La Ruta de La Plata
La banda, que actúa este sábado en Moon, encabeza una nueva escena que reivindica la mezcla de rock siniestro y electrónica de la Ruta de los 80
En el último capítulo de «La Ruta», la serie de A3 Player dirigida por el valenciano Borja Soler, los protagonistas se adentran en la discoteca Barraca de Sueca mientras una banda toca en directo. «Quiero pensar que todo esto es real», dice la canción cuando la secuencia se centra en Lucas, un joven que en ese momento y en ese lugar ha encontrado un espacio de libertad en el que reconocerse a sí mismo.
La estética y el sonido del grupo son inconfundiblemente ochenteros y, aun así, encajan perfectamente en el presente. Tanto que cuando el propio Soler acudió a un concierto de esa misma banda hace unas semanas en Madrid, observó como el público formado en su gran mayoría por veinteañeros coreaba y bailaba la canción como si estuvieran en un aparcamiento de la carretera del Saler en 1982.
La canción se llama «Real» y la banda es La Plata, un grupo que antes incluso de que la serie dedicada a la Ruta existiera, ya reivindicaba en pleno siglo XXI un sonido y una estética arraigados en las músicas y los espíritus de las discotecas valencianas. Con dos discos publicados (Desorden en 2018 y Acción Directa en 2022), La Plata -que este sábado actúa en la sala Moon de València junto a Fantastic Explosion- es la punta de lanza de una escena que ha forjado el carácter en el recuerdo de un fenómeno que ninguno de sus miembros vivió en primera persona.
«Nuestra música es la que es porque venimos de una ciudad que es como es, somos producto de un entorno», defiende Diego Escriche, cantante y guitarrista de La Plata. «Para mí era fundamental que un grupo valenciano de ahora pusiera su granito de arena en la música de ‘La Ruta’ -añade Soler-. Tenía que ser una banda con mucha influencia de aquellos años, que recogiera esa identidad y al mismo tiempo que no chirriara ahora. Y siempre tuve claro que ese grupo tenía que ser La Plata».
Credenciales oscuras
La banda formada por Escriche, Patricia Ferragud, Salvador Frasquet, Miguel J. Carmona y María Gea debutó en 2017 con Un atasco, un EP que presentaba las credenciales oscuras y postpunkosas que también seguían otros grupos valencianos como Futuro Terror o Antiguo Régimen y que continúan con Tercer Sol, Xenia, Margarita Quebrada o Mausoleo.
«En València hay mucha herencia de esto -reconoce Escriche-. Muchos garitos de ahora lo llevan gente que ha estado en Spook, en Barraca, en conciertos míticos que se hicieron allí. Lo normal cuando eres joven es que te fijes en la gente más mayor y cuando te hablan de todo eso, de ese movimiento, también lo acabas explorando. Quizá el tiempo ha pasado pero el lugar es el mismo».
Ante el tópico de la luz mediterránea, La Plata reivindica la oscuridad como una característica propia de la música valenciana. «Yo vivo ahora en Madrid y me estoy dando cuenta de que cada ciudad ha tenido su recorrido musical. Lo de la oscuridad y la electrónica, por ejemplo, yo pensaba que había ocurrido en todas partes y no es así: en València ha estado más presente que en otros sitios».
La esencia de aquellas canciones que se pinchaban y se tocaban en directo la Ruta de los 80 ha calado en La Plata y en otros grupos de su generación hasta formar un nuevo «sonido València». «En València hay muchos grupos haciendo cosas muy diferentes pero, en el fondo, notas cosas en común». Escriche enumera algunos trazos propios de ese sonido como la aceptación de la electrónica como un elemento más del pop, el rock o el punk; cierto virtuosismo instrumental procedente del mundo bandístico, «y la tralla, la caña, la mascletà. En València estamos un poco sordos».
"Que vengan a buscarnos"
La Plata son, dentro de esta escena, la banda que sin duda más ha despuntado a nivel estatal. Y eso que como su cantante reconoce, han preferido renunciar a cualquier afán de popularidad festivalera para seguir explorando en su propia música. "Hemos decidido hacer la música que nos gusta y si en algún momento esa música que nos gusta vuelve a coincidir con la que le gusta al público masivo, volveremos a los festivales. Que vengan ellos a buscarnos", proclama.
Pero, como ya ocurrió en tiempos pasados, cuando en València hubo otras efervescencias musicales comunes, traspasar las fronteras de la comunidad resulta demasiado difícil. «A nivel nacional cuesta mucho trascender porque la industria está en Madrid, no aquí -lamenta-. En Madrid, cualquier banda pequeña, que empieza con ilusión, llama a una puerta que tiene cerca de casa y puede pasar a tocar en festivales o sacando discos. Esa misma banda en València no se comería una rosca».
Esta razón, la de la industria, es la que ha llevado a Escriche a instalarse en Madrid para seguir trabajando como productor e ingeniero de sonido: «València es mi ciudad favorita, quiero vivir allí siempre, pero no hay trabajo para esto. En la música no me importaba esperar, pero a nivel laboral sí necesito ganar dinero y pagar el alquiler».
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