Canto general al país de Estellés

3i4 reedita «Mural del País Valencià», la cantata con la que el poeta puso a disposición de los valencianos «un inmenso contenedor de señas de identidad»

Mural dedicado a Estellés  pintado en Loriguilla por Toni Espinar.

Mural dedicado a Estellés pintado en Loriguilla por Toni Espinar. / L-EMV

Voro Contreras

Voro Contreras

«Als cinquant anys de la meua vida,/ quan davallen les aigües, tèrboles, pels espills, / molt modestament inicie aquest cant./ Que els déus em siguen propicis».

Con estos cuatro versos iniciaba Vicent Andrés Estellés su particular «canto general» a su país, una obra monumental con un millar largo de poemas agrupados en 27 libros y que el poeta de Burjassot -inspirándose en los murales de Siqueiros y Rivera (y en el Canto general de Pablo Neruda)- bautizó como el Mural del País Valencià

Estellés concibió este poemario en el que nombra más de 500 pueblos valencianos, sus ríos, sus montañas y a muchos de sus personajes históricos «una noche de borrachera», según él mismo confesó, de 1974. Lo terminó cuatro años después en el mismo lugar en el que lo había empezado, su casa en el Perelló, un espacio entre el mar y la huerta cuya luz y cuyo optimismo acaban filtrándose en el espíritu de la obra.

«Recuerdo que trabajaba con mucha ilusión y también, si se me permite, con una gran alegría: de buena mañana, a las seis o las siete, me ponía a escribir, y por regla general únicamente dejaba mi trabajo para comer; después iba a la cama, cosa de una hora o dos, y después volvía a la faena: leía los originales que había escrito por la mañana, preparaba cosas», contaba el propio Estellés en una entrevista que ha quedado recogida en el prólogo de la nueva edición revisada del Mural del País Valencià cuya primera parte (la que incluye los libros del I al VIII del poemario) acaba de publicar la editorial 3i4.

«La vivienda del Perelló se convierte en un auténtico lugar literario, que con su paisaje marino y de huerta, posiblemente, condicionó un estado de ánimo literario de cierta alegría y esperanza, al mismo tiempo que influye en la construcción de una mirada clara y serena -explican los profesores Jordi Oviedo e Irene Mira-Navarro sobre la génesis del “Mural”-. El paisaje concreto se convierte en el esqueje de la idea de país que crece literariamente esos años en el Mural. El Perelló pasa a ser un topos de lucha y esperanza fundacional».

Vicent Andrés EStellés

Vicent Andrés EStellés / Vicent Andrés EStellés

Señas de identidad

Mural del País Valencià «es un inmenso contenedor de señas de identidad para los valencianos», señala el recientemente fallecido Vicent Salvador en el prólogo de este nuevo volumen de la Obra Completa de Estellés que ha coordinado durante años junto a Josep Murgades. Ambos estudiosos de la figura del poeta de Burjassot también destacan como éste se inspiró para escribir su gran obra en un contexto político -el de la Transición- «en el que el pueblo valenciano pedía a gritos señas de identidad colectiva, tradiciones vivas y proyectos de futuro». 

«Estellés quería contribuir así al magno retablo de su país, que contiene la crónica histórica, la galería de personajes decisivos -fieles y traidores, que de todo ha habido-, los escritores y otros artistas, la geografía y el paisaje, los espacios del territorio que resultan marcados como lugares de memoria y de la vida social», destacan Murgades y Vicent Salvador.

En una entrevista a Serra d’Or concedida en 1980, Estellés reconocía que a partir del 20 de noviembre de 1975, día de la muerte de Franco, «observé cómo llegaba a mí la alegría de hacer una cosa viva, alegre, mucho más luminosa que el resto de mi obra. Es todo el País Valenciano que canta y que he cantado yo».

Vicent Andrés Estellés con su esposa Isabel Lorente

Vicent Andrés Estellés con su esposa Isabel Lorente / L-EMV

La máquina por el pincel

Cuentan los estudiosos de la obra de Estellés que, para escribir su «mural» el poeta se inspiró en tres artistas americanos. Dos de ellos fueron los muralistas mexicanos David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, de quienes Estellés admiraba la «luz» y sus pinturas y a quienes tenía, según él mismo confesaba, como «fuente de imaginación». Como subrayaba Salvador, Estellés, como los mexicanos, pinta un gran mural de la historia y la identidad de su pueblo, pero en vez de pinceles utiliza una máquina de escribir. 

«Me sentaba en la mesa de la casa del Perelló, delante del mar, y no sabía por adelantado lo que iba a salir. Cogía las cuartillas; si salía el ‘Llibre de Morella’, pues escribía eso. Mi mujer, Isabel, ha tenido mucha participación. Alguna vez le había comentado como recordaba la luminosidad de los murales de Siqueiros o de Rivera. Y ella se presentó un día con los libros de reproducciones de sus murales», recordaba el poeta.

De las paredes de esa estancia en la que Estellés concibió su obra más monumental también colgaba con chinchetas una reproducción del Guernica de Picasso, otra de un cartel de Miró, un recorte de un periódico con la foto de Baudelaire y otro con Pablo Neruda y Matilde Urrutia.   

«Junto a los muralista mexicanos, la figura de Pablo Neruda también inspiró la maniobra -subrayan Murgades y Salvador-. El poeta chileno había escrito su ‘Canto general” como monumento dedicado a reivindicar la identidad americana, los lugares de su continente, la historia de los pueblos que la habitaron, las luchas por la libertad, los topónimos sagrados que conservan el sabor del origen, o la mítica altura inca del Machu Picchu. Estellés se inspira para componer su canto coral, donde la voz del poeta y las del pueblo se funden en una ambiciosa cantata que aspira a movilizar un proyecto colectivo de futuro».

El Mural se levanta así como una especie de catedral gótica que, mediante figuras simbólicas, hace pedagogía de la historia y «atiza la fe de los creyentes en un nuevo horizonte para el pueblo valenciano», señalan los prologuistas.

A lo largo de sus millar largo de poemas que se integran agrupados en 27 libros, Estellés introduce un número elevadísimo de topónimos: ciudades, ríos, pueblos, montañas… «Para Estellés -recuerdan-, son palabras con un regusto de gleba y de territorio, mágicos conjuros de la identidad colectiva. Los enumera como una larga letanía, confiando en el valor evocador que tienen para él y para sus lectores, como un saber compartido, como una invocación cómplice».

«Un entre tants»

El poeta también convoca a esta ceremonia a una retahíla de figuras históricas y contemporáneas a los que eleva como referentes de la identidad valenciana. En un lugar muy especial de este santoral laico sitúa a Jaume I, rey fundador del país, y con él aparecen desde Sant Vicent Ferrer, Ausiàs March, Jordi de Sant Jordi, el capitán agermanat Vicent Peris o Cayetano Ripoll, último ejecutado por la Inquisición, hasta Josep Renau, Miguel Hernández o el rector de la Universitat de València, Joan Baptista Peset, fusilado en Paterna durante la posguerra.

Y también aparece él, claro, un Estellés que deja su huella autobiográfica y su autorretrato y se hace acompañar por Isabel, su esposa, a quién dedica el Mural. Tal como indican Vicent Salvador y Josep Murgades, la imbricación de la referencia personalísima con el aliento cívico es una de las características más llamativas del Mural y, en cierto sentido, de la trayectoria creativa de Estellés: «la fusión del individiduo creador y su pueblo, el celebre “un entre tants”».

Josep Renau durante una cena en su honor junto a Joan Fuster y Estellés.

Josep Renau durante una cena en su honor junto a Joan Fuster y Estellés. / L-EMV

"Aquest pam de terra"

El magno poemario que Vicent Andrés Estellés dedicó a «aquest pam de terra, / brusc i tendre, divers», lo publicará la editorial 3i4 en cuatro volúmenes, que contendrán la mayoría de las composiciones que recogía la versión anterior. Los libros de esta primera entrega corresponden al volumen I de la primera edición que llevaba como título «Naixement d’un poble» y que trata de las consideraciones previas a la gran obra, la literaturización de las materias fundacionales de carácter natural como el agua (los ríos) y la tierra (las montañas).

También contiene las alusiones al arte pictórico, como el retablo del «Centenar de la Ploma» o los pintores (como Marçal de Sax, Ribalta, Ribera, Joan de Joanes, Pinazo, Sorolla o los Benlliure), y la reivindicación del derecho a la alegría y la confianza en los buenos augurios y el relato de episodios personales adobados de algunas dosis de crítica y denuncia hacia los valencianos que traicionaron al pueblo y el recuerdo de algunas víctimas de la transición, como Miquel Grau.

El tono general de compromiso ideológico («No hem de fer el País: / l’hem de refer) y confianza en el porvenir (»Recobrarem / la nostra identitat») viene marcado por el contexto histórico de producción en la obra: el grueso entre 1974 y 1978, aunque no se publicó completa hasta 1996. El poeta valenciano más importante desde Ausiàs March -y el más cantado junto a aquel- es reconocido hoy como un innovador en la poesía catalana de su tiempo, pese a la marca de popular que le acompaña y a que casi todos sus poemarios se publicaron más de diez años después de ser escritos (solo cinco vieron la luz antes de 1970). 

Vicent Andrés Estellés saluda en los camerinos a Ovidi Montllor y Maria del Mar Bonet tras su concierto celebrado en el Olympia de París en abril de 1975. MARIA DEL MAR BONET

Vicent Andrés Estellés saluda en los camerinos a Ovidi Montllor y Maria del Mar Bonet tras su concierto celebrado en el Olympia de París en abril de 1975. MARIA DEL MAR BONET / L-EMV

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