del folk al rock y lo que surja, manteniendo la esencia original del grupo que reivindicaba las raíces musicales y la bandurria pero que también se atrevía con los sintetizadores, las guitarras eléctricas y las versiones de Status Quo. “El secreto de durar tantos años es que hemos hecho siempre lo que nos ha dado la gana”, afirma Mari.
Y aun así, entre el nuevo disco de Carraixet y el anterior -Guspira- han pasado muchos años marcados por la muerte en 2005 de Lleonard. “Fue traumático -reconoce Vanessa-. Además de nuestro padre, era un compañero de escenario y su perdida fue muy dura. Tuvimos que recuperarnos de esa pérdida inesperada y tuvimos que retomar el disco que estábamos grabando con él. Y otros factores, como la relación con el equipo de producción, con el que no teníamos una afinidad. Después eso se juntó con la crianza de nuestros pequeños, los proyectos personales…”.
Lleonard, señala una de sus hijas, era una persona con unos valores muy avanzados a su época. “Por ejemplo, quería tanto a los animales que cogió la conciencia de no querer comérselos -recuerda otra-. Ahora eso está normalizado, pero hace muchos años la gente le miraba mal, así que yo un día le cogí por banda y le dije que, por favor, no dijera que no comía carne porque no quería comer animalitos, que dijera que era por salud”.
Un loco feliz
Aunque quizá la prueba más impresionante del compromiso de Lleonard sucedió en los primeros años de Carraixet, a finales de los 70, una época en la que las grandes discográficas se dieron cuenta de lo rentables que eran los álbumes cantados por niños y dirigidos al público infantil. Lo cuenta Mari: “Éramos muy jovencitas y el más alto directivo de unos conocidísimos grandes almacenes nos escuchó en una actuación y le encantamos. Le ofreció a nuestro padre un contrato para sacar discos en toda España a cambio de mucho dinero. Eso sí, teníamos que cantar en castellano. Mi padre lo habló con la familia y dijimos al unísono que no, y eso que en aquella época nos hacía mucha falta el dinero. “¿Cómo que no, Lleonard? Estamos hablando de mucho dinero. ¿Estás loco?”, le dijo el directivo cuando le transmitió la decisión de la familia. Y mi padre le contenstó: “Sí, estoy loco, pero soy un loco feliz”.
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