Entrevista | Àlex Ollé Director de escena de "Tristan und Isolde" en Les Arts

"Siempre que escucho ‘Tristan und Isolde’ me entran ganas de hacer el amor"

El histórico componente de la Fura dels Baus asume el reto de devolver la épica y el romanticismo de Wagner a Les Arts con un montaje moderno, sobrio y lleno de simbolismo

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner que se presenta en abril en Les Arts

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner que se presenta en abril en Les Arts / Miguel Angel Montesinos

Voro Contreras

Voro Contreras

Richard Wagner y La Fura dels Baus fueron el símbolo de una época en el Palau de les Arts. La época de Helga Schmidt, de directores como Zubin Mehta y de proyectos como la «tetralogía del anillo» con los que se quiso convertir por la vía rápida la recién creada ópera valenciana en una de las más prestigiosas del mundo. Los tiempos han cambiado, pero Wagner regresa a Les Arts de la mano de uno de los miembros históricos de La Fura, Àlex Ollé, director de escena de la Tristan und Isolde que se estrenó exitosamente en la Opéra de Lyon en 2011, que obtuvo un éxito clamoroso en el Liceu en 2018 y que a partir del próximo 20 de abril se representa en València.

¿Cómo ha encarado esta «Tristan und Isolde” que veremos en València?

Es una pieza complicada, es muy larga y no hay mucha acción. El propio Wagner te va diciendo que esta es una pieza de interior, que el trabajo ha de ser más psicológico y emocional que externo y coreográfico. Y cuando te das cuenta de eso te das cuenta también de que esta ópera es un viaje hacia una exaltación del amor como un concepto místico, un éxtasis. Es un éxtasis que llega por un filtro, por una poción, porque Tristán e Isolda son dos personajes absolutamente antagónicos, ella le odia y él no lo sabe. Pero ese elemento alquímico lo cambia todo, anula la voluntad de los dos personajes y entran en una cosa endogámica y aislada que es su amor.

¿Qué tiene de válida esa visión del amor en el siglo XXI?

Lo tiene no tanto desde el punto de vista de la historia sino de la música. Es la música la que transmite las emociones, es la que tiene el poder de emocionar más que las palabras. Y si te dejas llevar por la música, la emoción es imparable.

Hay quienes destacan el componente erótico de esta ópera. Hubo incluso un filósofo (Christina vom Ehrenfels) que aseguraba haber identificado dos pasajes en los que se producían sendas eyaculaciones orgásmicas.

Sí, sí, ya en su época se hablaba del componente erótico y sexual de esta pieza. Por supuesto, que Wagner no lo explicita ni deja tiempo para eyacular a no ser que seas muy precoz. Pero sí, esa sensualidad está y está en la música, con lo cual entra de forma muy subliminal. Tiene momentos de una belleza brutal.

El crítico Alex Ross dice que «Tristan und Isolde» es un largo himno sobre el olvido.

El propio Wagner decía que como no había podido disfrutar del amor pleno en su vida, iba a utilizar esta ópera como un monumento al más digno de los anhelos humanos, que es el amor. Pero sublimina tanto ese amor que los dos protagonistas lo único que hacen es pensar en ellos mismos. Por eso, mi punto de vista para trabajar en esta ópera ha sido el simbolismo. No puedes afrontar esta ópera desde un punto de vista narrativo o descriptivo, sino desde el simbolismo.

¿Qué papel simbólico juega la gran esfera que domina el escenario durante toda la función?

En el primer acto aparece como una luna, un elemento que aparece en la obra y que en el segundo acto se convierte en el castillo del rey Marke, pero también en una especie de búnker en el que Tristán e Isolda se encierran porque están encerrados en su amor. Y en el tercer acto la esfera funciona como el rey Marke, como una presencia que pesa sobre lo que le han hecho.

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner que se presenta en abril en Les Arts

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner que se presenta en abril en Les Arts / Miguel Angel Montesinos

¿Qué tienen en común el concepto de «espectáculo total» que defendía usted con la Fura con el de «arte total» que propugnaba Wagner?

Esa coincidencia fue totalmente fortuita. Cuando empezamos con la Fura y nos preguntaban lo que hacíamos, ya decíamos que era el espectáculo total. Fue después, cuando Carlus Padrissa y yo empezamos a hacer óperas, cuando supimos que el señor Wagner ya hablaba mucho antes que nosotros del arte total. Nosotros lo decíamos porque nuestro trabajo tenía una idea muy multidisciplinar ya que veníamos de las artes plásticas, de la música, del teatro, de la pantomima… Y la ópera también tiene eso: actores, músicos, bailarines… No olvidemos, además, que en la Fura, lo que vertebraba los espectáculos, era la música porque no había lenguaje, no había textos, y eso nos daba cierta familiaridad con la ópera. Por eso en la ópera nunca nos hemos sentido extraños.

¿Qué le ha aportado el ADN de la Fura a la ópera?

Sobre todo hay un aspecto visual que es importante y una dosis de riesgo a la hora trabajar los coros, la escenografía y tal. Evidentemente, la gran diferencia es que en los espectáculos de lenguaje furero el público está dentro, íbamos al límite con el público incluso de una forma física, ocupando su espacio vital, algo que produce cierta violencia. En la ópera eso no lo podemos hacer porque el público está sentado, así que hemos buscado ocupar su espacio desde lo emocional, a través de lo visual y de la propuesta escenográfica o dramática. Transgredir en la ópera no es difícil y, de hecho, cada vez se hace más. Lo que es difícil es romper con la convención del público sentado, no puedes romper con la cuarta pared.

"Nunca he buscado transgredir, pero en mi lenguaje ya está la búsqueda de ciertas dosis de riesgo y experimentación»

¿Y usted, qué ha aprendido de la ópera?

Muchísimas cosas. Tantas que desde hace años no hago otra cosa que no sea ópera. Pero, sobre todo, lo que me ha permitido hacer un trabajo muy similar al de la Fura, que es trabajar en colectivo, que es algo imprescindible para trabajar en la ópera. Está el escenógrafo, el iluminador, el videoartista… Eso de trabajar en equipo lo mamé en la Fura desde el principio y lo he seguido haciendo en la ópera.

Viniendo de lo underground y callejero, ¿le da cierto gustito transgredir las formas de una expresión como la ópera?

Intencionadamente, no. Lo que pasa que en mi lenguaje ya está esta búsqueda de cierta dosis de riesgo y experimentación. Cada pieza me la planteo partiendo de cero y, así como hay directores en los que ves una manera de hacer propia, yo eso intento evitarlo. Habrá elementos comunes entre las óperas que hago porque tengo un lenguaje personal, pero intento no repetirme y eso implica un trabajo de investigación y riesgo fundamentales.

Y afrontando así cada proyecto, ¿cómo hace para afrontar cinco producciones como las que hizo el pasado año?

Pues pasando muy poco por casa. Hace tres semanas estrené en Bergen la Rusalka y al día siguiente me fui a Sidney para estrenar, y al día siguiente llegaba a Barcelona, dormía en casa, y el lunes ya estaba aquí en València. Es duro pero también apasionante y mientras haces un trabajo tomas distancia de otro y eso a mí me va bien.

«El mundo de la ópera está dando pasos atrás, el nivel de calidad está bajando. Es tiempo de plantearnos cómo afrontar el futuro»

¿Tiene tiempo para disfrutar de otras cosas que no sean la ópera?

A cada ciudad que voy, y aquí también lo haré, voy a museos y a otros espectáculos. A mí me encanta el arte desde pequeño, desde que mi padre me llevaba con 7 u 8 años a ver marionetas en el Turó Park de Barcelona. Para mí no es un trabajo, es una vocación que me da dinero para vivir. Por eso me duele tanto cuando veo que el mundo de la ópera está dando pasos atrás en muchas aspectos.

¿Cómo cuáles?

En muchos teatros la gente se está volviendo muy funcionaria y el nivel de calidad está bajando. También hay ahora menos presupuesto, algo que, claro, tiene cierta lógica por el tiempo en el que estamos. Pero es un momento en el que hay que dar un golpe sobre la mesa.

La ópera suele ser un espectáculo poco rentable.

Pero menos rentables son los ejércitos y con lo que cuesta un avión seguro que puedes pagar tres o cuatro años de ópera en cualquier teatro español. Collons, que la cultura es alimento del alma. La ópera se tiene que repensar para que no siga bajando la calidad, plantearnos cómo afrontar el futuro. Se tiene que educar a los niños, aportar un público joven, abordar las óperas desde un punto de vista con temáticas más actuales... Es algo que yo estoy intentando ya hacer en el Liceu como artista residente.

"Los jóvenes sí son sensibles a la ópera. Su problema es el precio de las entradas»

¿Es difícil acercar la ópera a los jóvenes?

Creo que no, que no es difícil. En producciones mías como el Trovatore o Norma o Peleas el éxito en las funciones para jóvenes fue total, con el público de pie. Sí hay una sensibilidad de los jóvenes hacia la ópera, pero los precios limitan mucho. En Barcelona, y seguro que en València también, cuando pones las entradas baratas para jóvenes se venden en horas. Es decir, el problema no es la ópera sino el precio de las entradas.

¿Y es difícil introducir nuevas temáticas ante aficionados poco abiertos a la innovación?

Tienes que ir poco a poco y cada teatro tiene su singularidad. Es posible que en València el tipo de público pueda ser más de teatro de repertorio, pero eso Jesús (Iglesias, director artístico de Les Arts) lo hace muy bien: va colocando cosas que quizá no son del gusto de la mayoría pero se arriesga, cosa que otros no harían.

Para acabar: A Woody Allen cada vez que escuchaba a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia. ¿Y a usted?

Depende de la pieza.

«Tristan und Isolda», por ejemplo.

Me entran ganas de pegar un polvo, tú. Para hacer el amor es una música fantástica. Tiene una sensualidad que te la pones en casa, fuera del contexto normal, y es potentísima. 

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner, Urs Schönebaum responsable iluminación y Valentina Carrasco, adjunta a la dirección de escena.

Valencia. Alex Ollé, fundador Fura del Baus y director de escena de la opera de Wagner, Urs Schönebaum responsable iluminación y Valentina Carrasco, adjunta a la dirección de escena. / Miguel Angel Montesinos

Suscríbete para seguir leyendo