Viva Suecia y la hipertrofia festivalera de Les Arts

La banda murciana despide la octava edición del festival en una jornada que reúne a otros 20.000 espectadores y que contó también con Amaia, Sidonie, Carolina Durante, Ginebras, Niña Polaca, Ladilla Rusa y Veintiuno

Voro Contreras

Voro Contreras

La segunda y última jornada de la octava edición del Festival de les Arts volvió ayer sábado a reunir a unas 20.000 personas atraídas (o no) por las propuestas de Viva Suecia, Sidonie, Ginebras o Carolina Durante en el recinto diseñado por Santiago Calatrava. En este caso, el nombre no solo hace la cosa sino que ofrece uno de los principales atractivos de este evento: darle a los artistas un escenario espectacular en el que interpretar sus canciones.

Queda saber si en años venideros seguirá siendo así, habida cuenta de la quejas de los vecinos por las molestias que les provocan los conciertos y la determinación de sus actuales gestores (que posiblemente cambien de aquí a entonces) de reducir los horarios. Pero eso, en todo caso, es una posibilidad de futuro. La realidad es que meses antes de que Sienna inaugurara el viernes la edición de 2023, el público ya había agotado casi todos los abonos puestos a la venta. Poca broma.

Ayer, los primeros en llevar la música a Les Arts fueron Niña Polaca y tras ellos Amaia, artista a la que a estas alturas de su carrera, con su talento e inventiva y discos bien hechos, la etiqueta de «triunfita» se le ha quedado muy pequeña. Pop consciente y sabio pese a la juventud, actitud frente al público de "gracias por invitarme a tu cumple" y casi seguido 'cómeme el higo'. Magnífica.

Desde Toledo llegaron Veintiuno, una de esas bandas generacionalmente crecidas al calor de los festivales y el pop desacomplejado. Y por eso hacen canciones que encajan muy bien en un lugar como éste, perfectas para quienes les hacen caso ante el escenario y para los que pasan de su música lejos de allí.

La jornada alcanzó velocidad de crucero con Sidonie, uno de esos clásicos incombustibles del rock español, que desplegaron todo el talento y los estribillos y los guiños y la complicidad con el público que les han hecho imprescindibles en cualquier festival. Los barceloneses salen al escenario como el tío que te dice eso de tu no sabes lo que era la mili y te demuestran que, efectivamente, no lo sabes. Lo mejor que tiene su música es que de repente te sueltan un acorde y te entran ganas enseguida de escuchar a los Who. Y hacen solos de guitarra que en un festival como éste son como el hielo que Melquiades llevó a Macondo.

El pésimo sonido

Carolina Durante logran esa cosa tan difícil de poner de acuerdo (para bien) a aficionados del rock de cualquier edad con temas de una seriedad y una redondez contundente. Peña de 50 coreando que aún no tiene 30 y que su respuesta a todo es joder no sé. Tralla a veces oscura, a veces coñona, pero que siempre tiene algo importante que decir. Impresionante concierto. Lástima del pésimo sonido que tiene, desde el principio de los tiempos, el segundo escenario de Les Arts.

Más jovial y epidérmico, pero para el caso igual de efectivo, es lo de Ginebras, un grupo especializado en hacer de la sencillez virtud. Como pasa con Sidonie, hay veces que durante sus conciertos es mejor darle la espalda a la banda, mirar al público y disfrutar de tanta alegría pública y compartida.

Más que alegría compartida, lo de Ladilla Rusa tira más hacia la broma que aquí, como somos más integrados que apocalípticos, compartimos y celebramos aunque tampoco esté el asunto para ponerse estupendo. La broma antecedió a esos hombretones murcianos tan serios -aunque tampoco renuncien al confeti ni a los globos ni a los papelitos- que son Viva Suecia. 

Un beso y una flor

El concierto empezó bien, con sus melodías intensas y sus estribillos con vocales que se alargan para que se note bien la intensidad de la melodía. Pero a partir de cierto momento la actuación se fue hipertrofiando y después aparecieron en la pantalla unos gráficos que parecían de grupo heavy en Second Life y después un solo de saxofón con el que el show orilló la fiesta pija en una casa de campo de Ibiza con la peña toda puesta de MDMA.

Curiosamente, a partir de cierto fallo técnico y de que Rafa Val tuviera que improvisar mientras se solucionaba el problema una canción en acústico -"Un beso y una flor", casi nada, coreada por las 20.000 personas que había por allí que aquello fue más bonito que el Himno Regional antes de entrar en batalla-, el concierto de Viva Suecia remontó con las imprescindibles "Lo que te mereces", "Bien por ti" y "Amar el conflicto". Un digno final.

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