Entrevista |

Joan Carles Martí: "Asimptomàtic es un ajuste de cuentas conmigo mismo"

El primer poemario del veterano periodista valenciano exorciza los temores vividos durante el cáncer que sufrió hace cinco años

Joan Carles Martí, en una calle del barrio del Carme.

Joan Carles Martí, en una calle del barrio del Carme. / José Manuel López

Isabel Olmos

Isabel Olmos

Joan Carles Martí. (València, 1965). Un mieloma «grave e incurable» y del que no tenía síntomas le puso en jaque en 2018, enfrentándole a agujas, hospitales y a un temor real por su propia vida. De ese duro proceso nació un testamento emocional llamado ‘Asimptomàtic’ (Ed. Vincle), el poemario que el jefe de Cultura de Levante-EMV presenta este jueves en València.

A mí, que le conozco de hace años me ha sorprendido que con su ácida ironía haya escrito un libro de poesía. ¿Por qué poesía?

Porque quería transmitir la verdad. Para quienes escribimos mucho profesionalmente, en este caso en el periodismo, la poesía nos marca una distancia entre, por poner un ejemplo, lo que es un menú diario y un ágape. Porque tanto escribirla como leerla requiere un ambiente especial, diferente. Cuando quieres hacer terapia con la escritura, cuando quieres hacer un análisis correcto, la poesía es lo mejor. Y lo es porque condensa en las palabras todo lo que quieres transmitir. En mi caso, ‘Asimptomàtic’ es como un testamento vital de alguien que pensaba que se iba a morir. Cuando lo escribí yo ya sabía que eso no iba a pasar pero en esos días lentos, que son lo opuesto a nuestros días, se me aparecía la poesía. Y empecé a escribir.

Su libro se titula ‘Asimptomàtic’. ¿Somos individuos que pasamos por la vida sin sentir los síntomas de nada?

A mí lo que me diagnostican es un mieloma asintomático. Sin síntomas. El mieloma, dentro de los cánceres de la sangre, es el más peligroso. Me dicen ‘puedes estar así 10 años, cinco, dos o mañana te puede pegar y así como estás tienes pocas posibilidades’. Entonces me proponen para un ensayo. Y me doy cuenta de que no es que no tuviera síntomas sino que he sido muy poco ‘sintomático’ con la gente, incluso con mi entorno más cercano. Y eso me golpea fuerte.

¿Cómo o desde dónde se hace poesía cuando uno está enfermo? ¿Desde dónde lo hizo Joan Carles Martí?

Cuando estaba enfermo estaba muy, muy enfadado. Y cansado. Estaba cabreado con la vida y con ‘el por qué me ha tocado a mí. Estaba bien, tenía trabajo, la vida me iba bien… Entonces intentaba escribir y no podía, pero se me iban quedando cosas, imágenes. La primera quimioterapia en el hospital de día, por ejemplo. Y esas imágenes empezaron a salir y me di cuenta de que recordaba todas y cada una de las sesiones de quimioterapia. Primero decidí escribirlas y luego, ordenarlas. Recuerdo cuando el médico me dijo que tenía una enfermedad ‘grave e incurable’. Es lo primero que me dijo. Luego, muy amable, con un folio, estuvo media hora explicándome algo de lo que no recuerdo nada porque a mí solo me retumbaba ‘grave e incurable’. Al final me dijo, ‘bueno, tienes un 70% de posibilidades de vida’. ¡Que ya me lo podía haber dicho antes! Eso te hace pensar que la puedes palmar. Y todos los que han tenido ‘fecha de caducidad’ saben que cuando te dicen que puedes morir mañana intentas ordenarte la vida. La mejora de los valores tumorales, ver que todo iba a mejor fue lo que me animó. Es como si la vida te diera otra oportunidad. Yo no sé si he cambiado mucho, la verdad, pero si que intento ser más ‘sintomático’ desde el cáncer. 

Es como si la vida te diera otra oportunidad. Yo no sé si he cambiado mucho, la verdad, pero si que intento ser más ‘sintomático’ desde el cáncer.

¿Comparte con Virgina Wolf la opinión de que el malestar físico aporta una ‘finísima agudeza’ sobre la realidad?

Seguramente sí porque cuando estás bien no te pones a escribir, disfrutas de la vida (risas). Es cuando te falta algo cuando todos hacemos un reset y a mí ese reset fue como si me dijera ‘has vivido 50 y pico años y estàs fent la mona’. Además, todos los que somos padres divorciados tenemos una relación muy intensa con nuestros hijos. Yo quería explicarles a través de las palabras la gran fortuna que tienes cuando la vida te da una segunda oportunidad. Y que les pudiera servir también a ellos. Pensaba mucho en mis hijos cuando escribía.

Hospitales, agujas...son palabras que asustan pero que usted visibiliza con naturalidad en sus versos.

Mira, yo tengo pánico a las agujas. De siempre y todavía ahora. Imagínate este proceso. Y al final entiendes que gracias a las agujas, te has salvado. Yo creo que tenemos diversos miedos, en diferentes escalas. A mí me ha tocado uno de los más intensos pero todos tenemos miedo: a perder un trabajo, la pareja, la familia. Y lo importante es saber dominarlo. Yo no tengo miedo a morirme, tengo miedo a sufrir. Porque somos conscientes de que nos morimos. Una muerte en diferido y con sufrimiento es lo que no tenemos integrado. 

El periodista de Albaida, durante la entrevista.

El periodista de Albaida, durante la entrevista. / José Manuel López

Todos no pensamos lo mismo que hace 10 o 20 años. Me he dado cuenta de que he sido injusto con mucha gente.

¿En ‘Asimptomàtic’ con quien salda cuentas Joan Carles Martí?

Es un ajuste de cuentas conmigo mismo. Todos no pensamos lo mismo que hace 10 o 20 años. Me he dado cuenta de que he sido injusto con mucha gente. Eso es de lo que más me arrepiento. Lo de evolucionar más o menos no me preocupa tanto. Yo ahora mismo tendría más afinidad con un ácrata de Oportoque con un profesor de filología catalana. Hace 40 años, no. Ya no soy tan identitario como antes. Me interesa mucho más la modernidad. La modernidad absoluta. Ahora soy muy descreído políticamente, religiosamente, en las relaciones de pareja... Con la edad te haces más selectivo en muchas cosas. Y de ahí un poco también la poesía. Para mi es algo muy terapéutico y personal pero al mismo tiempo me da mucha vergüenza. Como dice Àngels Gregori es un streap-tease emocional.

Si la poesía está hecha más de preguntas que de respuestas, ¿cuál es la pregunta más difícil que se ha hecho a sí mismo?

Mi principal inquietud era ‘ostras tío, te puedes morir y vas a ser consciente de cómo te vas a morir, qué putada’. Esa era una. La otra era que veía a gente que era más buena y amable que yo. Y me preguntaba por qué había sido tan cabrón a veces en el ámbito personal. Por eso digo que no ajusto cuentas con las personas, sino con las situaciones y épocas que ya no puedo cambiar.

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