Mañana viernes 17 de marzo se celebra por primera vez en España el Día del Cómic, una efeméride con la que el Ministerio de Cultura ha querido reconocer el «peso» de la historia de la historieta (valga la redundancia) y «su importancia en el contexto actual».
La importancia del cómic valenciano, tanto en la historia del género como en su presente, es fundamental. Entre las décadas de los 40 y 60 del pasado siglo, València fue el epicentro industrial del tebeo español por editoriales como Valenciana y Maga, por dibujantes como Miguel Quesada, Arturo Rojas de la Cámara, José Sanchis, Manuel Gago o José Luis Aguilar y por personajes como El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, Marco Antonio o Pumby.
Esta primera edad dorada dio el relevo entre finales de los 70 y la década de los 80 a una segunda «escuela valenciana» más orientada al público adulto y en la que destacaron autores como Mique Beltrán, Daniel Torres, Sento Llobell, Micharmut, Zesar o Marcet. El sector vivió una crisis en la década de los 90 de la que parece haberse recuperado hasta el punto de que algunos expertos ya hablan de una tercera edad dorada del cómic valenciano en la que se unen dibujantes consagrados y galardonados con una nueva generación de historietistas que están abriendo la escena a la vanguardia y a estilos tan aparentemente lejanos como el manga. Hay, además, un reconocimiento político, artístico y académico y hay iniciativas como el Salón del Cómic, Tenderete o Splash Sagunt que atraen cada vez a más lectores.
«Es una situación increíble y podemos decir que València es uno de los motores principales del cómic en España», asegura Álvaro Pons, coleccionista, responsable del aula del Cómic de la Universitat de València e impulsor del futuro Centro del Cómic de la ciudad.
La mejor generación
Este buen momento «con la mejor generación de autores y, sobre todo de autoras, que hemos tenido jamas» (y Pons cita a los premiso nacionales Paco Roca, Anna Penyas, Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou y Pablo Auladell, además de a Nuria Tamarit, Julia Vicente, Ana Oncina o Juanjo Cuerda) se da por tres motivos.
«El primero, el trabajo que ha hecho Sento Llobell y Marina Segarra como profesores para contaminar su amor a las viñetas a los alumnos de la Facultad de Bellas Artes, convertida ya en un crisol de creadores. El segundo, que el tejido de autoedición y fancinismo desde El Gat Pelat y el Cingle se ha mantenido hasta ahora y se ha potenciado con iniciativas como el festival Tenderete. Y el tercero, la creación de un Premio Nacional que han ganado cuatro valencianos y que le ha dado al cómic el reconocimiento social que tienen otras artes como el cine, la música o la literatura».
También Dani Tomás, director del Salón del Cómic, asegura que la Comunitat Valenciana ha vuelto a ser a nivel nacional un «polo de creación» del cómic, algo que él achaca a los artistas y al trabajo de trinchera que hacen desde hace años gente como el propio Álvaro Pons, el diseñador MacDiego o la Asociación del Cómic. «Entusiastas que saben aprovechar el momento y moverse para que la administración esté viendo el tebeo con otros ojos» o que «museos como el IVAM, el MuVIM, el Centre del Carme o la Nau abran sus puertas a los dibujantes».
También Tomás destaca el «boom» de autoras en el sector del cómic valenciano porque lo hacen «aportando nuevas ideas, nuevas estéticas y nuevos planteamientos. Se acercan mucho más a la abstracción, con puntos más poéticos y maduros, usando el cómic para llegar a terrenos a los que no se había llegado. A nivel artístico es un momento increíble».
De la novela gráfica al manga
Otro de los puntos a favor de esta nueva «edad dorada» del cómic valenciano es, tanto para Álvaro Pons como para Dani Tomás, la heterogeneidad estilística que proponen sus autores. «Hoy la marca de los tiempos es la diversidad brutal que tenemos», señala el primero.
«Es verdad que es muy reconocible la llamada novela gráfica que practican Cristina Durán, Núria Tamarit o Paco Roca, pero eso no significa que todo sea así -añade el segundo-. Tenemos a Salvador Larroca, que en Estados Unidos está triunfando con el cómic de superhéroes, y aquí a Víctor Puchalsky y a Sergio Hernández y Toni Caballero que están consolidándose en el manga».
Lo cierto es que la influencia y la acogida que recibe la historieta japonesa entre los nuevos públicos y autores es cada vez mayor. «Casi todos los dibujantes de 18 y 20 años que se están formando en València están empezando con el manga -subraya Tomás-. Y, además, hay mucha gente autoeditándose y apostando por estéticas y técnicas narrativas completamente distintas. Los jóvenes entran en el género experimentando muchísimo».
Martín López Lam, responsable del festival Tenderete de fancine y autoedición, advierte no obstante que «la sombra de autores como Paco Roca o Cristina Durán sigue siendo alargada» para que, a nivel comercial «otros autores florezcan». «Es una suerte y un orgullo tenerlos en València, pero hay otros autores fuera del foco y con un trabajo muy particular, como es el caso de Paz Boira, que desarrolan su trabajo fuera porque dentro no se les reconoce», lamenta.
En este escenario tan positivo, quizá haya que echar de menos una industria tan potente como la que hubo a mediados del siglo XX, pero no faltan pequeñas y medianas editoriales locales que están apostando cada vez más por el género. Y quizá falte también creerse que València, con su pasado, su presente y seguramente su futuro, pueda ser un foco de atracción para autores y emprendedores foráneos.
López Lam confía en que el Centre del Cómic que ha proyectado el ayuntamiento (en el que se sigue trabajando pero del que, de momento, no hay fecha de apertura) sirva como referente para aglutinar e impulsar el sector más allá de festivales y salones eventuales. «Hace falta un espacio físico y atemporal y que esté más abierto a todos los estilos y que vincule València a otras ciudades volcadas con el cómic como Bruselas o Bolonia», reclama.
«Es verdad que la industria está en Barcelona pero por creatividad València está tomando la iniciativa -asegura Pons-. Ha sido el primer lugar en el que el cómic ha entrado en los museos y en la universidad, será el primero en tener un centro de estudios, tiene el festival más importante dedicado a la autoedición y un salón capaz de atraer a más de 25.000 personas en un fin de semana». «València tiene las condiciones para ser la gran capital del cómic en España», concluye el experto.
