Crítica|Música

Händel en vena

Un momento del concierto.

Un momento del concierto. / Live Music Valencia

Justo Romero

Justo Romero

TEMPORADA PALAU DE LA MÚSICA.Programa:Salomón, de Georg Friedrich Händel. Solistas: Tim Mead (Salomón), Rowan Pierce (Reina, hija del Faraón), Hilary Cronin (Primera prostituta, Reina de Saba), Frances Gregory (Segunda prostituta), James Way (Zadok), Morgan Pearse (Un levita). Gabrieli Consort & Players. Director: Paul McCreesh. Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.400 espectadores. Fecha: domingo, 19 enero 2025.

Fue una fenomenal sobredosis en vena de Händel, el creador de Salomón, el en todos los sentidos largo y grande oratorio que el domingo interpretaron en el Palau de la Música en versión más que sobresaliente el director Paul McCreesh y sus inseparables y quizá en estas lides händelianas insuperables instrumentistas y cantantes del Gabrieli Consort & Players. Interpretación de referencia si se olvidan lunares concretos en el reparto vocal. Tan fascinante como la ya clásica versión discográfica que estos mismos interpretes registraron en 1998, entonces con un reparto vocal “de disco”, protagonizado por el contratenor alemán Andreas Scholl.

Rozaban ya las diez de la noche cuando, tras más de tres horas de música, el público congregado en la Sala Iturbi desde las seis y media de la tarde estalló en una vibrante ovación que se tornó casi tan larga y grande como el oratorio de Händel, calificado con más razón que un santo por Romain Rolland como “un festín musical, radiante de poesía y alegría”. Fue la respuesta a una interpretación historicista que, coral, instrumental y estilísticamente, rozó lo ideal. Difícil imaginar coro más empastado, ajustado y perfecto que el fundado por McCreesh en 1982, que recoge y en el que late la tradición coral que tanto distingue la vida musical inglesa desde incluso antes de los tiempos del propio Händel.

Fue una interpretación historicista que, coral, instrumental y estilísticamente, rozó lo ideal

Lo mismo puede decirse -y escribirse- de sus colegas instrumentistas, perfectos y excelsos toda la noche al mando de sus siempre arriesgados instrumentos de época. Valga la fabulosa intervención de la pareja de oboes en la célebre introducción de la tercera parte del oratorio -bautizada por Thomas Beacham como ”La llegada de la reina de Saba”- como reflejo de la calidad redonda que lució el conjunto toda la velada, desde la brillante obertura al luminoso coro final, “The name of the wicked”.

En el reparto vocal, destacaron por goleada el contratenor Tim Mead y la soprano Hilary Cronin, que sumó al papel de Primera prostituta el de la insinuante Reina de Saba, que tenía que haber sido encarnado por la anunciada Anna Dennis, quien tuvo que cancelar en el último momento “por enfermedad”. Mead fue un Salomón de voz poderosa y valientemente proyectada, calibrada en todo el registro y de redonda belleza. Todo ello contribuye a un fraseo atractivo, de fino estilo y sentido expresivo, que carga de credibilidad y modelo al gran personaje que musica Händel a partir de la figura del rey israelita.

Hilary Cronin brilló y conmovió como una “Primera prostituta” cuyo lirismo y fina línea de canto en absoluto restó convicción a su reivindicación maternal, que la induce a renunciar a su propio hijo ante la disyuntiva salomónica de “partirlo” en dos, para repartir la otra mitad con la “Segunda prostituta”, discretamente defendida por la mezzo Frances Gregory, que juega en otra división, como el tenor James Way, Zadok correcto y no más, como la soprano Rowan Pierce, una bien delineada “Hija del Faraón” cuyo talón de Aquiles radica en el corto registro grave. Contundente la voz y encarnación del barítono Morgan Pearse, convincente “Levita” a tono con la excelencia de esta versión de Salomón en la que, además, hay que aplaudir sin reserva al propio Palau de la Música, que con este concierto barroco ha recuperado la imprescindible sobretitulación. ¡Bravo en vena a casi todos!

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