Doña Concha conquista el siglo XXI

El Ayuntamiento de València dedicará una exposición a Concha Piquer que propone una relectura de su obra desde el empoderamiento de las mujeres y la cultura LGTBI

Concha Piquer ya era una mujer del siglo XXI a principios del siglo XX.

Concha Piquer ya era una mujer del siglo XXI a principios del siglo XX. / L-EMV

Voro Contreras

Voro Contreras

Concha Piquer vuelve a estar de moda. No tanto por sus canciones (al menos hasta que los C Tangana o Rosalía de turno se pongan a ello) pero sí por lo que su figura, su actitud y su persona representaron durante gran parte del siglo XX en España y lo que pueden representar en el XXI.  

Entre 2021 y 2022 se han publicado un cómic sobre la cantante valenciana -Doña Concha. La rosa y la espina- a cargo de Carla Berrocal y una novela -Retrato de una mujer moderna- en la que el también valenciano Manuel Vicent ficciona a su particular manera la vida de la Piquer. 

En ambos trabajos se subrayan facetas de la cantante que hasta ahora habían quedado eclipsadas por su impresionante carrera musical: su vida personal, sus amistades intelectuales, su actividad como empresaria o su relación con la dictadura. «Era una profesional dispuesta a defender su profesión frente a cualquier barrera. Y esa barrera era entonces el franquismo. ¿Que había que parar mientras se decía el parte? Ella no paraba de cantar y pagaba una multa», recordaba en una entrevista para este periódico Manuel Vicent.

A esta reivindicación de una nueva Doña Concha se unirá el próximo marzo el Ayuntamiento de València, que ha reservado su sala municipal de exposiciones para reconocer, en palabras de la concejala de Cultura, Gloria Tello, a una «valenciana icónica». «Concha Piquer no es únicamente una figura imprescindible en el mundo de la música y las artes escénicas del siglo XX, sino también un icono de la cultura popular y, sobre todo, una mujer que rompió muchas ideas preconcebidas y plantó cara a la censura franquista dentro de su creación artística», señala la regidora.  

Comisariada por Cristina Chumillas, la exposición «Doña Concha. Una exploración en torno a la copla y a Conchita Piquer» está basada en el cómic de Berrocal y sirve, según Tello, para reivindicar su figura a través de su vida y de la copla como categoría musical, así como promover una relectura sobre aspectos que podemos encontrar reflejados en su obra y que la hacen más actual que nunca, como el empoderamiento de las mujeres y la cultura LGTBI».

Portada Dona Concha

Portada Dona Concha / L-EMV

Una artista que se planta

En las primeras imágenes de ‘La rosa y la espina’ veíamos a la cantante valenciana plantada ante un empresario teatral que le da largas para pagarle. «Que no madre, que yo no me fío. Que yo quiero mi dinero ahora mismo», dice Conchita con los brazos en jarras mientras el público abuchea porque el espectáculo no empieza. Y en las últimas viñetas del cómic vemos a la Piquer en su última actuación, decidiendo en ese momento que se retira para siempre porque su voz ya no es la de antes. 

«Es una de las cosas que más define al personaje: la dignidad, la profesionalidad y la bravura -explicaba Berrocal a Levante-EMV-. El hecho de que no quisiera cantar en un teatro si no le pagaban es muy representativo de ella. Y esa actuación en el que decide retirarse representa un respeto al público y un amor al canto precioso. Son dos momentos, uno al principio y otro al final de su carrera, que dicen mucho de quién fue Concha Piquer». 

La exposición que se inaugurará el 2 de marzo en el Ayuntamiento de València muestra las planchas originales del cómic de Berrocal y, para contextualizarlas, Chumillas ha reunido documentos audiovisuales y sonoros relacionados con la cantante y su época así como, fotografías, indumentarias y otros elementos cedidos por su Casa-Museo. También mostrará textos de expertos en la cultura popular y la copla e incluso testimonios de la familia de la artista. 

Concha Piquer, señala la comisaria, «representa para mí una mujer moderna, adelantada a su época, una mujer del siglo XXI a principios del XX». «No sé si ella era consciente de lo adelantada que estaba siendo -añade Chumillas-, pero sí sé que tenía muchas ganas siempre de aprender, de superarse y eso le hacía tener una mente muy abierta. Era atrevida, nadie que no fuera ella iba a gobernar su vida».

Concha Piquer

Concha Piquer / Concha Piquer

Las segundas lecturas

Además de para reivindicar la modernidad de Concha Piquer, la exposición -como el cómic que la inspira- defiende la modernidad ideológica del género musical del que la valenciana fue la mejor representante. Como han hecho la investigadora Lidia García y la hispanista Stephanie Sieburth, tanto Berrocal como Chumillas recuerdan que -pese a la interesada apropiación que hizo de ella el franquismo- la copla fue un género que reivindicó aspectos de la feminidad mal vistos por la dictadura y la Iglesia y dio voz a colectivos marginados como las mujeres, los y las homosexuales o los derrotados en la guerra.

Así lo demuestran canciones del repertorio de la artista como «Yo soy esa» (sobre una prostituta), «Romance de la otra» (sobre la amante de un hombre casado), «Lola puñales» (sobre una mujer vengadora) o «Compuesta y sin novio» (sobre una mujer orgullosa de su situación sentimental). «Rafael de León no hacía letras que se pudieran vincular al régimen pero el régimen no sabía ver esa doble lectura -indica Chumillas-. Las letras tenían un trasfondo con el que era imposible que el régimen estuviera de acuerdo».

Como Vicent y Berrocal, Chumillas también recuerda que la diva, hija de un albañil y de una modista, prefería pagar una multa antes que cantar la versión censurada de «Ojos verdes». «Se le ha vinculado con el franquismo porque no se exilió -concluye-, pero habría que valorar no solo a los que se fueron sino a los que se quedaron aquí con todo lo que había».  

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