Entrevista

Siri Hustvedt: "El fallecimiento de Paul (Auster) ha sido y sigue siendo una pérdida inmensa"

"Si gana Kamala, estaré feliz porque se habrá evitado una catástrofe, y ya es dentro de nada", valora la premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, viuda del escritor

"El fallecimiento de Paul (Auster) ha sido y sigue siendo una pérdida inmensa"

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VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Luis Muñiz

Oviedo

Siri Hustvedt (Minnesota, EE UU, 1955) recibió el premio "Princesa de Asturias" de las Letras en 2019. Entonces, su marido, el novelista Paul Auster, premio también él de las Letras en 2006, la acompañó en su viaje a Asturias. Igual que ella había hecho con él trece años antes. Fallecido Auster en abril de este año, Hustvedt ha accedido a participar en dos actos, este jueves y este viernes, en Gijón y Moreda de Aller, en el marco del programa de la edición de este año, que celebra los 10 años de Leonor de Borbón como Princesa de Asturias.

–Empieza usted a ser un rostro conocido por aquí. ¿Cuántas veces ha estado en Asturias? Si no me falla la memoria, estuvo en 2006, cuando la Fundación premió a su marido; 2017, para la presentación "La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres", y 2019, para recoger su propio galardón de las Letras. ¿Le atrae Asturias, y España en general, por alguna razón en especial?

–Por supuesto me lo he pasado muy bien las tres veces, las tres lo he disfrutado muchísimo, y eso sin duda genera una atracción, sí, yo usaría esa palabra. De hecho, con el paso de los años también he ido viendo que al final todos los días importan… A ver, a ver cómo lo digo… La realidad de la vida española, tal como yo la he vivido, su cotidianidad, tiene tal calidez… Y, sobre todo, diría yo, la de esta región. Todo ello junto me ha causado una impresión de calidez y de felicidad.

–¿Los actos que esta semana protagoniza en Asturias suponen un reencuentro con el público y los lectores españoles? ¿Accedió con gusto a la petición de la Fundación Princesa de Asturias a pesar del duelo por la muerte de su marido?

–Lo puedo decir abiertamente: el fallecimiento de Paul ha sido y sigue siendo una pérdida inmensa. Pero, al mismo tiempo, sigo viva, no he pasado por una depresión y antes de fallecer, la Fundación me había pedido que viniera; les dije que si seguía todavía vivo no iba a venir, pero al final falleció antes de estas fechas, y el hecho de viajar, de reunirme con los lectores, de volver a un lugar al que le tengo cariño, no sé, pienso que me sienta bien, y espero que le siente bien al resto de la gente (risas).

–Usted se quejó muy amargamente por la filtración de la noticia de la muerte de su marido. Dijo que les habían "robado la dignidad". Dijo que había sido una ingenua al pensar que esa noticia podría darla usted. Pero no quiero preguntarle por eso ahora; lo que quiero preguntarle es: ¿el periodismo, siendo como es beneficioso, puede hacer también tremendo daño?

–Sí, la verdad es que me enfadé muchísimo. Me enfadé por la vulneración de lo que yo creo que es el privilegio exclusivo de cualquier familia: poder comunicar que alguien ha fallecido. Pero no lo pudimos controlar. No me voy a meter ahora con cómo ocurrió todo esto, pero sí, estaba enfadadísima. Ahora, en cuanto al periodismo en términos generales… Me hace una muy buena pregunta, porque, sí, sabemos que a lo largo del tiempo ha habido periodistas que han hecho cosas muy valientes, han hecho reportajes de muchísimo valor que han cambiado el transcurso de la historia. Por ejemplo, pienso en mi madre, que nació en Noruega y se crio durante los años de la ocupación nazi. Entonces había publicaciones antinazis, más o menos legales, y muy importantes, visto cómo transcurrió después la ocupación en esa época. Y sé que en España hay situaciones similares, hay equivalentes, y los encontramos también en la propia Alemania nazi, algunos eliminados, porque el régimen iba tras ellos… Bueno, en cualquier caso, yo creo que los medios de comunicación contemporáneos… Por cierto, nada nuevo, eh, el sensacionalismo en periodismo lo ha habido siempre, siempre ha habido mentiras, no hay nada nuevo bajo el sol, ¿no?, porque esto se remonta a los orígenes de la prensa de masas. Lo que ocurre ahora es que además tenemos los medios algorítmicos, basados en el aprendizaje maquinal y que luego dependen de cuántas veces pinches, de los clics que obtengan. Si permitimos que eso decida cuáles van a ser las noticias, pues vamos a acabar con medios más estúpidos, y con más infracciones; por ejemplo, injerir en los derechos de una familia; porque esas empresas mediáticas, las grandes de la prensa, quieren tantos clics como sea posible. Están encantados con eso.

La cotidianidad de la vida española y, sobre todo, la de Asturias me causan una impresión de calidez y felicidad

–¿Cree que todavía existe la figura del intelectual, la persona que más allá de sus intereses, vocación y campo de trabajo, se pronuncia sobre asuntos públicos y es escuchada? ¿Usted tiene la sensación de haber sido escuchada?

–Qué pregunta más buena, ¿verdad? Pues creo que en Europa esa idea del intelectual, de la figura pública, ha estado más presente, se ha impuesto más que en Estados Unidos. Pero si vivimos en una cultura, la cultura occidental, donde la tolerancia en cuanto al detalle, a la complejidad de los matices, incluso a la ambigüedad, vemos que está a la baja, yo creo que es comprensible que la función del intelectual público se vaya encogiendo y esté también a la baja. Pero quiero añadir algo. Es verdad que la vida académica, institucional, universitaria es una vida que también se ha vuelto responsable, porque nos hemos convertido en una cultura especializada, de expertos, y todo esto empezó en serio, de verdad, en el siglo XIX, con debates académicos, sobre todo en el terreno de las ciencias, centrados en las relaciones entre el conocimiento específico o nicho y la cultura general. A partir de ahí, la especialización y las disciplinas, metidas en cajas, limitadas, fueron las que ganaron, la compartimentación y los nichos. Pero, bueno, yo ya soy mayorcita, y llevo años trabajando con científicos y académicos de distintos campos que me han invitado a dar charlas y conferencias, y por lo general son conferencias interdisciplinarias, así las llaman. Creo que cada vez se entiende más dentro del mundo académico que si se quieren resolver los problemas más arduos, y estoy hablando aquí de cosas grandes, como el cambio climático, que nos estamos cargando la Tierra, estamos perdiendo especies, diversidad, si no contamos con modelos complejos, y también pensamiento filosófico para plantear esos modelos, no creo que se puedan resolver los problemas. Necesitamos tener presente también la historia de la ciencia para saber por qué funciona la ciencia, o qué hace. También hay que saber cómo resolver un problema filosófico, cómo plantearlo; y necesitamos además la ciencia avanzada, específica, que nos responda a esas preguntas. Así que creo que hay combinar un poquito ambos modelos.

Si dejamos que los algoritmos decidan cuáles van a ser las noticias, tendremos medios más estúpidos

–En 2017 hablaba mucho de Trump. Ahora es inevitable volver a hablar de él. ¿Va a ganar o es optimista y apuesta por Kamala Harris?

–Aunque ahora soy viuda y estoy en duelo por la muerte de mi marido, he tenido insomnio noche tras noche, preocupada por estas elecciones. Es difícil llegar a entender cómo es que hay millones de compatriotas míos que pueden escuchar a una persona como Donald Trump. Y querer que llegue a ser presidente de nuevo, que ya lo ha sido. Estoy sorprendidísima. Creo que Kamala Harris ha hecho una campaña perfecta, sin un defecto, y todavía me queda esperanza. Ahora, si tuviera que apostar, que yo no apuesto, no apuesto (risas), apostaría por Harris.

–En cualquier caso, si el 5 de noviembre hubiera una victoria de Kamala Harris, pesaría más el hecho de que se evita una catástrofe que la victoria de la propia agenda reformista demócrata, mucho más proclive a los derechos de las mujeres, ¿verdad?

–¿No es curioso? Los demócratas, yo lo soy, vimos el debate Trump-Biden y supimos que su candidatura no iba a funcionar. Y ha sido muy buen presidente; creo que, con los años, con el paso de la historia, se confirmará. Pero tiene usted toda la razón, porque será terrible tener un gobierno autoritario. Hasta el momento tenemos la decisión del Tribunal Supremo federal que declara inmune al presidente mientras esté en ejercicio, que es lo que ha sustentado a Trump. Es impresionante. Tanto, que la felicidad, la inmensa felicidad que nos embargará, si se elige no solo a una mujer, sino a una mujer además de ascendencia negra, como primera presidenta de Estados Unidos… empáticamente. Tiene razón, una victoria de Harris nos entregaría una felicidad que sería casi secundaria porque evita una catástrofe. Ay, me río porque no me queda de otra. Es horrible, es que no me puedo plantear otra cosa. Y además va ser dentro de nada, dentro de prácticamente nada.

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