Fuera de compás

Un regreso demasiado postergado

Un regreso demasiado postergado

Un regreso demasiado postergado

Fernando Soriano

Fernando Soriano

No es muy habitual que una banda de rock presente con un concierto un nuevo disco que todavía no se ha publicado. El trío valenciano Peepshow no aguantaba más, estaban hartos de esperar a que su nueva criatura viera la luz después de dos años de retraso. La maldita pandemia, el afán por controlar cada uno de los procesos de producción, los cambios en la formación de la banda y una conciencia profesional que les obliga a ensayar sus composiciones hasta que el último detalle quede perfecto, tienen la culpa. Uve Martínez lleva 25 años al frente de este proyecto y después de verano sacará su quinto disco. No son un ejemplo de prolificidad, pero sí de constancia, de calidad, de inquietud y de atrevimiento. «Somos lentos, sí, pero tenemos la suerte de no tener a nadie que nos presione o nos meta prisa. A cambio, hacemos lo que queremos, nuestra libertad es total y, después de ocho meses de ensayos, con el disco ya grabado, tenemos la seguridad de ofrecer un concierto más que solvente», explica Uve.

Reconoce sentir curiosidad por la actuación que ofrecerán en la sala Jerusalem el próximo sábado 3 de junio. Sabe que las vibraciones que irradia la banda en el local de ensayo son muy buenas, algunos espectadores ya lo han podido comprobar en los pequeños bolos con los que salpican el calendario. «No quiero adelantar demasiado, pero la actuación tendrá un repertorio para sorprender. La hemos dividido en dos actos, en el primero pretendemos transmitir nuestra música y establecer una conexión de ida y vuelta con el público, y el segundo acto estará más enfocado al baile, al disfrute y a la visceralidad».

Durante estos últimos tiempos Peepshow no ha estado totalmente en silencio. Han sacado tres singles, «Prensas Hidráulicas», «Marca España» y «La lutte des oubliés», que revelan una evolución en su sonido, que comenzó claramente marcado por el space-rock, la psicodelia pesada y la densidad instrumental y que, en los últimos tiempos, ha virado hacia un rock alternativo de raíz noventera con un claro componente electrónico. Bajos y baterías intensos, profundos, con querencia por el after-punk, guitarras lacerantes, ásperas y crujientes, muy buenas melodías, letras cada vez menos crípticas y con reflejos de la realidad social y un envoltorio libérrimo y con un toque vanguardista que anula cualquier etiqueta.

El guitarrista y productor afronta sus procesos creativos desde el punto de vista de la reinvención constante y la búsqueda de nuevos retos. «Se trata de cumplir objetivos con cada disco, de no estancarse, de sorprender a la audiencia con nuevas sensaciones. El sonido de la banda ha evolucionado, ahora es más directo, las letras van más al grano, he encontrado una plástica en el lenguaje en la que me siento cómodo y Juanan y Germán son unos musicazos, no puedo pedir más».

Dada la importancia que el grupo ha otorgado al componente visual de sus trabajos en portadas, videoclips y diseños de escenario, el concierto promete ser algo para recordar. «No somos de los que cuando tocan se quedan mirando el suelo, pensamos que hay que ofrecer un buen espectáculo en todos los aspectos. Es complejo acertar sin caer en el histrionismo, nunca hay que perder la conexión con la audiencia», advierte Uve, que adelanta que tienen otro single al caer y que su siguiente disco, el sexto, ya está muy adelantado. El magnífico «Cómo hacer una bomba atómica» queda muy lejos ya, y sus canciones sueltas sólo han hecho que acrecentar el hambre de sus seguidores. No quieren tener que volver a esperar otra eternidad para darnos un gustazo, así que deseamos que, después del sábado, hayan vuelto para quedarse.