Tribuna

La buenaventura de Joaquín Sorolla en un cuadro de José Mongrell

Cuadro de Mongrell en el que retrata a Sorolla.

Cuadro de Mongrell en el que retrata a Sorolla. / Levante-EMV

Francisco Javier Pérez Rojas

El centenario de Joaquín Sorolla ha movilizado una gran cantidad de obras del artista valenciano, en algunos casos también de sus discípulos, favoreciendo que aflore alguna rareza. En la muestra que he comisariado para el Museo Gravina de Alicante, hay piezas desconocidas del artista valenciano que se suman a su catálogo, como es el retrato de Pilar Sainz de Vicuña y Arbide, Marquesa de Montesión (1901). También hay otra pintura de Sorolla como la Escena valenciana (1894), que se ha reproducido en alguna ocasión, pero que hacía más de tres décadas que no se había exhibido. Pero no es una obra de Sorolla la que me lleva a escribir este artículo, sino una pieza desconocida de su discípulo José Mongrell, que se ha incorporado recientemente a la muestra ya inaugurada, procedente de una colección particular, junto con un excelente retrato de Enrique Martínez Cubells padre, recientemente adquirido por el Museo Ibáñez de Olula del Rio (Almería). El retrato de Mongrell del admirado maestro Joaquín Sorolla, si no fuese por quien es el protagonista central, se describiría como una escena costumbrista. Sin embargo, es un retrato de artista, de espíritu modernista, que se sale de las líneas convencionales del retrato.

Era normal que los pintores se retratasen entre ellos y que en ocasiones se produjesen intercambios de estas creaciones, como por ejemplo hicieron Gauguin y Van Gogh. Muchos de los retratos de artistas realizados por colegas suelen presentar al compañero unas veces ejerciendo su oficio, delante de un caballete o con la paleta y los pinceles en la mano, pero en otros muchos ejemplos se presenta al retratado como un ciudadano más, con un porte distinguido y vestido a la moda. Así puede apreciarse en el retrato exhibido en la muestra de Alicante de José Jiménez Aranda que realizó Emilio Sala (Museo de Bellas Artes de València). Pero hay otro tipo de retratos de artista, menos al uso y más singulares, que los presentan ante situaciones más fuera de lo común. En estos otros retratos más extravagantes a veces, se pueden destacar facetas o aficiones del modelo, y pueden ser incluso protagonistas de inesperadas acciones, tal como sucede en el retrato que ahora se comenta. 

En esta pintura de Mongrell, Sorolla aparece de perfil, va vestido de manera informal, con la chaqueta en la mano y cubierto con un sombrero. El artista en su deambular se ha encontrado con un campamento gitano: una pitonisa zíngara aparece frente al pintor, va vestida con una larga y amplia falta salmón estampada, una camisa con mangas largas, y lleva la cabeza cubierta con un amplio pañuelo recogido, del que sale una larga trenza. Al fondo la silueta de unas míseras tiendas de campaña. La mujer le echa la buenaventura a Sorolla leyendo las rayas de su mano. Las palabras elogiosas que la mujer dedica a Sorolla, se transcriben en el ángulo derecho encima de la firma: «Tú serás grande entre los grandes, tú tienes buenos amigos que te quieren bien, tú tienes muchos enemigos que mal te quieren, que envidian tu siembra, pero tú los vencerás… ¿me entiendes?». El comentario de la lectura de la mano funciona como una dedicatoria a través de la cual Mongrell expresa su admiración y afecto por el maestro. La imagen de Sorolla en este cuadro es la de un hombre llano, un caminante o trotamundos que conecta con todo tipo de gentes. La iconografía no es la del artista burgués triunfador, sino la de un hombre sencillo y popular, que ofrece aquí una imagen más bohemia. Ante esta pintura cabe preguntarse si la anécdota, que el lienzo describe, fue vivida por el maestro y el discípulo o es una fabulación de Mongrell para dejar constancia de la admiración que siente por el artista que ha completado su formación y orientado su creación. 

Mongrell es uno de los grandes protagonistas del modernismo valenciano, autor de diseños tan emblemáticos como los que presentan los mosaicos de la Estación del Norte o el Mercado de Colón. En esa estela estilística se inscribe el retrato comentado de Sorolla, en el cual se otorga un especial protagonismo a la gama de violetas y morados tan del gusto de la paleta modernista. Es probable que el cuadro fuese realizado por los años en los que Mongrell frecuentaba en Madrid el estudio de Sorolla, en torno a 1905. Aunque la imagen del retratado y la tesitura en la que se nos muestra hace pensar más en el Sorolla viajero y andariego, que hubiese comenzado a realizar los trabajos de la Hispanic Society, pero la relación entre Sorolla y Mongrell ya no era tan estrecha por 1911. En cualquier caso el lienzo hay que situarlo como bastante anterior al establecimiento de Mongrell en Barcelona en 1913. La paleta de Mongrell es a veces de un colorido más intenso que la de Sorolla, pero los grandes trazos con que se resuelve parte de la escena, denotan la filiación de su autor con el sorollismo. Como uno de los protagonistas más destacados y fieles al maestro, pero con voz propia en el concierto del arte valenciano de su tiempo.

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