La memoria y el "caleidoscopio" cultural de Fernando Delgado

Etiquetar la última obra del periodista y escritor Fernando Delgado (Tenerife, 1947) no es fácil. Sin embargo, en su prólogo, su colega y exdirector de Levante-EMV Jesús Prado, lo define muy gráfica y acertadamente con la figura del «caleidoscopio» por «la heterogeneidad de los materiales seleccionados». Valencia en la palabra. Ejercicios de memorias (Ediciones Contrabando y Elca Ediciones) reúne en algo más de 150 páginas diversos escritos originales, entre poemas inéditos, reseñas literarias, textos reflexivos, breves narraciones y hasta esbozos de cuentos, la memoria del autor canario, pero valenciano de corazón.

De este modo, la publicación -que ya desde su nombre revela el amor de Delgado por su ciudad de acogida- recoge escritos sobre personajes de la más variada índole cultural: Pinazo, Sorolla, Juan Genovés, Carmen Calvo, Raimon, Blasco Ibáñez, Luis García Berlanga, Max Aub, Jaime Siles, Carlos Marzal, y cómo no, Francisco Brines, entre muchos otros. Y, por supuesto, València.

Cabeza y corazón

«Esta nueva aventura literaria de Fernando nos convoca a la sugestiva labor de acompañarle en su reencuentro con nombres y ejecutorias muy queridos y admirados e inolvidables para él», explica Jesús Prado. Hay libros que se escriben, al cincuenta por ciento, entre la cabeza y el corazón. Este es uno de ellos. «En estos tiempos de penumbras, se agradece un gesto que recupera y ensancha memoria y afectos», añade el veterano periodista. «Este trazado parte de la cuna, la madre; de su querida isla tinerfeña y, desde allí, se proyecta al escenario profesional madrileño en el que desarrolla plenamente sus capacidades periodísticas y literarias, al tiempo que disfruta de una enriquecedora inmersión en los cenáculos culturales. Pero no se detiene ahí su itenerario porque el horizonte es València, su luz y su mar», recorre Prado.

Selecto catálogo

Valencia en la palabra ofrece un «selecto catálogo» de poetas, escritores, pintores y personalidades vinculadas a la cultura -como Carmen Alborch-, aunque a su vez supone una obra para analizar el papel del periodismo en la sociedad de hoy. «El autor recuerda que, de niño, era un mentiroso impenitente que inventaba crónicas y sucesos para, luego, ya de adulto, reflexionar en serio sobre la profesión de periodista», prologa Prado. Además de los nombres propios que protagonizan la memoria cultural de Delgado, el escritor se adentra en la fisionomía social y política del país. «Fernando recomienda una severa autocrítica de la socialdemocracia ya que, a su juicio, ésta ha coqueteado en demasía con el liberalismo económico». En definitiva, el libro vive ya como un homenaje a «la mejor València».

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