Botifarra, el ‘cantaor’ que salió de las plazas y conquistó los palacios

El 13 de enero el artista marcará otro hito en su carrera con un concierto en el Palau de les Arts para presentar «Ja ve l’aire», su nuevo disco

Pep Gimeno "Botifarra" presentará su nuevo disco "Ja ve l'aire" el próximo 13 de enero en el Palau de les Arts.

Pep Gimeno "Botifarra" presentará su nuevo disco "Ja ve l'aire" el próximo 13 de enero en el Palau de les Arts. / Claudia Marconell

Voro Contreras

Voro Contreras

Fue en 2006 y seguramente hacía calor porque era agosto, porque era en la Plaça del Mercat de Xàtiva y porque era día de Fira. Aquel parecía un concierto «para llenar la última noche; un espectáculo de segunda división para los programadores. Pero fue una revelación», recordaría años después el periodista Paco Cerdà. 

En esa actuación, Pepe Gimeno, el herrero que recorría con su motocicleta los pueblos de la Costera, la Vall d’Albaida y la Ribera para que los uelos le enseñaran canciones que solo ellos recordaban, se transformó ante más de 1.500 personas en Pep Gimeno «Botifarra», el fenómeno de la música popular valenciana que ha convertido esas canciones casi olvidadas como la «Malaguenya de Barxeta» en himnos para las nuevas generaciones.

"Botifarra" en la actuación de la Fira de Xàtiva de 2006.

"Botifarra" en la actuación de la Fira de Xàtiva de 2006. / PERALES IBORRA

Aquella noche de 2006 en la Fira de Xàtiva, Botifarra interpretó los temas de Si em posse a cantar cançons, un disco que explotó como una supernova ante el ojiplático mundillo cultural valenciano y cuya repercusión sigue sorprendiendo al propio cantaor. Después de ese álbum de debut, Gimeno ha publicado diez discos más -solo y acompañado, con rondallas, bandas y orquestas-, ha colaborado con decenas de artistas, ha actuado en cientos de escenarios y ante miles de personas. También ha recibido unos cuantos premios -incluida la Distinció al Merit Cultural de la Generalitat o la Medalla d’Honor del Consell Valencià de Cultura- aunque a eso él no le dé tanta importancia.  

«Yo soy cantaor de calle, yo he cantado encima de un andamio, subido a un tractor, en palets, a mí no se me caen los anillos», proclamaba Botifarra el pasado lunes en entrevista telefónica con Levante-EMV. «Tan digno es el escenario de la plaza de un pueblo que el del Palau de les Arts», añadía a continuación y con toda la intención del mundo porque el próximo 13 de enero, casi 17 años después de la «revelación» botifarrera en la Fira, Pep Gimeno está llamado a celebrar otro hito en el sala sinfónica del palacio valenciano de la ópera.

Lo hará para presentar su nuevo disco, Ja ve l’aire, y con todas las entradas ya vendidas. «Cuando pensamos en este concierto decíamos ‘si llega Navidad y hemos vendido 200 o 300 entradas será tocar amb un dit el cel -recuerda Botifarra-. Aún no se han pasado las fiestas y ya las hemos vendido todas. Estamos acojonados. Massa tomata per a un parell d’ous. Es muy fuerte, y más en València. Si fuera en Xàtiva dices que estoy en mi casa, en mi pueblo, pero allá es otra cosa».

Los ingredientes del fenómeno

Pep Gimeno atiende desde el Archivo Municipal de la capital de la Costera, donde trabaja cuando no está recorriendo tierras para actuar u ocupándose de los animalitos y de la huerta de Ca Cuesa, la alquería del siglo XVI que el cantaor ha rehabilitado. «Yo creo que no he cambiado mucho, que soy el mismo, hago mi marcha en la vida cotidiana de todos los días, voy a la huerta, vengo a trabajar, estoy con mis compañeros. Son ellos los que te tienen que decir si he cambiado o no. Siempre digo que hay que tener los pies en el suelo porque esto igual sube que baja, y una vez haya bajado, pues mira… Has hecho lo que has hecho y ahí está, ni más ni menos».

Botifarra en Ca Cuesa, la alquería del siglo XVI de Xàtiva que el "cantaor" ha rehabilitado.

Botifarra en Ca Cuesa, la alquería del siglo XVI de Xàtiva que el "cantaor" ha rehabilitado. / Claudia Marconell

Pep nació en Xàtiva en 1960 pero a él le hubiera gustado nacer 50 años antes y «haber conocido a aquella gente, su cultura, la manera que tenían de hacer las cosas, aquellos labradores y pastores, todo», contaba a este periódico en 2015. Quizá por eso cuando apenas había cumplido los 16 años ya iba de pueblo en pueblo para grabar a la tía Rosario de Canals, la tía Emilieta de Barxeta o la tía Tereseta la cadirera en un radiocassete «que parecía una caja de naranjas». «El tío Vicent de Torrella me tiraba de su casa diciéndome que me fuera a l’Albereda a buscarme una chica bien guapa y dejara de perder el tiempo en cosas de abuelos», recordaba en otra entrevista a Levante-EMV. 

Además de registrar canciones, dichos y chistes de la gente mayor, Pep también aprendió a cantar y a contar todo aquello. Porque eso de contar ha sido uno de los factores fundamentales del fenómeno Botifarra: «Yo soy cantaor, pero también explico y cuento las canciones para dignificarlas. Y sobre todo lo que me gusta es nombrar a las personas que me las cantaron, que la mayoría ya no están y sus hijos y sus nietos me dan las gracias».

Con la elocuencia y la didáctica, otros ingredientes para que la fenomenal botifarra haya despertado tanto apetito, sobre todo en gente que nunca había hecho demasiado caso a este tipo de platos, son también la voz -la humana y la atávica- del cantaor, su carisma y su talento para rodearse de otros talentos que han sabido embutir su música y hacerla aún más apetitosa.

«Un lobo con piel de cordero»

Pero tampoco conviene desdeñar el componente político o ideológico -dos términos que Gimeno no acaba de aceptar del todo- que aún suponía en la primera década de los 2000 cantar canciones valencianas y en valenciano. «En este país son cosas que siempre hemos dejado de lado -reconoce Pep-. Yo recuerdo que cuando era jovencito, en el 73 o 74, y salió Al Tall, escuchaba a Vicent Torrent cantando en valenciano y me decía ‘¿esto es posible, está cantando en mi lengua? Esto es muy fuerte’. Y eso es algo que aún impacta a la gente joven». 

El propio Botifarra -que va ya por los 62 años- ha tenido la oportunidad de confirmar este impacto juvenil en las decenas de conciertos y festivales en los que ha actuado. «Me di cuenta, sobre todo, cuando hice la colaboración con Obrint Pas en el disco Benvinguts al paradís y la “Malaguenya de Barxeta” fue un estallido. Ver en Barcelona a 12.000 o 14.000 personas cantándola a la vez fue muy fuerte…». 

Aquella versión con Obrint Pas ya incluía unos versos que no estaban en la del primer disco de Botifarra y que han convertido la vieja canción que a él le enseñó la tía Milieta en un himno «oficioso» de muchos valencianos: «Vinc del cor de la Costera, el poble dels socarrats, d’allà on renaix de les cendres el meu País Valencià».

Pep reconoce que, de alguna manera y más allá de lo folclórico, su música es también una reivindicación identitaria y cultural. Como lo fue la de Al Tall, la de Obrint Pas o incluso la de la propia abuela del cantaor: «Mi abuela cantaba una sobre Alfonso XIII que decía “Alfonsito, si tu vols la corona ves fent-te-la d’argelagues, que la corona d’Espanya no està feta per a lladres”. Eso también se podría cantar ahora». 

Gimeno recuerda que una vez fue a actúar a Madrid y «un señor de Torrevieja» le acusó allí de ser «un lobo con piel de cordero por adoctrinar a los niños». «El único mensaje que hay en mis canciones es que la canto en mi lengua -subraya-. Así que si me lengua es política, la suya también lo será. Desde hace muchos años llevo pensando que hay que dignificar nuestra cultura, nuestra lengua y nuestras raíces populares. Es de nuestros antepasados y hay que tenerle un respeto muy grande».

Femenino y feminista

Ja ve l’aire, el disco que publica ahora y que presentará el próximo viernes en el Palau de les Arts también tiene molla. La encontramos, por ejemplo, en «La dansà de Teranyina», una canción que a Pep le cantaba la tía Blanca de Llocnou y que Feliu Ventura ha completado para contar la historia real de seis jóvenes jornaleros de la Pobla -Vicent, Miquel, Antoni, Ramon, Manuel y Calixte- que en 1919 fueron acribillados por orden de los caciques del lugar. O el batre «La parva ja està feta» en la que Botifarra se caga «en la vara de l’alcalde i en el regidor major».

Pero la molla principal de Ja ve l’aire es, según su autor, que ante todo es un «disco femenino y feminista» donde rinde homenaje a las «mujeres trabajadoras» que guardaron la música tradicional valenciana -y así, una parte importante de nuestra cultura- cuando pocos la querían: «Yo me crié con mi abuela, la madre de mi madre, que nació en 1900 y las mujeres de entonces cantaban cuplés, que eran canciones de almacén y de trabajo. Acababan tarde de trabajar y aún tenían que volver a casa a hacer la cena al marido y a los niños».  

Gimeno asegura que el 90 por ciento de las grabaciones sonoras que ha recopilado durante años están protagonizadas por mujeres y que muchas de estas canciones eran cuplés cuyas letras tenían más intención de la que parece. «Decían cosas que si las decías hablando iban a por ti, pero si las decías cantando no pasaba nada -explica el cantaor-. Los hombres era más de batre, llaurar, alguna animalada. Pero las mujeres son las que han llevado la batuta de la cultura popular».

Portada de "Ja ve l'aire" diseñada por Belén Segarra.

Portada de "Ja ve l'aire" diseñada por Belén Segarra. / L-EMV

"¿La has escuchado? Qué barbaridad"

En Ja ve l’aire, Pep Gimeno «Botifarra» ha contado con el diseño de Belén Segarra y las voces de Noelia Llorens ‘Titana’, Carmen París, Judit Neddermann y Maria Arnal. Esta última incluyó en su primer disco con Marcel Bagés ('45 cerebros y un corazón') el estremecedor «Ball del vetlatori» que le había enseñado el cantaor de Xàtiva. «La gente que va a verla en concierto siempre me dice ‘Boti, hemos ido a ver a la Maria y te ha nombrado’. La conozco desde que era jovencita y vino a casa a que le enseñara los cants de batre que tenía grabados». Ahora Maria le ha devuelto el favor a Botifarra acompañándole en «El casino principal». «¿La has escuchado? -pregunta-. Qué barbaridad. Yo cuando la escuché se me saltaron las lágrimas».

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