Disco homenaje a Doctor Divago
En el cedé «Una vida es demasiado poco» 19 bandas y solistas reinterpretan canciones del mejor grupo de rock que ha dado València

La banda valenciana Doctor Divago. / Josep Escuin

Hoy vengo en plan influencer, esa horrenda palabra que me recuerda a la gripe, para recomendarles un disco como regalito navideño para sus amigos musiquetas. Que ya son unas fechas y nos acaba pillando el reno. En el cedé Una vida es demasiado poco… Homenaje a Doctor Divago 35 años 19 bandas y solistas españoles reinterpretan a su manera canciones del mejor grupo de rock que dio València. Ya tocaba hacer justicia a la banda de Manolo Bertrán con este homenaje coordinado por Javier Pérez, ‘Javi Gafotas’, director del programa radiofónico «Club de Amigos del Crimen», que se emite en Radio Klara.
Que el artefacto haya visto la luz ha sido poco menos que un milagro, me cuenta Pérez, auténtico catalizador del proyecto, debido a «los plazos extremadamente cortos que manejábamos y a la especial idiosincrasia de los músicos valencianos, incapaces en muchas ocasiones de aceptar la excelencia en otros compañeros de profesión. Todos los implicados en el disco estamos por encima de esas cuestiones porque no hay nadie tan excelente, con 13 discos y una carrera sin un momento de flaqueza, como los Divago».
Manolo Bertrán, líder de los Divago, quien recuerda que la escena valenciana todavía tiene una deuda que pagar a Bruno Lomas, Seguridad Social o La Habitación Roja con este tipo de discos homenaje, se siente «agradecido y reconfortado por esta muestra de cariño». Subraya el esfuerzo que ha supuesto para los músicos escoger una canción, reinventarla, grabarla y enviarla a Javi, quien a su vez se las dio al productor Carlos Ortigosa para ponerles el lazo final.
El resultado es un lujoso objeto facturado por Osadía Ediciones, cuyo responsable, Ubaldo Fambuena, ha corrido con todos los gastos de edición e impresión en un más que generoso gesto de mecenazgo para «un proyecto ruinoso, como todos los que hago, en el que solamente los músicos han cobrado algo, aunque sea una miseria», según revela jocoso Gafotas. El diseño del disco quedó a cargo de Antonio Minerba, prestigioso artista plástico italiano afincado en València que reinterpretó con imágenes la música de los Divago en formato de un poster desplegable que se incluye en el paquete.
Musicalmente, el disco funciona como una banda sonora de variadísimos estilos para escuchar en bucle, pero también como inagotable pasatiempo a modo de puzle en el que jugar a comparar las piezas y volverlas a encajar en nuestra memoria divaguiana. Samuel Reina escogió «Sonaba Julio Galcerá» porque su primera frase tiraba de él «como el primer párrafo de una gran novela». Su versión nace de la «seductora incomodidad de asumir un discurso musical distante al mío» para crear algo nuevo. Ángela Bonet, Lanuca, reconstruye totalmente «Madre de todas las demencias» a base de tensión, solemnidad, etérea ensoñación y fría delicadeza. «Me inspiraba algo muy especial y difícil de explicar, y quizá por eso el resultado tiene muy poco que ver con la original», explica riendo.
Luis Prado pinta «Jugando a pillar en el limbo» de ragtime y music hall para hacerla completamente suya. «Las canciones de Manolo me gustan mucho y durante una época estuvimos en muchas cosas juntos, los Divago, los Flauters y Señor Mostaza», recuerda el genial pianista. Candi Imbernón, de Cándida, se reconoce fan confesa de las composiciones de Bertrán y viste «El viaje largo» con ropajes de blues-rock sahariano, mezclando sonidos orgánicos y sintéticos en su característica batidora ecléctica. «Hacer la versión ha sido un reto porque sólo disponíamos de un par de meses y nuestra media es de sacar 8 canciones cada 3 años», revela.
Gilberto Aubán, Gilbertástico, tira de calma notarial para la crónica negra de «Gracia Imperio» y la desliza «por un ritmo arrastrado, constante y con un poco de flow, en la onda de Charly García cuando trabajaba con sintetizadores». Òscar Briz escogió «El día después» por «esa ironía que lleva su letra y con la que me identifico» y que resalta con las voces y el punteo en una versión de ácido folk barrettiano. Luis González, Caballero Reynaldo, se llevó «Ojos de serrín» a su terreno sin dejar de respetar el canon y subraya el respeto que tiene por Bertrán, «uno de los mejores escritores de València, así que me sentí muy honrado de participar en el homenaje y encantado de zambullirme en su música». El resto de canciones, 12 maravillas más. Háganme caso y regálenlo, que es un juguete.
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