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'Networking', 'fake', 'ranking'... ¿Por qué utilizamos tantos anglicismos en España?

Una propuesta de ley en Italia para multar a organismos públicos por el uso de extranjerismos abre el debate: ¿deberíamos cuidar más nuestro idioma?

Trabajadores en una oficina.

Trabajadores en una oficina. / PEXELS

Javier Martínez Candela

"¿Una call con el manager para hacer networking?". Lo que hace unos años nos hubiera sonado completamente a chino, hoy en día es habitual escucharlo en muchas oficinas. La utilización global del inglés ha provocado que el idioma de Shakespeare colonice otras lenguas como el español, el francés o el italiano. A través del audiovisual, los medios de comunicación o el contacto laboral con otros países, muchos términos ingleses han ido sustituyendo a otras palabras nativas en las conversaciones, en muchas ocasiones sin necesidad aparente.

Selfionline software han ido haciéndose hueco en nuestro diccionario mental (y también en el físico). La Real Academia Española (RAE), encargada de recoger el uso habitual del castellano, asume que los extranjerismos no son "rechazables en sí mismos", pero sí trata de limitar su incorporación a nuevas necesidades expresivas. Frente a las nuevas palabras asumidas íntegramente de otra lengua, el organismo recomienda siempre anteponer otras opciones propias del español.

Aunque los más jóvenes son los principales promotores del uso de anglicismos, no se trata exclusivamente de un fenómeno adolescente o de la fuerte influencia de internet en el lenguaje. "El perfil de los que utilizan anglicismos innecesarios está más relacionado con el ambiente laboral o de ocio en el que uno se mueve que con la edad", asegura Antonio Miguel Nogués, catedrático de Antropología Social en la Universidad Miguel Hernández. Así, podemos encontrar espacios como empresas multinacionales donde los extranjerismos son el pan de cada día.

Extranjerismos necesarios o sustituibles

Los avances tecnológicos han traído nuevos conceptos a nuestras vidas: tuithacker cederrón son palabras sin su correspondencia previa en español, por lo que se han tenido que adaptar para definir conceptos inexistentes. Este espanglish resulta muchas veces inevitable, pero los académicos de la lengua sí que apuestan por escoger la opción adaptada.

El diccionario panhispánico de dudas diferencia entre los extranjerismos necesarios o muy extendidos y los superfluos o innecesarios. Para la RAE, serían estos últimos los que debemos evitar y sustituir por palabras equivales en nuestro idioma, de forma que no despreciemos la riqueza del español.

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, edición Tricentenario, de 2014.

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, edición Tricentenario, de 2014. / EFE

La lucha de los académicos contra los extranjerismos viene de largo. Ya en 2016, la RAE impulsó una campaña publicitaria "Lengua madre solo hay una", en la que reivindicaba el uso del español en los anuncios frente a la proliferación de los anglicismos en la publicidad. "Todo el mundo happy, no... lo siguiente: feliz", fue el mensaje final.

¿Por qué usamos tantos anglicismos?

Ignorancia del término en castellano, operatividad, pereza intelectualpretenciosidad... Diversos son los motivos por los que nuestro idioma se llena cada vez más de anglicismos. Según Nogués, no existe una causa única, sino que depende del contexto: no es lo mismo usar palabras extranjeras en un ámbito de investigación universitaria (bastante común), que en informática (prácticamente obligado) o en el mundo de la moda (algo pedante).

En términos generales, para el catedrático la principal razón sería la pereza. Principalmente, recurrimos a los anglicismos para ahorrarnos el "trabajo intelectual" de recurrir a los propios recursos lingüísticos para referirnos a "un mundo que nos sobrepasa". "Estamos inmersos en un ritmo tan frenético que no hay tiempo para la reflexión pausada de toma de conciencia", añade.

Además, Nogués señala que la sustitución de estos términos en nuestro diccionario habitual no afecta a la realidad ni tapa a ningún grupo minoritario, en contraposición con el objetivo del lenguaje inclusivo. "Desterrar términos como correo o boletín no va a provocar una debacle social porque no invisibiliza a ningún colectivo. Combatir el colonialismo cultural lingüístico no está de moda de momento", asevera el catedrático.

La preponderancia del inglés, ¿problema global?

El excesivo uso de anglicismos no es una cuestión que ataña solo a España. Mientras en Francia las instituciones públicas y la mayoría de medios de comunicación son conscientes del papel de su lengua en el ámbito internacional, en Italia el tema ha saltado a la agenda política. Diputados cercanos a la primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, han presentado un proyecto de ley por el que se propone castigar con multas de hasta 100.000 euros a toda compañía, universidad o funcionario público que use palabras no italianas. 

El objetivo, según argumentan los impulsores de esta iniciativa legislativa, es construir “una barrera ante la propagación de términos extranjeros”. Su intención final, reducir el número de extranjerismos (especialmente los anglicismos) bajo la premisa de que su lengua materna puede “colapsar” y “progresivamente desaparecer”, ya que “la globalización y el monolingüismo estereotipado son un peligro para los idiomas locales".

Esta polémica propuesta patriótica de los diputados defensores de su idioma natal choca en el país transalpino con la utilización de anglicismos en el ámbito político, pues ya existe un partido político llamado Italexit e incluso el Gobierno tiene un Ministerio de comercio y del Made in Italy.