Dice que le ruboriza el elogio, que analiza las críticas y que, sobre todo, está disfrutando «mucho» del momento de compartir con los lectores La hija de la criada, su último libro y premioPlaneta. La historia, de mujeres que se rebelan contra su propio destino en busca de la verdad, es adictiva.
Líder de las tardes y premio Planeta. ¿Soñó un presente tan fructífero?
Nunca, jamás. Mi vida era muy normal y en 2018 empezaron a pasar cosas extraordinarias. La exposición en un programa tiene su servidumbre y también grandes beneficios. Nunca pensé, en parte por mi físico y porque no estaba en el cánon de presentadoras, que podría hacer un programa. Todo ha ocurrido muy rápido tanto en la tele como en lo literario. Yo sí escribo para publicar y labrarme una carrera profesional aunque a ello no le dedique todo mi tiempo, pero jamás he escrito para un Planeta o un Fernando Lara. Nunca. Considero los premios como una puerta de entrada, aunque conseguirlo es un premiazo que te permite llegar a muchos más lectores. Eso es incuestionable.
En un pasaje del libro le dice Inés a Leopoldito: «No te acostumbres a la felicidad porque es una rareza de la vida». ¿Se lo aplica?
Totalmente. Te confieso que estoy temerosa del momento porque pienso en la factura que habrá que pagar por ello. Me manejo mejor en el infortunio que en la fortuna. Y me pasa con la tele. Cuando vamos muy bien aprieto más que cuando vamos mal.
¿Cómo lleva las críticas’
Aprendo de ellas..
¿De dónde saca tiempo para escribir?
Hago encaje de bolillos porque ahora tengo que compatibilizar la promoción con mi trabajo, las firmas, la tele y la familia. Tengo que organizar muy bien mi tiempo y disfrutar los momento de calidad que existen siendo muy rigurosa con los noes. Mi entorno sabe que escribo desde hace muchísimos años y cuando digo ‘tengo que escribir’ no necesitan más explicación y me respetan. Para escribir todo son enemigos porque es algo que uno necesita ejercer en solitario, cerrar puertas y pegar cuatro gritos. Tengo una custodia compartida y cuando no estoy con mis hijos aprovecho el tiempo a tope.
«La hija de la criada», además de muchas otras cosas, es la historia del deseo de una madre por el empoderamiento de su hija.
En esa etapa muchas mujeres no tenían identificada su lucha y no sabían, creo, qué era pelear por sus derechos, una palabra que doña Inés tiene incorporada en su vocabulario. Ella es una mujer con formación pero no sabe bien a qué se enfrenta y en eso, las mujeres, nos parecemos mucho a ella porque a veces no sabemos bien qué nos mueve a querer cambiar las cosas. Siempre digo que nuestras luchas empiezan en nuestro primer metro cuadrado de control que es la casa y ahí es dónde hay que empezar a colocar el germen del cambio y doña Inés lo hace, claro que lo hace.
¿La historia es una loa al feminismo o una reivindicación del papel de la mujer en la sociedad?
No lo sé. No nace con vocación de ser una novela feminista y sí es una historia reivindicativa pero no lo hice con cálculo. Cuando empecé a estudiar el mundo de la conserva me di cuenta de que las fábricas estaban llenas de mujeres y que sin su trabajo hubiera sido imposible levantar ese imperio. Y ahí empezaron a evolucionar los personajes. Ahora que he estado de promoción en Galicia he visto como se sigue contemplando con extrañeza la presencia de la mujer en el mundo del mar. ¡Es alucinante que siga pasando!
El poso de la novela es muy positivo porque viene a demostrar que la vida está llena de oportunidades.
Totalmente. Amor y mar hay para todos. Hay de todo para todos y ese es un mantra en mi vida que practico porque eso combate las envidias. Hay para todos. Los personajes, que llegan predestinados por su origen, luchan contra esa predestinación. La venganza del intercambio en la cuna podía haberse quedado ahí, pero ella se da cuenta de que sabiendo leer y escribir se llega al fin del mundo.Para ella el amor no era el fin y sí el trabajo y sus obreras, a las que no podía abandonar.
¿Cree que solo con mujeres con poder en el poder se pueden igualar las condiciones entre géneros?
Esa es una ensoñación deliciosa. Creo que cuando la mujer asuma poderes reales se podrá mirar el mundo con otra óptica. Con el hombre ya lo tenemos ensayado, que nos dejen a nosotras.
Tenemos doce ministras y de ellas, cuatro, vicepresidentas.
Está muy bien. Siempre he creído que la mujer tira de la mujer a la hora de hacer equipos pero eso no quiere decir que se tenga que expulsar al hombre. Mi experiencia me dice que la mujer pone la escalera a la que viene por abajo. Siempre he trabajado con jefas mujeres, aunque en la cúspide había hombres, y nos hemos ayudado muchísimo.
"No creo que la tele empobrezca la carrera literaria de nadie, al revés, la amplifica»
Sus protagonistas coinciden en que ante los problemas amorosos se refugian en el trabajo y huyen de la verdad en vez de afrontarla.
No somos perfectas y tenemos nuestros defectos. Creo que ha llegado el momento de querer asaltar el poder porque las estructuras, tal y como están montadas, no resultan muy atractivas para la mujer. Parece que las cosas están cambiando, pero cuando yo empecé, lo hice en un mundo diseñado por hombres, con horarios hechos para no llegar a casa porque la educación de los niños recaía sobre las madres.
Doña Inés está empeñada en que las mujeres lean. ¿Ser un rostro conocido y ser ganadora del Planeta puede ser un aliciente para que muchas mujeres decidan leerla?
Ojalá. Es una preciosa aspiración. Le estoy agradecidísima a la tele. No creo que la tele empobrezca la carrera literaria de nadie, al revés, la amplifica y es maravilloso. Creo que mis dos carreras profesionales se alimentan la una de la otra y probablemente la literatura se aproveche más de la tele que al revés. Me gusta cuando señoras se acercan a mis libros porque me ven y les resulto cercana o madres del cole que ha tenido que aparcar sus lecturas porque no les da la vida y les apetece de nuevo engancharse a los libros. Esto justifica mi lugar en el mundo.