Regreso editorial y personal

La vida de Salman Rushdie tras el ataque: pesadillas, terapia y rehabilitación

El autor, que publica esta semana su novela ‘Ciudad Victoria’, ha concedido la primera entrevista tras la agresión de agosto: "Escribo, pero es una combinación de vacío y basura" | “Lo que pasa mañana es más importante que lo que pasó ayer. Y mi sentimiento dominante es gratitud”, dice a ‘The New Yorker’

El escritor Salman Rushdie.

El escritor Salman Rushdie. / EFE

Idoya Noain

Salman Rushdie le gustaría que la gente lea ‘Ciudad Victoria’, su última y exuberante novela, como se leen los buenos libros: capturados por la historia que cuenta, ansiosos por pasar la página, deseosos de saber qué pasa a continuación. Espera, de hecho, que con la publicación del libro, que este martes llega de mano a las librerías de Estados Unidos y el jueves a las de España (Penguin Random House), “hasta cierto punto cambie el tema”. Pero “el tema” es en cierta forma ineludible, y Rushdie lo sabe. “Siempre he pensado que mis libros son más interesantes que mi vida. Desafortunadamente, el mundo no parece estar de acuerdo”, le dijo en diciembre el autor de 75 años a David Remnick, el director de la revista ‘The New Yorker’.

Esa entrevista, que ha visto la luz este lunes tanto integrada en un amplio perfil como en un podcast, es la primera y por ahora la única que Rushdie ha concedido tras la brutal agresión de la que fue víctima el pasado 12 de agosto. Aquel día, cuando se disponía a dar una charla en Chautauqua, en el estado de Nueva York, Hadi Matar, un joven musulmán de 24 años radicalizado y movido por la fetua que el ayatolá Jomeini emitió en 1989 contra el autor de ‘Los versos satánicos’, le asestó 15 puñaladas durante 27 eternos segundos.

Pese a ese ataque “colosal” Rushdie salvó la vida, gracias a la rápida actuación de un bombero y cuatro médicos que estaban entre el público, subieron al escenario y evitaron que se desangrara; gracias al traslado en helicóptero, gracias al “extraordinario equipo de doctores” que le atendió las seis semanas que pasó ingresado. Hubo también “mucho de suerte” porque cree “era más probable que no hubiera sobrevivido” a esas puñaladas en la cara, el cuello, el brazo y el abdomen.

Secuelas

Se siente “afortunado” aunque perdió la vista en el ojo derecho, sobre el que ahora sus gafas tienen un cristal tintado. Sigue además en un arduo proceso de rehabilitación, incluyendo de la mano izquierda, en la que ha ido recuperando poco a poco la sensibilidad en el pulgar y el índice y en parte de la palma. Mantiene, eso sí, dificultades para teclear y, aunque algo menores, también para escribir a mano. “He estado mejor, pero teniendo en cuenta lo que pasó no estoy tan mal”, ha dicho con humor seco.

Las cicatrices y secuelas de Rushdie, que ha perdido 20 kilos, no son solo las físicas que muestra el dramático y poderoso retrato en blanco y negro realizado por Richard Burbridge que acompaña el perfil de ‘The New Yorker’ (al que el propio escritor hizo seguir en Twitter con su sentido del humor una foto “más prosaica”, aunque luego la borró). Son también internas. Y cerrar esas llevará más tiempo.

Siempre había tenido, dice, “el gran regalo del sueño” pero desde el ataque ha habido “pesadillas, no exactamente del incidente, pero aterradoras”, aunque van disminuyendo. Y el autor, que sigue acudiendo a un terapeuta al que veía ya antes del ataque, recuerda que “existe el estrés postraumático”. Son varias cosas que hacen que ahora le sea “muy difícil escribir” y ha explicado esa dificultad incluso cuando intenta “volver lentamente a la vida del escritor”. “Me siento y no ocurre nada. Escribo, pero es una combinación de vacío y basuraLo que escribo un día lo borro al siguiente. No he salido de ese bosque aún, realmente”, explica.

Solo encuentra un culpable de su situación: “él”, Matar, un joven del que no sabe bien lo que piensa, al que no conoce, del que solo ha visto la “idiota entrevista” que le dio menos de una semana después del ataque al tabloide ‘New York Post’ (entrevista que, dice, “solo un idiota haría”). Y asume que descubrirá más sobre su atacante en el juicio, en el que el Matar enfrenta un cargo de intento de asesinato en segundo grado que podría acarrear una pena de 25 años de cárcel pero cuyo arranque la fiscalía de Chautauqua no espera para antes de finales de este año o principios del próximo.

Un libro

Rushdie está convencido de que el ataque es algo de lo que va a “tener que escribir”. Pero esta vez, a diferencia de en sus anteriores memorias, ‘Joseph Anton’, no será en tercera persona. Con un humor que no consiguió segar el acero del cuchillo, y en un juego de palabras en inglés donde fonéticamente ojo (eye) suena igual que yo (I), Rushdie asegura: "esta vez tengo una “eye story'”.

Más en serio, asegura que también le da “razón artística para pensar en ello”. Y frente a la tendencia de sus trabajos anteriores (panorámicos, con muchos personajes, muchas generaciones, muchos lugares) envisiona abrirse al tipo de libro que no ha escrito aún: “el que se concentra en el microscopio y hace un universo a partir de ahí”.

“Mirar hacia adelante”

Pese a abrirse y explicar, por ejemplo, que no sabe si puede viajar o ir a ningún sitio (“se trata de si estoy listo o no, no es si puedo o no”) Rushdie sigue como siempre intentando “con todas las fuerzas no adoptar el papel de víctima”. Y desde luego no se muestra como tal. “Estoy aquí ahora”, señala. “Una de las formas en que he lidiado con todo esto es mirar hacia delante y no hacia atrás. Lo que pasa mañana es más importante que lo que pasó ayer. Y mi sentimiento dominante es gratitud”.

Lo que no hay es arrepentimiento, incluyendo por bajar la guardia tras instalarse en el año 2000 en Nueva York y vivir sin la protección que tuvo en Londres durante la década posterior a la fetua (algo que ahora ha tenido que replantearse). “Me pregunto si fue un error y no sé la respuesta”, admite. “Tuve más de 20 años de vida así que ¿es eso un error? También escribí muchos libros. ‘Los versos satánicos’ fueron mi quinto libro publicado, mi cuarta novela editada, y este ('Ciudad Victoria', que escribió antes de la agresión) es el 21, así que tres cuartos de mi vida como escritor sucedieron desde la fetua. En cierta forma”, sentencia, “no puedes lamentar tu vida”.