Concha Piquer cantaba sobre un brazo tatuado con nombre de mujer, que era el recuerdo de un pasado que nunca más ha de volver. Desde casi los albores de la humanidad o, en todo caso, desde casi los albores del homo sapiens (ahí está la momia del viejo Ötzi, con más de 4.500 años de antigüedad, para constatarlo), los hombres y las mujeres se han tatuado por los motivos más diversos: desde el amor al que cantaba la artista valenciana, a la discriminación, el castigo, el espectáculo, la protección mágica, la reivindicación étnica e identitaria o la simple vanidad estética.
Pero lo que antes era una práctica minoritaria, casi secreta o clandestina, mal vista en la mayoría de ocasiones cuando no prohibida por gobiernos y religiones mayoritarias, se ha convertido hoy en un fenómeno popular. Tanto que se calcula que el 12 por ciento de los ciudadanos de Europa llevan, como mínimo, un tatuaje. Porcentaje que se eleva hasta el 15 o el 20 % en España y hasta el 40 % si nos fijamos en las franjas de edad más jóvenes. España, por cierto, es el sexto país con más personas tatuadas en el mundo.
Así lo ha destacado esta mañana el director de CaixaForum València, Álvaro Borrás, en la presentación de “Tattoo. Arte bajo la piel”, una exposición producida y organizada por el Musée du Quai Branly-Jacques Chirac que aterriza desde hoy en el edificio del Àgora para analizar los usos del tatuaje en diferentes épocas y culturas y su papel social. “Un tatuaje no deja de ser la expresión de la relación que mantiene un individuo con su sociedad”, resumía el coordinador d ella exposición, Adrien Flament.
Una expresión artística
Considerada como la exposición más grande sobre la historia del tatuaje, “Tattoo. Arte bajo la piel” explora a través de las épocas y de los continentes las confluencias que han convertido a esta práctica en una forma de “expresión artística” mundial. “El tatuaje tiene sus códigos, sus géneros y sus referentes y tiene entidad para ser incluida como expresión en la historia del arte”, subrayaba Borrás esta mañana. “El arte del tatuaje se ha consolidados como una de las tendencias del arte urbano”, añadía la directora de Exposiciones de la Caixa, Isabel Salgado. Es una expresión “de la historia contemporánea que no deja de evolucionar”, concluía Adrien Flament.
Uniendo la visión antropológica con la reivindicación artística, la muestra sigue a tatuadores y tatuados a través del tiempo y el espacio exponiendo más de 240 obras históricas y contemporáneas entre fotografías, dibujos, pinturas, libros, audiovisuales y objetos como herramientas para tatuar, máscaras o sellos.
Entre las piezas expuestas destacan elementos como una pluma eléctrica inventada por Edison y que se considera el antecedente de la máquina de tatuar actual; el baúl de un tatuador ambulante del siglo XIX; el retrato de Artoria, la célebre mujer tatuada que triunfaba en los “sideshows” de la década de los 20 o los retratos de grupos como las maras latinoamericanas o la yakuza japonesa con sus tatuajes identificativos.
Una tatuadora de 105 años
“Tattoo” rinde además homenaje a los tatuadores que ha preservado este arte milenario a lo largo de los siglos, como la filipina Whang-od Oggay, que a sus 105 años está considerada como la última maestra que utiliza el batok (el tatuaje tradicional hecho a mano), o los maorís de Nueva Zelanda para los que el moko (o “arte de esculpir la piel”) sigue siendo un símbolo de conciencia colectiva indígena.
La muestra recuerda a Sutherland Mac Donald, conocido como el “Miguel Ángel del tatuaje”, que en 1891 ya se autoproclamaba en sus tarjetas de visita como “artista tatuador”. También a Charlie Cartwright, Jack Rudy o Freddy Negrete, que en la década de los 70 del pasado siglo ampliaban las fronteras del detalle y el sombreado para acercar esta expresión a la del arte urbano. Y a Leo Zulueta, Alex Binnie, Xed LeHead y Yann Black, cuyos estilos han dirigido el tatuaje hacia el tercer milenio.
Además, y para subrayar la identidad artística contemporánea de esta expresión, “Tattoo” expone una veintena de prototipos de cuerpos hiperrealistas en silicona y tatuados con tinta que han sido creados expresamente para esta exhibición. Entre ellos encontramos los tatuajes creados por “maestros” del oficio como Horiyoshi III, Filip Leu, Mark Kopua, Kari Barba, Colin Dale o los españoles Jee Salayero y Laura Juan, cuya obra reflexiona sobre el aislamiento social y la incertidumbre durante la pandemia.